¿Qué libro tiene entre manos?

En este momento El clamor de los bosques, de Richard Power, un curioso ensayo de DH Lawrence sobre el Apocalipsis y El caballero encantado, de Pérez Galdós.

¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

Jamás he dejado de terminar un libro por rollo que fuera.

¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?

Con nadie. Es mejor admirar a la gente de lejos.

¿Recuerda el primer libro que leyó?

No exactamente. Desde muy pequeño leía de todo.

¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?

Leo en papel y en ebook, menos en ordenador y tablet.

Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

Ver con 10 años a Stravinski en Madrid. Me abrió horizontes que aún no he acabado de recorrer.

¿Cómo definiría Policías y ladrones?

Es una zarzuela sobre temas actuales, con partes habladas y números musicales cerrados. Es mi música, pero también cumple su función de ser hoy lo que la zarzuela fue.

¿Son estos días de encierro propicios para la composición?

Evidentemente, sí. Estoy terminando Human Tides (Mareas humanas) sobre las migraciones. Lleva orquesta de cuerda con mezzo y percusión y entre los movimientos hay recitados con música electrónica y vídeos que yo mismo he hecho.

¿Con qué piezas y compositores lleva la cuarentena?

He escuchado cosas tan dispares como un raga hindú, el final de la Daphne de Richard Strauss, que es una delicadeza, y Uaxuctum de Giacinto Scelsi, arrolladora.

¿Cuál es el factor clave en la indiferencia de la sociedad española hacia la música clásica?

La educación, una nefasta enseñanza y unas clases dirigentes impresentables.

¿Hasta qué punto han cambiado las formas de consumo musical con el streaming?

Mucho. El soporte físico es casi residual, algo para regalar a los amigos.

¿De qué forma ha afectado al compositor?

Puede darse a conocer mejor y, al mismo tiempo, cada vez recibirá menos ingresos.

¿Qué obra reciente le ha impactado?

Lo último de Kaija Saariaho.

¿Le importa la crítica, le sirve para algo?

Pues no mucho y depende de quien la haga. Por otra parte, es algo en extinción en los medios. No echo de menos la crítica sino una información más amplia y comprometida.

¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?

Me emociona y eso es entenderlo.

¿Qué es entender a Mozart?

Las artes no son para entender sino para sentir y ese sentir es a la par sensorial, emocional e intelectual.

¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado? Ejerza de crítico.

Rembrandt y el retrato en Ámsterdam, en el Museo Thyssen. Interesante por él y por su entorno de pintores.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

Sin ser en absoluto coleccionista, tengo obras de artistas que fueron o son amigos como Fernando Zóbel, Martín Chirino, Lucio Muñoz, Eusebio Sempere, Gustavo Torner y bastantes más.

¿Le gusta España? Denos sus razones.

Me gusta pese a que es manifiestamente mejorable. Los españoles siempre han estado mal gobernados, al borde de la miseria y de la incultura, pero han sido capaces de hacer individualmente cosas maravillosas. Es un país fortísimo con todo lo que ha soportado. Su geografía, su cultura histórica y su manera de vivir son extraordinarias.

¿Qué primera medida tomaría tras esta crisis para mejorar e impulsar la situación cultural?

Educar, educar, educar… y creernos de una vez que la cultura es necesaria. No es un gasto superfluo.