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En plan serie por Enric Albero

Las 127 series que tenías que haber visto en marzo y las 342 que tienes que ver en abril

5 abril, 2019 07:38

Somos el perro de Pavlov con hiperactividad. Los engranajes de la mecánica estimulo-respuesta los controla el Joker puesto de speed. La hiperinflación de contenidos ha convertido los procesos de selección en una practica audiovisual más: repasar el catálogo de las plataformas ya ocupa más tiempo que el episodio de una sitcom. Hay una adicción a la novedad que desemboca en frustración. Frustración por no haber visto esa serie de la que todo el mundo está hablando; frustración por ir saltando de piloto en piloto sin encontrar satisfacción alguna; frustración por tener la sensación de estar perdiendo el tiempo demasiado a menudo; frustración al verte sepultado por una avalancha de propuestas que exigirían un análisis más detenido y que, o no puedes ver porque tienes que cumplir con las necesidades vitales básicas, o no las ves con la atención deseable. Una dictadura del contenido que acaba traduciéndose en ese neologismo llamado FOMO (fear of missing out), el miedo a quedarse fuera, a no ver lo que todo el mundo está viendo, a no pertenecer a la comunidad, a la exclusión.

Estos meses de marzo y abril están siendo un buen ejemplo de todo esto. Por orden cronológico, en marzo regresaron series de incuestionable relevancia como Better Things (HBO España), la punzante comedia de Pamela Adlon; The Good Fight (Movistar +), el drama legal anti-Trump escrito por Michelle y Robert King que ha vuelto más desaforado que nunca; la quinta temporada de Luther ya analizada en este blog o la segunda entrega de Gigantes (Movistar +), uno de los grandes hitos de la producción nacional reciente. Si nos fijamos en las novedades a priori más interesantes, el mes pasado se estrenaron After Life, la ¿comedia? de Ricky Gervais para Netflix; Love Death & Robots (Netflix), la serie antológica de animación para los amantes de la ciencia ficción; la curiosa The Bisexual (Filmin) o la ya comentada El misterio de la guía de ferrocarriles (Movistar #0). Y dejo fuera teleficciones solo aptas para (muy) fans de Neil Gaiman (American Gods 2T), Stana Katic (Absentia 2T), Brit Marling (The OA 2T) o Mark Hamill (Knightfall 2T).

¿Y en abril? Aunque todo el mundo está pendiente del estreno de la temporada final de Juego de Tronos (el domingo 14 en HBO y Movistar +), lo cierto es que el primer día del mes llegaron dos comedias tan potentes como la última y definitiva entrega de Veep (HBO y Movistar +) y Barry (HBO España) y hoy mismo se estrenarán lo nuevo de Movistar, Justo antes de Cristo, escrita por Juan Maidagán y Pepón Montero; y la primera producción sueca de Netflix, Arenas Movedizas, un thriller con falso culpable. Pero esto no es todo: el 8 regresa Killing Eve (HBO España), una de las sensaciones de 2018; el 10, HBO España presenta Fosse/Verdon sobre la relación entre el director y coreógrafo Bob Fosse (All That Jazz, Cabaret) con la bailarina Gwen Verdon y el 23 de abril llega la cuarta entrega de Gomorra a Sky España. De lado dejo infinidad de títulos que, chi lo sa?, quizá sean interesantes, quizá no, pero que no podré ver a no ser que alguno de mis gurús de cabecera haga que se dispare mi sentido arácnido.

Y ahora, al turrón.

Lo que hacemos en las sombras (HBO España)

En 2014, los neozelandeses Taika Waititi y Jemaine Clement estrenaron la película Lo que hacemos en las sombras, un falso documental en clave de comedia que desmitificaba la figura del vampiro a base de insistir en sus rutinas diarias. Ahora, Clement se ha marcado una nueva versión en formato serial que insiste en ese hastío cotidiano de quien va a tener que poner lavadoras eternamente. Con unos efectos especiales mejorados con respecto al original fílmico, el choque entre lo fantástico y lo prosaico se hace aun más patente. En el piloto, que dirige Taika Waititi después de haberse marcado la peli de superhéroes más desenfadada del universo Marvel (me refiero a Thor:Ragnarok) apunta un sinfín de ideas interesantes: desde el juego referencial que, al grito de “abajo las tradiciones”, subvierte la esencia de títulos de culto relativamente modernos sin reparar en su prestigio -del Drácula de Coppola o Entrevista con el vampiro de Neil Jordan, pero también la saga Crepúsculo- hasta la creación de un nuevo modelo de vampiro, el vampiro energético, que no es más (ni menos) que la elevación a la categoría de mito de una tipología a priori tan poco interesante como la de ‘el plasta’. A seguir.

Power (Starz Play)

Un tipo nuevo ha llegado a la ciudad. Se llama Starz Play, una nueva plataforma de VOD (Video On Demand), y está disponible en Orange TV. Si no tenía suficiente mirándose las novedades de Movistar, Netflix, HBO, Amazon Prime, Filmin o Sky, aquí tienen un nuevo catálogo en el que perderse repasando las series exclusivas que el canal americano trae a nuestro país. Y ojo porque entra a lo Corcuera, pegando una patada en la puerta. Lo hace con Power, un thriller creado por Courtney Kemp Agboh, una de las alumnas aventajadas del matrimonio King que ya figuró como guionista y productora en The Good Wife.

Aunque la serie ya va por su quinta temporada en Estados Unidos, el piloto se emitió en España el pasado 28 de marzo. James St. Patrick (Omari Hardwick y sus dos pectorales como dos gongs de orquesta sinfónica) acaba de cumplir su gran sueño, abrir el Truth, el garito que se convertirá en la estrella más brillante en la noche de la ciudad que nunca duerme. Sucede que además de empresario de éxito y padre de familia con tres hijos, James es, bajo el sobrenombre de Ghost, el enlace neoyorquino de una gran empresa mexicana de import/export y único distribuidor de sus productos, cocaína principalmente. Luego, como buen emprendedor moderno con sus MBA pagados y cursados, Ghost tiene sus subcontratas -bandas de todo pelaje y condición con sus respectivos capos- para que las entregas lleguen siempre a punto.

Todo se complica cuando uno de sus repartidores es asesinado convirtiéndose en la primera víctima de un ataque a gran escala que nadie sabe de donde viene. El nerviosismo se apodera de su principal socio y mano derecha, Tomy Egan (Joseph Sikora) un irlandés con menos paciencia que Inda en un concurso de debate escolar. Pero James, que es frío como un pingüino comiéndose un helado, elucubra una nueva estrategia para atajar la sangría cuanto antes sin provocar una guerra ni entrar en problemas con su proveedor, Felipe Lobos (Enrique Murciano). Sucede que hasta los témpanos se derriten cuando les aplicas calor. Y aquí el fuego lo pone Angela Valdés (Lela Loren), un antiguo amor que, 18 años después, está de vuelta en la ciudad y con el que Mr. Saint Patrick tiene ganas de recuperar el contacto… en todos los sentidos. Este thriller interracial y de alto voltaje sexual, despide su piloto con un giro magnifico: Valdés es ayudante del fiscal y su misión es capturar a Lobos y a su fantasmagórico distribuidor. El montaje paralelo con el que acaba el episodio en el que se traza el perfil de Ghost y se nos muestra a cada uno de los participantes de este juego del gato y el ratón en su entorno laboral, invita a pedir una nueva ronda.

Con una estructura narrativa muy clara en la que el espectador siempre tiene más información que los personajes, habrá que ver si esta relación extramatrimonial con interferencias laborales (ella tendrá que darle caza, aunque, por el momento, la identidad de Ghost es desconocida fuera del mundo del hampa) se sostiene y mantiene la coherencia a lo largo de la temporada. Seguiremos informando.

Hanna (Amazon Prime Video)

No son pocos los que afirman que vivimos en una época de carestía de ideas, en la que todo son remakes, spin-offs, secuelas o precuelas. Cuando pienso en las viejas series televisivas que se han transformado en películas (de Los hombres de Harrelson a El equipo A) y en la operación contraria (Hannibal, Fargo o Friday Night Lights), o en la indudable construcción serial de los universos Marvel y DC, no creo tanto que se trate de falta de inventiva como de necesidad de crear contenido a la velocidad del Halcón Milenario. Bajo la premisa de que la gente se aburre enseguida y hay que estimularla continuamente para que no abandone nuestro canal o nuestro producto, se crean un sinnúmero de sucedáneos cuya única finalidad es el consumo voraz e ininterrumpido (a ser posible). Así que creo que la cuestión no está tanto en la anemia creativa como en el exceso de producción dictado por el actual estado de las cosas.

Todo esto viene a cuento de Hanna, remake serial de la película dirigida en 2011 por Joe Wright a partir de un argumento de Seth Lochhead escrito en colaboración con David Farr, quien ahora ha desarrollado esta nueva versión para Amazon Prime después de trabajar en series como El infiltrado o McMafia. Lo más interesante del filme de Wright, que con esta película se desmarcaba de su trayectoria previa (Orgullo y prejuicio, Expiación), era no tanto una trama que mezclaba el actioner con el cuento de hadas, sino el despliegue de un amplio muestrario de modelos fílmicos centrados en las maneras posibles de rodar una escena de acción. Cada set piece afrontaba un duelo entre dos personajes o varios de una manera diferente y la cosa quedaba a medio camino entre el ejercicio de autoafirmación autoral (mirad lo que hago) y las innumerables posibilidades que ofrece el medio en la era Michael Bay (saben a que me refiero).

La serie estrenada el pasado día 29 arranca con el mismo argumento y con la desconocida Esme Creed-Miles sustituyendo a Saoirse Ronan en el papel protagonista. La nueva Hanna recupera, además, a la pareja de The Killing, Mirelle Enos y Joel Kinnaman, que heredan los personajes que en el original interpretaban Eric Bana y Cate Blanchett que estás en los cielos. Mitad relato de iniciación, mitad thriller de venganza, Hanna narra la historia de una joven, criada en mitad del bosque por un padre que huye de la CIA. La salida al mundo real de esta adolescente que se deshace de sus enemigos como si se cortara las uñas (con más facilidad si cabe, puesto que la higiene no es uno de los fuertes de la familia) creará, digámoslo de manera sucinta, el caos. El piloto arranca con el rescate por parte de sus padres y termina con su entrada en la civilización. La directora Sarah Adina Smith le da brío a las escenas de acción (y al relato en general), el guion sabe terminar en alto, casi obligándonos a pedir más mandanga, aunque ya sabemos que la buena de Hanna más que protagonizar una serie va a estar metida en un Call of Duty permanente y se va a encontrar con más enemigos que los que aparecen en el álbum de cromos de Villarejo. Ah, una pregunta: si Hanna y su padre viven como neandertales (ahora que están de moda), sin luz, ni agua potable (y sin llamadas de los pesados de Jazztel, todo hay que decirlo), ¿cómo es posible que guarden la suficiente munición como para que la chiquilla practique su puntería a diario durante años? En estas cosas me entretengo, ya ven para qué sirvió estudiar tanto.

Informer (Filmin)

Si hasta ahora hemos hablado de los primeros capítulos de algunas series estrenadas en las postrimerías de marzo, ahora nos centramos en esta producción británica que Filmin traerá a España el próximo día 9 de abril. Esta serie de seis episodios desarrollada por la pareja creativa que forman los seminovatos Rory Haines y Sohrab Noshirvani narra los contratiempos a los que se enfrenta Raza Shar (Nabhaan Rizwan), un joven de ascendencia paquistaní detenido por tráfico de drogas que será utilizado por la unidad antiterrorista de la que forma parte Gabe Waters (Paddy Considine) como informante para prevenir un posible ataque terrorista.

En la línea de las creaciones de showrunners como Jed Mercurio o Hugo Blick, Informer se esfuerza por buscarle los tres pies al gato y por crear personajes cargados de dudas. Como si estuviera inspirada en Maquiavelo, la teleficción dirigida al completo por Jonny Campbell (Doctor Who, Shamless, In the Flesh) muestra cómo, en la lucha contra el terror, cualquier estrategia es válida con tal de detener al enemigo (atención a la secuencia en el centro de detención de refugiados del final del piloto). Los agentes de la ley no dudan en violar los códigos que han jurado respetar bajo la firme creencia de que, en el fondo, los están defendiendo por otros medios. Un atentado en Rotterdam que ha causado 17 muertos y 63 heridos, y la presencia, meses atrás, del presunto instigador en Londres, dispararán una trama plagada de claroscuros. Resultan interesantes tanto la sobrexposición de la fotografía -esa luz casi cegadora para retratar los barrios humildes londinenses- como el uso reiterado del desenfoque, como si ese alumbrar las partes menos visibles de la sociedad o las más oscuras del sistema en lugar de permitirnos ver con claridad nos emborronara la mirada. A tenor de estos indicadores visuales, para dar con la verdad habrá que mirar mejor. Recuperemos pues, el stay tunned.

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