¡Buenos días!

Estuvieron a punto de ganar los siguientes poemas:

Linda Fernández

En la jaula de cristal

cabalgan los océanos

sobre párpados grises.

Imágenes delicadas con varios niveles de interpretación, con hondura en los cauces que nos proponen. Es una poética que huye del discurso directo, o incluso de la sugerencia, porque consigue llegar a la emoción a través de impresiones sutiles como parpadeos.

Natalio Linaceros

El tiempo era una flecha, la sombra del azar

disfrazado en las dalias, y ahora es el gusano

que enmohece el metal de los televisores.

Poema poderoso verso a verso, mediante afirmaciones que levantan un territorio propio, una poética de fuerza sonora y circular, porque nos va guiando lentamente antes de ofrecernos el descubrimiento de la fragilidad y el riesgo de vivir, con un gran cierre.

lisa voraz

En familia esculpimos la pantalla

fundida a terciopelo negro.

Llevamos muertos un siglo.

Aquí la sutileza se vuelve más sombría, con una estampa ante el televisor que se va generando lentamente a sí misma -muy bueno el segundo verso, que le da color e intensidad y es punto de giro-, antes de abismarse en la oscura revelación final.

Pero el ganador es:

Eliseo

Devoro los alfileres de la eternidad

Con imágenes copiadas al vidrio de las llagas:

Visiones ardientes, sal del mundo.

Poema con imágenes originales y punzantes, entre la percepción y el atisbo existencial, con la mirada extendida sobre imágenes muy sugerentes -pero que son conscientes de su procedencia, de la carga que arrastran-, antes del espléndido verso final que nos conduce a otras latitudes, en esa transparencia que nos hace asomarnos nuestro reflejo.

Tema de la semana: “Entre padres e hijos”. Entre padres e hijos, con su luz de distancia, con su idioma interior. Entre padres e hijos, entre hijos y madres, en esta reclusión, con su día a día, o en otro encierro del alejamiento. Familias separadas, vidas rotas, la luz que no se ve por la ranura, con su fiebre al acecho de encuentro o de derribo. Escribamos sobre esto en 3 versos y no más de 140 caracteres: de ese espacio total entre un hijo y su padre, que se escribe en el tacto de un tiempo interminable.