Hola, amigos. 

Podéis empezar a escribir sobre la juventud. 

El ganador de la semana pasada, dedicada a los camareros, ha sido...: 

La arena del reloj

Inesperadamente, su dilatada experiencia como camarero le impidió disfrutar de aquella copa al otro lado de la barra.

Aquí el adverbio con que comienza el relato es clave de su valor, porque sin él la gracia sería otra. El adverbio indica un cambio radical en el ánimo del protagonista, nos dice que su decepción es súbita y señala el instante en que se produce el desenlace. Y este desenlace lleva regalo: una elipsis certera, que nos habla con claridad de los sinsabores de la profesión del protagonista y, a partir de ahí, de su identificación fatal, deprimente, con el camarero que le ha servido la copa. Cuando se trata de relatar con tanta brevedad, una sola palabra, una sola pieza del mecano, puede dar una consistencia insólita al cuento o estropearlo sin remedio. En la brevedad de estos relatos se desnuda la habilidad de los escritores porque la idea es, casi siempre, lo de menos, y lo de más es cómo se construye tal idea, con o sin misterio, con o sin gracia, con o sin fuerza. Honor y gloria para los microrrelatistas, pues. Honor y gloria para La arena del reloj, a quien damos la enhorabuena por su relato y por el premio. 

¡Bravo, Nuria Rubio González!

Otros micros pudieron haber ganado (también muy buenos):

Chevís

Como siempre que cambiaba el testamento, había un camarero delante.

Tetix

Hablaba de política con sus clientes. Ya no le quedaba ninguno que llevara corbata.

Soy yo

Al acostarse, se dio cuenta de que no debería haber tratado mal al camarero antes de pedirle el descafeinado.

Cuncunul

En el restaurante caníbal los camareros duran poco.

Pilar Alejos

Todos los camareros eran mudos en aquel restaurante frecuentado por mafiosos.

Saludos cordiales