¿Qué libro tiene entre manos?

Donde muere la muerte, el libro póstumo de Brines, un magnífico compendio de todo su universo, con cinco o seis de los mejores poemas que ha escrito nunca.

¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

Antes me lo tragaba todo. Ahora, en cuanto me aburro, lo mando al rincón de olvidar. No soporto, en especial, la altisonancia, la grandilocuencia, el patetismo.

¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?

Preferiría tomar una copa: con el conde Drácula. Siempre he favorecido a los noctámbulos. No me importaría disfrutar de su eternidad (pero en compañía selecta).

¿Recuerda el primer libro que leyó?

Recuerdo las adaptaciones infantiles de la editorial Aguilar, que me compraba mi padre. Me fascinaron dos: una de La Odisea, y otra del Quijote.

¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura? ¿Es de tablet, prefiere el papel…?

Casi siempre, por no decir siempre, en papel. Leo en muchos sitios: el sofá, el autobús, andando por la calle. Pero nunca en la cama antes de dormir. Compré un e-book, pero lo trato con absoluta indiferencia amorosa.

Cuéntenos una experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

No estoy seguro de si es cultural, pero se trata sin duda de una experiencia: a los 25 me diagnosticaron una Leucosis Linfoblástica Aguda. Eso sí cambió mi forma de ver la vida: desde entonces soy un huésped muy agradecido con el mundo.

Como Camus, ¿usted también diría que “lo que sabe con mayor certeza sobre la moral se lo debo al fútbol”?

No diría tanto, porque soy menos inteligente que Camus. Pero el fútbol es una escuela de vida, y debe enseñar la ética del esfuerzo, de la solidaridad, de la alegría victoriosa y de la resignación en el fracaso.

Pero, ¿qué tienen que ver el epicureísmo, el fútbol, la poesía y la amistad?

Son distintas formas de un mismo fenómeno: el buen vivir. Debemos rodearnos de lo que nos satisface, de nuestras pasiones.

No sé si su hijo ha leído la novela, pero ¿le ha metido un gol por la escuadra? ¿pensará quizá que es el Messi de nuestras letras?

Mi hijo la está leyendo, a su ritmo, y parece que le interesa. Más que un gol, le he metido un regalo por la escuadra. Le gustará que exista ese libro, cuando su padre ya no esté para darle la murga. Messi es una divinidad: me conformo con que me recuerde como su utilero doméstico.

Discípulo y admirador del último Premio Cervantes, ¿recuerda alguna anécdota del añorado Paco Brines relacionada con el Valencia, era muy forofo?

En los ascensores del Museo Guggenheim de Bilbao, le escuché recitar, sin un titubeo, a una señora, la mitológica alineación del Valencia que ganó al Athletic, por 3-6, el 22 de enero de 1950. Paco era un aficionado ilustrado, lo más alejado de un forofo.

¿Le importa la crítica, le sirve para algo?

Me suelen interesar y parecer más acertadas en la medida en que son enormemente elogiosas.

¿Qué película ha visto más veces?

Doce del patíbulo. La echaban eternamente en el cine de verano. A veces me la proyecto en sueños, íntegra.

¿A qué serie se ha enganchado?

A muchas. Mis cumbres son Los Soprano, The Wire y Downton Abbey.

¿Le gusta España? Denos sus razones.

Hay distintas Españas: me encantan las mías. No tanto las de algunos. Nuestra lengua, nuestra literatura, nuestra pintura, nuestra comida: eso da para varias eternidades.

Proponga una medida para mejorar la situación cultural de nuestro país.

Pondría una biblioteca pública en cada plaza, como las Cruces de Mayo.