Image: Rodrigo García: Comienzo a ser reconocido sólo por mi trabajo

Image: Rodrigo García: "Comienzo a ser reconocido sólo por mi trabajo"

Cine

Rodrigo García: "Comienzo a ser reconocido sólo por mi trabajo"

28 junio, 2010 02:00

Rodrigo García dirige a Samuel L. Jackson y Naomi Watts

La maternidad y la ausencia son los dos ejes del último filme de Rodrigo García, 'Madres e hijos'. El director, hijo de García Márquez, consolida con este intenso melodrama sentimental con Annette Benning y Naomi Watts su estatus en el cine independiente. Este viernes se estrena en nuestro país.

El folletín es, a priori, un género como cualquier otro. Lo han utilizado grandes artistas y algunos con extraordinario éxito. Rodrigo García (Bogotá, 1959) lo aborda y lo borda en la emocionante y melodramática Madres e hijas, un bello filme que ataca directamente a los sentimientos de los espectadores. El hijo de García Márquez, a estas alturas, es mucho más que el vástago del genio. Debutó como director en 1999 con Cosas que diría con sólo mirarla y, desde entonces, le ha acompañado el reconocimiento crítico y un número notable de público "adulto", en parte gracias a su facilidad para convencer a algunas de las mejores actrices para que trabajen en sus filmes. Glenn Close y Cameron Diaz (Cosas que diría...), Robin Wright y Sissy Spaceck (Nueve vidas, 2005) o Annette Benning y Naomi Watts en esta Madres e hijas, en la que ambas ofrecen sendas interpretaciones que se cuentan entre lo mejor de su carrera. "No me resulta demasiado difícil convencerlas -explica García desde Los Ángeles-. A partir de cierta edad, muchas actrices no encuentran demasiados trabajos. Están condenadas a ser la esposa o la abogada, pero no la protagonista. Todas se muestran siempre encantadas de que yo me centre en ellas y les ofrezca personajes más elaborados de lo que es normal, sobre todo en el cine de Estados Unidos. En el francés la figura de la mujer de más de cuarenta años se repite constantemente, allí tienen muchas más posibilidades".

El director es un hombre de costumbres frugales. Atiende a El Cultural a las ocho de la mañana hora de California. Lleva despierto desde las cinco y media. "Aquí la gente trabaja muy duro, es mucho menos fiestera que en España". Los Ángeles, una vez más, es el escenario de la película: "Me gusta que sea un lugar tan multicultural. Además, es una ciudad muy latina. No sólo por los inmigrantes ilegales, también hay personas que llevan aquí desde hace varias generaciones. Me interesa esa clase media, que vive sobre todo alrededor del valle de San Fernando, personas que no tienen nada que ver con el show business. Es un poco la misma clase social que retrata Paul Thomas Anderson".

La ausencia como idea
En este mundo de casas ordenadas y personas trabajadoras con vidas, eso sí, acomodadas, se desarrolla el drama de Madres e hijas. La historia parte de todo un clásico del folletín: la adopción. En el centro del foco, dos mujeres, Benning y Watts, la primera madre de la segunda, entregada por sus padres en adopción a los catorce años. García, que ha escrito y dirigido la película sin partir de ningún original previo, explica: "La idea de la ausencia fue el germen de la historia. De esta forma, di con dos mujeres que han vivido la una sin la otra pero echándose de menos todo el tiempo".

- En una ocasión, uno de los personajes, hablando de la adopción, dice que, entre padres e hijos, lo que cuenta no es la sangre sino el tiempo que se pasa con los niños. Sin embargo, la película parece defender que la sangre también cuenta.
- Todos nos sentimos vinculados por sangre. Es una conexión que marca de una forma muy fuerte. Pero esa idea del tiempo está presente precisamente por su ausencia. Cuando el vacío ha sido tan grande, es difícil establecer una conexión.

- Ambas son mujeres marcadas de una forma negativa por ese abandono original. Se les agría el carácter...
- En el caso de la hija, Elizabeth, no puede quitarse de encima la sensación de rechazo. Se siente abandonada y es incapaz de confiar en las relaciones personales. Vemos en ella una actitud muy contemporánea, el vivir siempre de un lado para otro, sin echar raíces en ninguna parte. El mundo de hoy, con el avance de las comunicaciones, propicia este tipo de profesional nómada que nunca se apega realmente a nada.

- La mayor catarsis la vemos, sin embargo, en el personaje de Annette Benning.
- Las dos tienen en común su necesidad de controlarlo todo. Elizabeth lo hace utilizando todas sus armas, su inteligencia y su sexualidad. Su madre, Karen, opta por protegerse a sí misma a toda costa, no dejando que nadie penetre en su mundo interior.

- Las emociones, los sentimientos, son siempre la materia prima de su cine.
- Hay una diferencia importante entre esta película y las anteriores. Esta película es un melodrama y es más sentimental. Por eso, por ejemplo, he utilizado de una forma más clara la música, por ser fiel a la historia.

Rodrigo, el hijo
- Parece que las mujeres son siempre, eso sí, las grandes protagonistas.
- Eso me sale solo. No tengo la percepción de que haga un cine "de mujeres". Cuando pienso en personajes y en cómo hacerlos complejos siempre se me ocurren seres femeninos, me resulta más fácil trabajar con ellos.
Es inevitable hablar de Rodrigo García y no referirse a su padre. Pocos artistas en este mundo parten desde una posición de tanta ventaja y al mismo tiempo de riesgo tan acuciante de caer en el agravio comparativo. "Esa comparación me inquietaba mucho cuando empecé. Era duro plantearme si estaba a la altura y saber que estoy siendo juzgado en función de mi propio padre. Pero ahora ya tengo una carrera sólida a mis espaldas y comienzo a ser conocido por mi propio trabajo".

- Haciendo balance, ¿ha sido bueno o malo ser hijo de un Nobel?
- ¡Por supuesto ha sido buenísimo! Crecí en un ambiente de artistas e intelectuales, también muy político.

García, de todos modos, no parece demasiado cómodo hablando del tema. Lo que más sorprende de su trayectoria es que no se trata de un "francotirador" colombiano con incursiones esporádicas en Hollywood sino que está plenamente asentado en la industria como director operativo. Buena prueba es que combina sus propias películas, proyectos personales que él mismo integra en el "cine independiente", con su trabajo para series de televisión entre las que se cuentan Los Soprano o A seis metros bajo tierra: "Es un placer colaborar con estas series, tengo una relación muy estrecha con la televisión por cable de Estados Unidos. Pero lo vivo como colaboraciones fugaces en universos que me fascinan pero que no son el mío. Cuando de verdad disfruto es dirigiendo mis películas. Y para hacerlas me encuentro con los mismos problemas de financiación que la mayoría de directores de cine independiente del país". Y eso que el cine de García, y muy especialmente Madres e hijas tiene potencial para llegar a un gran número de público y de seducir en la taquilla. Por eso, no olviden el pañuelo. El éxito del filme depende de su facilidad para caer en el llanto.