Pablo Fidalgo

El dramaturgo y poeta llega a la Sala Cuarta Pared, dentro del Festival de Otoño a Primavera, con Habrás de ir a la guerra que empieza hoy, una biografía escenificada sobre su tío abuelo, exiliado tras la Guerra Civil, que el autor utiliza para hablar sobre el proceso de reconstrucción de la historia de nuestro país.

Dramaturgo a la vez que poeta, Pablo Fidalgo (Vigo, 1984) exploraba ya en la performance O estado salvaxe. Espanha 1939 la temática de la Guerra Civil a través de la visión de su abuela, ofreciendo "un testimonio de alguien que ha vivido casi todos los acontecimientos importantes del siglo XX". Ahora le toca el turno a su tío abuelo, Giordano Lareo, exiliado tras la guerra, cuyo periplo vital sirve como ejemplo y excusa para hablar sobre el proceso de reconstrucción de la historia, no solo de su familia, sino también de nuestro país. "Dejar pasar la Guerra Civil significa estar condenados a no entender nada, a ser juguetes en manos del poder. Allí, en esa masacre, está la explicación del miedo y del silencio que hacen que este país no se atreva a conocer su propia historia". Habrás de ir a la guerra que empieza hoy, que se estrena el próximo jueves 26 en la Sala Cuarta Pared con el actor portugués Cláudio da Silva como protagonista, remueve conciencias con la sutilidad de un golpe de viento y nos obliga a hacernos preguntas y a reflexionar sobre qué sabemos del pasado.



Pregunta.- El tema de la guerra y sus secuelas parece un poco trillado, ¿por qué revisitarlo una vez más?

Respuesta.- Quizá ha sido un tema usado, manipulado, explotado. Pero yo creo que quedan por contar las corrientes afectivas que están por debajo de la historia oficial, las vivencias de cada hombre y cada mujer, sus miedos íntimos, sus conflictos interiores, sus luchas del día a día. La historia de mi familia, como la de muchas familias españolas, no estaba contada, no estaba completa. Todo ha querido resumirse y simplificarse y nuestra tarea es revelar la complejidad, solo así podemos ser fieles a lo que sucedió.



P.- Ya trató este tema en O estado salvaxe. Espanha 1939, ¿qué nueva visión ofrece aquí?

R.- Hago obras después de una experiencia transformadora. Siempre hay un objeto, un material que desata todo; después el trabajo se va imponiendo de alguna manera, se hace imposible de ignorar. En O estado salvaxe fueron las películas grabadas en 8 y super8 por mi abuelo. En este caso es el Papirozoo, el libro de origami publicado por Giordano Lareo, tío de mi abuelo, en Buenos Aires en los años 40. Tanto en esas películas como en el libro de Giordano hay dos visiones particulares y valiosas de la historia española.



P.- ¿Qué supuso el exilio para los afectados, el verse fuera de su país?

R.- Imagino que cada exiliado lo vivió a su manera, íntimamente. En Buenos Aires estuvimos en el Café Iberia, y en la Perla del Once, lugares donde los exiliados se reunían. Buscamos las huellas de Giordano, sabíamos que murió en Mar del Plata, pero no encontramos su fecha de defunción. Allí acabé el texto de la pieza. Conocí origamistas para los que el libro de Giordano es casi un mito y entendí que mi familia llegó más lejos de lo que durante muchos años había creído.



P.-¿Qué representa el país de acogida, en este caso Argentina, para el exiliado?

R.- Creo que el exilio fue el mal menor, significa que esas personas pudieron seguir su vida, transmitir su conocimiento y sus ideas en países que los acogieron, en general, muy bien. Es muy difícil para mí saber realmente lo que fue la vida de Giordano, pero creo que hay un hilo, un arte de vivir y de moverse por el mundo que no se rompe. Me gusta mucho pensar en ese poema de Cernuda con el que después dialogó Valente: Soñaste un poeta futuro/ y al final lo engendraste/ y hoy puede así el futuro hablar contigo.







P.- ¿Cómo plantea el montaje?

R.- Es una pieza muy sencilla, un poema dramático. Una voz enfrentada al tiempo, al olvido, al miedo y al silencio. Como solo hay una acción no sería bonito contarlo. Pero en la pieza hay barcos, aviones, tumbas, pájaros, molinos de viento. Está Lluis Llach cantando a Pere Quart, y Ane Brun versionando a Mercedes Sosa, así que estamos bien protegidos.



P.- Usted vive desde hace tiempo en Lisboa, ¿qué similitudes existen entre esta generación de exiliados y la gente que emigra en la actualidad?

R.- Por un lado, te diría que no se puede comparar, que en la República se luchó una guerra y todo eso. Por otro, sabemos que es el mismo exilio, que lo que antes era política hoy es solo economía. Esa es la brutalidad que empezó con la Guerra Civil, y que continúa hasta hoy. El exilio actual es la causa de no haber hecho justicia y de no haber reparado nuestra historia. Por otro lado, para hacer un trabajo así creo que es importante estar reconciliado. En todo caso, con este proyecto se acaba el trabajo sobre mi historia familiar.



P.- La obra tiene un tono muy lírico, ¿se debe esto a su faceta de poeta? ¿Cómo se compagina el cultivar varias artes, la poesía con el teatro?

R.- Todo es parte de lo mismo. En la pieza la soledad de la escritura y la lectura están muy presentes. El origami, el monólogo, la búsqueda de un interlocutor, todo es parte de un gesto y de una verdad vital, que Cláudio da Silva tiene. Cláudio nació en Angola y fue exiliado a Portugal cuando estalló la guerra civil en su país. Ese encuentro entre tres exiliados lo entiendo como un milagro. Para mí la poesía está en no parar, en continuar, en ir donde te llamen, ese es el oficio del teatro y de los primeros poetas, siempre con las maletas hechas, siempre con la cabeza alta.



P.- Ha sido elegido mejor espectáculo de Portugal en 2015 por el periódico Público, ¿por qué una historia de otro país llega tanto a un público extranjero?

R.- Primero, Portugal también tiene su dictadura, sus colonias y su historia de represión. Es una historia universal. ¿Qué hacemos con Siria? ¿Qué hacemos con la extrema derecha austriaca? Miramos hacia otro lado. Creo que en Portugal la pieza se lee como algo propio y a la vez ajeno, quizá eso les da la distancia adecuada para posicionarse, para conmoverse y cuestionar su propio relato.