Hola, amigos.

Resulta que hace tiempo ya dedicamos una semana del concurso a la grafomanía, así que no repetiremos tema. Pido disculpas.

Como ayer vi el espectáculo de Mayumaná, y me gustó mucho, escribiremos sobre el ritmo, que también es esencial para una buena escritura y para una buena vida. El ritmo, amigos, a ver qué sabéis hacer con él.

Espero vuestros micros desde ya.

El ganador de la semana pasada, dedicada a las taladradoras, ha sido...: 

Posthistoria

En el siglo treinta, después de extinguirse la humanidad, los robots bailaban danzas tribales al son de taladros, sirenas y motosierras.

Difícilmente se puede encontrar ruido tan insoportable para el humano que el de una taladradora; quizá solo el que producen las sirenas y las motosierras, astutamente traídas al relato por su autor. La enumeración de estos insólitos instrumentos musicales es suficiente para que comprendamos la desolación y la agresividad que definirían un mundo post apocalíptico habitado por máquinas. Esa expulsión de la música de la Tierra conllevaría, con carácter previo, una expulsión de la vida humana y sus manifestaciones, y señala la posibilidad de otras formas de vida creadas por nosotros, pero muy hostiles a nuestras necesidades y a nuestra sensibilidad. Señala una amenaza. Para colmo, los robots del relato han heredado de los hombres el gusto por el baile, lo que le da al texto un sesgo irónico y negro, en el que parece hacerse presente la frase célebre conque Marx matizó a Hegel en El 18 de Brumario de Luis Bonaparte: la historia se produce dos veces, sí, pero primero como tragedia y luego como farsa. Aquí, la danza de las máquinas es una farsa sardónica, que se ríe de la extinción del hombre. Porque tras su extinción solo queda el fruto de su locura como especie: estos robots tribales que bailan al son de un ruido infernal.

Enhorabuena, Pablo Vázquez Pérez, por el relato, sobresaliente, y por el premio.

Otros micros pudieron haber ganado:

Pilar Alejos

Cuando su mujer desapareció en extrañas circunstancias, lo que más le dolió fue tener que deshacerse de la taladradora.



Objeto

La taladradora que pendía del cable fue objeto de la admiración de los visitantes de la exposición hasta que llegó el técnico y la retiró.

La Marca Amarilla

Tiró el taladro a la basura cuando vio todos sus cuadros torcidos.

Ana Marìa

Al enterarse que su vecino compró un piano a su hija pequeña para las clases, corrió al trastero a desempolvar el taladro.

Jorge Alonso Curiel

La mujer se alegró por la taladradora de la obra cercana. Aunque tampoco así su marido logró salir del coma.

Miguel Á. Molina“Brrrr”

Pasaba el día repitiendo ese sonido: “Brrrr”. En la cárcel todos creían que había perdido la cabeza; ayer faltó al recuento diario.



Saludos cordiales