Rima interna por Martín López-Vega

Tres poemas de Hsia Yü

2 mayo, 2016 02:00

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Hsia Yü[/caption] HsiaYü (Taiwán, 1956) estudió cine y teatro en la Academia Nacional de las Artes de Taiwán. Además de escribir poemas, también es autora de ensayos, obras de teatro y canciones. Después de vivir varios años en París ahora lo hace entre la capital francesa y Taipei. Sus poemas exploran los clichés de las relaciones interpersonales y, en ocasiones, su poesía alcanza un experimentalismo extremo; algunos de sus poemas están escritos únicamente con caracteres de su propia invención; en Imagen perdida (1989) reescribe el I Ching sustituyendo el carácter recurrente de “imagen” por pequeñas imágenes de animales, plantas u objetos. Ha publicado hasta la fecha cuatro libros de poemas, todos autoeditados y diseñados por ella misma. Mis versiones se basan en su libro Salsa, traducido al inglés por Steve Bradbury con la colaboración de la autora. Entrar en algún sitio Se encontraron en una ciudad junto al mar. Juntos pasaron una noche memorable y después cada uno se fue por su camino sin intercambiar señas. Tres años después volvieron a encontrarse por casualidad; pero tras haber descuidado la narración durante tres años con sus noches ya no sabían dónde estaban y tenían apenas el vago sentimiento de haberse conocido en una línea temporal distinta. Uno pregunta: ¿a quién buscas tan frío y cansado? Y el otro responde: todo lo que sé es que mi ropa tiene un hilo suelto y como sigas tirando de él acabaré por desaparecer. Montmartre El gato en la librería, el perro en el bistró, el vidrio de la ventana borroso por el vapor a través del que pueden verme pasar, tener este mudo ciego intercambio de miradas. Tal vez todos muriéramos a la vez. Todo resulta muy familiar. Gente que sube por las escaleras, otra gente que baja. Todos saben exactamente a dónde van. Alguien dice: una forma tan artificial de la muerte. Llueve en la rue des Abbesses y aunque de los bistrós escapan humo y conversaciones todos estos edificios no son más que fachada. Alguien estará encargado de venir, apoyar una escalera, recogerlos, llevárselos. Acelero el paso para cruzar la calle, mi jersey empapado por la lluvia. Me cruzo con un hombre que me mira y murmura unas palabras. Le sigo hasta un establecimiento en el que copian llaves y ponen suelas nuevas a los zapatos. Le pido que me lo diga otra vez. Lo hace. Sabe que me gustan las cosas que se repiten. Ella ¿No sientes cómo la mañana se convierte en ella? Al abrir la vieja caja de galletas en el momento mismo de hacerlo ¿no te das cuenta de que se convierte en ella? Cuando relees las viejas cartas ella es como el corcho en una botella de vino. ¿No sientes cómo el cometa que cruza la noche estrellada se convierte en ella? Tener voluntad propia es transformarse en ella e incluso caerse de forma graciosa es ella. ¿No sientes que puedes frotarla como una huella marcada en el cristal y que al hacerlo su dedo aparece ante tus ojos? ¿No crees que mirar es ella? ¿No crees que al llegar, estar, marchar por la mañana te conviertes en ella?    

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