Image: David Cronenberg

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Cine

David Cronenberg

“Bergman y Fellini me hicieron ver el cine como un arte”

24 octubre, 2002 02:00

Cronenberg y Fiennes (dcha.) en el rodaje

Recién galardonado en el Festival de Sitges con el premio La Máquina del Tiempo por toda su carrera y al de Mejor Director por Spider, David Cronenberg estrena el 25 de octubre en salas españolas su último trabajo. En él consigue la máxima depuración de un estilo abstracto que viene tomando forma desde los viscerales tiempos de Vinieron de dentro de... y Scanners. El Cultural ha hablado con el cineasta canadiense, uno de los creadores más insólitos e insobornables del cine contemporáneo.

A Martin Scorsese, gran admirador de su obra, siempre le han inquietado sus maneras de ginecólogo amable y educado, que contrastan con la enferma oscuridad de sus películas. Probablemente David Cronenberg (Toronto, 1943) sea el único filósofo consistente que haya dado el cine fantástico contemporáneo. El único, al menos, que sigue luchando contra viento y marea para desarrollar un discurso visionario que habla, entre otros delirantes conceptos, de las relaciones físicas entre carne y máquina, del sexo como enfermedad y de la locura como máxima expresión de la pureza de un cuerpo predestinado a la mutación constante. Austera, seca y minimalista, Spider recrea el universo de un esquizofrénico (Ralph Fiennes) que se reencuentra con su pasado, en el que observa (y con él, el público) la conflictiva relación de sus padres (Gabriel Byrne y Miranda Richardson) y lo que él cree que fue el asesinato de su madre a manos de su padre y su amante (otra vez Richardson). Basada en la novela de Patrick McGrath, también autor del guión, la última película del autor de Videodrome, La mosca e Inseparables perfecciona y extrema el estilo depurado y abstracto de Crash para brindarnos una obra de árida y serena perfección, la obra de un artista que sólo es idéntico a sí mismo.

-Desde La zona muerta hasta Spider, sus protagonistas parecen el mismo personaje. Un personaje cuyo punto de vista es el del espectador de su propio pasado. Que es también el del espectador.
-Lo primero, no sabría decir si siempre cuento la historia de un mismo personaje, porque me acerco al proceso creativo de una forma muy intuitiva. Respecto al modo en que Spider ve su propio pasado, es algo que estaba en el guión de Patrick McGrath. Cuando lo leí me acordé de cómo Christopher Walken se enfrentaba a sus visiones en La zona muerta. Pero Spider es muy distinta de aquélla: es una película muy expresionista, muy subjetiva. Cuando Spider pasea a solas por las calles de Londres, tenía coches y extras vestidos de época preparados para que aparecieran en plano. Así estaba en el guión. Sin embargo, lo probé y no funcionaba. Gradualmente todos nos íbamos dando cuenta de que no queríamos hacer un filme realista, un documental sobre el Londres de los años cuarenta, sino una película que expresara el estado mental de Spider, sobre su soledad y su dificultad de conectar con la gente. Y eso es algo que revela la propia película a medida que la ruedas.

En términos concretos
-En Crash depuró su estilo visual hasta la forma más esencial de abstracción. Y en Spider sigue el mismo camino...
-Cuando trabajas con actores, no puedes trabajar sólo con abstracciones. No puedes decirles: "Interpretarás la Angustia Existencial". Debes decirles: "Interpretarás a un personaje con un nombre, que llevará esta ropa y estas gafas". A mí me ocurre lo mismo: yo necesito pensar en términos muy concretos. No puedes rodar la foto de un concepto. Es irónico, porque sé lo muy abstractas que resultan mis películas, pero para mí hacer cine es algo muy físico, muy táctil. Es como la escultura. Necesito ver al actor, la silla donde se va a sentar, la mesa que tiene delante. Lo mágico es que, siendo tan específico, eso se convierta en algo universal.

-Usted inventó el concepto de Nueva Carne (la fusión entre carne y tecnología crea otro tipo de organismo, en cuyo universo es difícil distinguir entre realidad y ficción). ¿Es la locura la manifestación última de la Nueva Carne?
-Creo que la locura es física. La primera huella de la existencia humana es el cuerpo humano. Incluso la mente, su parte más abstracta, es física. En ese sentido, la locura podría ser la mutación final.

-En Spider, como en casi todas sus películas, la intrusión de lo femenino en un mundo masculino es sinónimo de caos, de desorden.
-Bueno, después de todo soy un hombre (risas). En Spider la madre y la fulana simbolizan la confusa sexualidad del niño. Así es desde una perspectiva psicoanalítica. Freud también era un hombre, y sus teorías eran muy masculinas. Tal vez es mi manera de expresar que la mujer es nuestra conexión con la realidad, con la vida. Sin embargo, en mi día a día no veo a las mujeres como caóticas o desorganizadas. Yo lo soy mucho más que mi mujer, por ejemplo.

-Miranda Richardson está excelente en sus tres papeles. ¿Por qué tres Mirandas Richardson?
-La primera vez que vemos a la mujer en el bar no es Miranda, y mucha gente olvida ese detalle. Nadie sabe que se va a convertir en protagonista de la película. La confusa sexualidad de Spider fusiona la identidad sexual de la mujer del bar y la de su madre para inventar una nueva criatura. Tenía que ser la misma actriz para que encarnara esa fusión. Y si tienes una actriz tan estupenda como Miranda, ¿por qué no utilizarla tres veces? Mucha gente no sabe que se trata de la misma actriz hasta que lo ve en los créditos finales.

-¿Y Ralph Fiennes?
-Estaba implicado en este proyecto cuatro o cinco años antes que yo. Y nos entendimos desde el principio. Hablamos mucho sobre Samuel Beckett, Kafka, Dostoievski; de cómo este personaje podía parecerse a todos ellos. Miramos retratos de Beckett; por ejemplo, su corte de pelo fue un modelo para el de Spider. Ralph está, como la mayoría de los buenos actores, obsesionado por lo físico: quiere conocer cuál va ser la postura del personaje, cómo va a moverse, cómo va a sentarse. Se trataba, pues, de encontrar el abrigo del personaje, de saber lo sucio que iba a ir, de lo largas que iban a ser sus uñas. Mi trabajo fue guiarle. Todos los actores necesitan que los dirijan. Por muy buenos que sean, te piden un feed-back, necesitan que estés ahí. En una secuencia en la que Spider se siente asediado por la dueña de la pensión en la que vive, a Ralph empezó a temblarle la pierna, algo que hacen muchos esquizofrénicos. Yo le dije: "Eso no forma parte de Spider". Ralph quiso conocer esquizofrénicos, hablar con psiquiatras, y a mí me pareció bien. Pero no quería hacer ni una película sobre esquizofrénicos ni un estudio clínico. él confió en mí a la hora de guiarle, a la hora de ayudarle a escoger entre varias posibilidades. Un actor tiene que confiar en su director, porque cuando el actor desaparece, el director sigue trabajando con él en la sala de montaje.

-Sus películas están muy influenciadas por Ingmar Bergman. Así como Inseparables podría ser su versión de Persona, Spider lo sería de Fresas salvajes.
-Me di cuenta de las posibilidades del cine como arte gracias a Bergman y a Fellini. Ellos me hicieron ver el cine como un arte. Mi sensibilidad está más cerca de la de Bergman, a pesar de que soy ateo y cualquier cuestión que tenga que ver con Dios ha dejado de interesarme. Pero me siento afín al cine de Bergman desde una perspectiva visual y conceptual. Cuando era adolescente, cuando aún no tenía acceso a las películas de arte y ensayo, mi padre me contaba El séptimo sello, y me fascinaba.

Nuevas generaciones
-¿Qué cineastas contemporáneos le interesan?
-Me resulta difícil escoger... de la misma manera que me resulta difícil encontrar una visión consistente en el cine contemporáneo. Me da la sensación de que los jóvenes cineastas no quieren ser Ingmar Bergman, prefieren ser Joel Schumacher. Y no tengo nada en su contra: ha hecho muchas películas, es un profesional. Quiero decir que las nuevas generaciones están enamoradas de la idea de ser director, pero no les importa lo que debería significar eso. Para ellos no significa un modo de expresar su propio mundo, de dar salida a su propia sensibilidad. Me gustó mucho Réquiem por un sueño, de Darren Aronofsky, pero luego me enteré de que iba a dirigir la quinta parte de Batman. Eso me parece triste. Construyó la base de su trabajo, ya lo hizo con Pi, y corre el riesgo de hundirse en el pantano de Hollywood. Hollywood es muy seductor. Si vives en Los Angeles, es muy complicado resistirse a la fuerza de gravedad del negocio del cine. Y hay que ir con cuidado con ella.