Cine

Half Nelson

Estados Unidos, 2006. Director: Ryan Fleck. Intérpretes: Ryan Gosling, Shareeka Epps. Guión: R. Fleck, Anna Boden. Duración: 106 mins. Estreno: 25 de mayo de 2007

24 mayo, 2007 02:00

Ryan Gosling y Shareeka Epps.

La Historia es un tira y afloja, un pulso entre fuerzas opuestas y desiguales, una cuerda a punto de romperse. ¿Y la historia en minúsculas? La nuestra, la de todos. Un manojo de dilemas morales, un sí y un no pensando en convertirse en lo contrario. El profesor blanco y la alumna negra de Half Nelson comparten un mismo espacio donde las reglas están claras: todos sabemos quién manda y quién obedece en un instituto de Brooklyn. ¿Qué ocurre en el exterior? Allí no hay más reglas que las que uno se inventa para levantarse cada mañana. Allí, los protagonistas de la ópera prima de Ryan Fleck han perdido su dimensión simbólica. El profesor ya no insiste en enseñar la Historia como una cadena de conflictos -que la película rememora a través de imágenes documentales- porque, simplemente, ya no tiene nada que enseñar. El profesor ha revelado su secreto, su función social se ha esfumado, la vida es sólo carne y hueso. Y la alumna observa sin preguntar.

En Buscando al señor Goodbar, Theresa Dunn (Diane Keaton) salía a la calle en busca de amantes nocturnos para aliviar un dolor inconcreto, un vacío emocional que, al día siguiente, colmaba siendo maestra en una clase de niños sordomudos. Richard Brooks acababa castigando a su protagonista porque su nada oculta intención era explicarnos un cuento de moral luterana. El patente laconismo de Half Nelson opera en dirección contraria: Dan Dunne (notable Ryan Gosling) es un profesor aún menos ejemplar que Theresa (después de todo, fuma crack en los lavabos del instituto), pero la película nunca lo condena. Como mucho, comparte la curiosa mirada de la alumna (extraordinaria Shareeka Epps) que lo pilla in fraganti, tan desconcertada como la del propio Dan, para luego convertir esa perplejidad en algo parecido a una mezcla de sabiduría, complicidad y empatía. Es así cómo Half Nelson logra evitar los tópicos edificantes del cine escolar: cerrando la boca y abriendo los ojos.

Sin embargo, Ryan Fleck pierde pie en su intento de conferir una dimensión política al personaje de Dan Dunne. Su breve visita a casa de sus padres le revela como la viva imagen del fracaso de los ideales de la contracultura. Dan representa, por tanto, a la nueva generación del desencanto. ¿Cómo enseñar, se pregunta Fleck, en la América de Bush? ¿Es necesario, me pregunto, entender a Dunne como una consecuencia de nuestro momento histórico? Prefiero contemplar su deriva prescindiendo de todo contexto, desvinculándolo de las instituciones, comprendiendo su existencia sólo en función de su némesis preadolescente. Los mejores momentos de Half Nelson son los más frágiles, los más intimistas, los que muestran a Dunne como un niño que se ha perdido en una ciudad que no conoce, tratando de salvar a una compañera de colegio en quien cree reconocerse. La inteligencia de Half Nelson es aparcar ese salvamento en un momento suspendido, dos personas sentadas en un sofá, y ante sus ojos, un futuro que aún está por llegar.