¡Buenos días!

Estuvieron a punto de ganar los siguientes poemas:

186, de Juanjo Maíllo

Agitaron sus alas arcángeles de humo

quedó el campo baldío a sus espaldas

un abismo de sombra los abraza

Hay belleza plástica en esos elegantes “arcángeles de humo” con su reminiscencia

posterior a la tierra baldía que también pisó Eliot, frente a ese “abismo de sombra” que

al final nos abraza. Muy buen poema, con su eco de Rilke y su exactitud metafórica.

124, de Floky

Todos tenéis ya una voz.

Ahora os faltan las palabras

para no seguir siendo títeres.

En su tono de poesía directa interpelativa a la colectividad de sujetos, el comienzo es

vibrante y magnético. También el reproche o la advertencia, porque sin “palabras” todos

seguiremos “siendo títeres”. Tensión verbal y compromiso si alarde en un buen poema.

3, de María José Viz Blanco

Un millón de zapatos vacíos,

en aquella orilla amarga,

reclaman aliento.

La desolación de vivir, la ausencia, la orfandad, la pérdida infinita, está contenida en ese

desasosegante “millón de zapatos vacíos” que pueden alcanzar miles de interpretaciones, aunque siempre desazonan. El “aliento” final es el poema. Muy bueno.

Pero el ganador es

176, de Tres pasos

Preludio del balbuceo

del tímido despertar de la palabra

en el lecho donde se gesta el lenguaje.

Antes del primer sonido, antes incluso de que cualquiera de nosotros tengamos la

capacidad de escucharnos, “Preludio del balbuceo” es el comienzo del fuego del idioma,

ese “lecho” previo a su caudal, al “tímido despertar de la palabra”. A partir de ahí

podemos levantar una identidad, un poema, un país, porque el lenguaje es la vida.

Tema de la semana: “Regreso a casa”. Volveremos a casa, con su fuego verbal.

Volveremos a nuestra propia Ítaca, que nos está esperando, después de atravesar

océanos de tejidos, de labios y palabras que pudieron nombrarnos, que fueron nuestros

gestos, nuestra alegría, el silencio. Volveremos a casa, dentro de la llama inaugural, y

recuperaremos nuestro sitio al calor de la mesa. Escribamos de esto en 3 versos y no más de 140 caracteres: sobre nuestra necesidad de volver donde todo empezó, donde

una vez pudimos ser felices -por momentos- y esperar de la lluvia su primera virtud.