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Fernando Pessoa[/caption]

Si hace unos años nos hubieran dicho que el ecosistema editorial español iba a cambiar del modo que lo ha hecho probablemente hubiéramos hecho una mueca de incredulidad. Pese a las concentraciones de editoriales en grandes grupos que hemos visto, también se ha vuelto frecuente, en cada visita a las librerías, topar con una editorial nueva, cuyo catálogo aporta además nuevo material para el disfrute y el diálogo, al margen de los intereses de los grandes grupos, que suponen que son también los de la mayoría de los lectores. Sin embargo, tal abundancia de nuevas editoriales (por culpa, quizás, del afán de rentabilidad, excesivo o no) no ha conseguido corregir algunos excesos, como, por ejemplo, una descarada anglofilia que hace que se traduzcan autores de tercera o cuarta fila (mejor si son norteamericanos) mientras que los clásicos de otras literaturas siguen sin ponerse en castellano. En un editor, la valentía va de la mano de la responsabilidad de influir en el debate de ideas. Y a estas alturas, poco se influye en ese debate a golpe de Josephs Conrads y Henrys James.

Por eso, la aparición de una nueva editorial con marcado afán lusista, La Umbría y la Solana, es muy de agradecer. Editada por Feliciano Novoa, y con una colección de literatura portuguesa que es la primera de la editorial en ver la luz y que está dirigida por Antonio Saez Delgado, el primero entre nuestros lusistas de ahora, La Umbría y La Solana parece decidida a cumplir con esa responsabilidad y acercarnos, entre otras cosas, buena parte de la literatura de nuestros vecinos. El arranque es inmejorable, y nos trae autores portugueses actuales, clásicos y clasiquísimos. El actual es Almeida Faria (de quien se edita Los paseos del soñador solitario), inexplicablemente desconocido de este lado de la frontera; el clasiquísimo es António Vieira, y la ausencia de su Sermón de San Antonio a los peces sólo sería equivalente a la falta de Calderón traducido al portugués. Los clásicos son José de Almada Negreiros y Fernando Pessoa. De Almada Negreiros se traduce Dibujos animados, realidad imaginada, dos conferencias en las que Almada habla de la aparición de los dibujos animados (y en particular de Walt Disney) y reflexiona sobre la importancia del dibujo en el contexto del arte moderno. Y de Fernando Pessoa, una curiosidad inédita hasta ahora en castellano: sus Argumentos para películas, en edición de Patricio Ferrari y Claudia J. Fischer y traducción de Guillermo López Gallego.

Naturalmente, este libro de Fernando Pessoa dista de ser una de sus obras fundamentales, pero es más que una simple curiosidad. Aparece en estos argumentos anotados a vuelapluma un ingenio disparatado que normalmente está algo más oculto en el gigante portugués. El primer documento de este libro es una “Nota para un thriller disparatado”. Un millonario que vive jubilado en Estados Unidos, “en el quinto pino o alg por el estilo”, viaja a Europa con sus riquezas. Varias bandas de criminales lo saben y pretenden robarle. Siguen motines, asaltos, la policía de Southampton, líos de detectives y camarotes... Una especie de Pessoa’s Eleven, vamos.

La Umbría y la Solana arranca, además de con libros muy interesantes, con una demostración de buen hacer: cubiertas reconocibles, traducciones más que fiables (el elenco de traductores parece la lista de los mejores traductores del portugués de ahora mismo, desde el propio Antonio Saez Delgado a Eloísa Álvarez o Luis María Marina), prólogos precisos y necesarios y nunca como adorno, sólo cuando hacen falta. Larga vida a un proyecto en el que se anuncia pronto más Fernando Pessoa, por ejemplo, y alguna que otra sorpresa más o menos poética. Y qué bien que un editor se acuerde de Portugal, de cuya literatura tanto podríamos ir aprendiendo.