Jesús Ulled

El periodista y escritor escritor publica Final de travesía (Destino), una novela que recoge la peripecia vital de Antonio Altemir, alter ego de su padre, de cuya mano asistiremos a las luchas políticas de la Barcelona de principios del siglo XX y al debacle paulatino de la República, que le conducirá al destierro.

1937. Antonio Altemir se halla a bordo del Catania rumbo a Buenos Aires, con el fin de reunirse con su esposa Elisa y su hijo recién nacido, a quien todavía no conoce. Antonio ha estado a punto de ser fusilado por Franco. Salvado in extremis y encarcelado durante meses, finalmente toma el rumbo del exilio y se aleja de un país y unas ilusiones que se derrumban con la llegada del franquismo. Antonio recordará, con melancolía, lo que ha sido su vida hasta entonces. A través de su memoria reviviremos de la Barcelona de principios de siglo, donde él y sus hermanos se implicarán desde muy jóvenes con los movimientos políticos anarquistas capitaneados por Lerroux. El escritor y periodista Jesús Ulled (Río de Janeiro, 1937) recupera en Final de travesía, la vida de su padre (oculto tras el seudónimo de Antonio Altemir), de cuya mano asistiremos a las luchas políticas de la Barcelona de principios del siglo XX y al debacle paulatino de la República, que le conducirá al destierro.



Pregunta.- Su padre tenía intención de publicar un libro basado en sus experiencias, ¿por qué decide usted publicarlo ahora?

Respuesta.- Mi padre dejó escrito un manuscrito, unas memorias políticas, que en su momento era imposible publicar porque estamos hablando de los años más duros del franquismo. Desaparecido Franco, comenzaron a emerger una cantidad ingente de libros que no había sido posible publicar antes, y consideré que éste, por su temática y la época a la que se refería, quedaba fuera del posible interés editorial. Se me fue quedando en la biblioteca, y me decía "tienes que hacer algo". Entonces a raíz de mi anterior biografía sobre Jacques Leonard, Destino me propuso hacer algo similar, y no lo dudé.



P.- Actualmente está en auge la biografía, las memorias, ¿por qué decide publicarlo como novela?

R.- El material no me permitía hacer una biografía consistente porque no tenía suficiente información, pero sí he podido novelar con mucha facilidad respetando el sentido original de los apuntes de mi padre, donde la parte biográfica era mucho menos importante que la parte política. El relataba los acontecimientos políticos donde había participado y daba opiniones sobre cómo veía aquello en esa época.



P.- La historia arranca en la Barcelona de los 'Años de plomo', ¿por qué se llego a esa escala de violencia tan grande?

R.- Esa gran conflictividad viene dada por una reacción de la clase obrera ante el maltrato de los patrones, que se empieza a dar a principios de siglo. En ese contexto surge el Partido radical de Lerroux, que consigue organizar a los obreros sus reivindicaciones. Se expande el anarquismo y comienzan a producirse atentados contra burgueses y empresarios. Ante esta situación, la burguesía reacciona creado una contraofensiva, la Unión de Sindicatos Libres que atacaban a los pistoleros obreros. Se pasaban la vida asesinándose los unos a los otros, lo que provocó una cantidad importantísima de muertos entre obreros y empresarios.



P.- Después de todos estos graves conflictos sociales se fueron haciendo conquistas, ¿tiene la sensación de que en la tesitura actual que vivimos se va perdiendo poco a poco todo por lo que lucharon entonces?

R.- Creo que consiguieron pequeños logros, especialmente por contraste a su situación anterior. Yo diría que, con el paréntesis de la dictadura y salvo la situación actual de crisis económica, lo que tenemos hoy en día en cuanto a prestaciones sociales ha avanzado muchísimo desde entonces y, en líneas generales, se mantiene. Lo que probablemente se está perdiendo es la fe en la política que entonces tenía la gente.



P.- A pesar de vivir en la era de la información, ¿la gente de esa época estaba muchísimo más enterada e implicada en la política?

R.- Sin duda. En esa época se vivía y se sentía la política mucho más. Y eso que antes no existía la cantidad de medios de comunicación masiva que hay hoy en día. Los dos grandes mecanismos para llegar a la gente eran los mítines, que podían ser monstruosos en cuanto a volumen de público, y la tendencia de cada identidad política a crear su propio periódico, porque era la manera de llegar a la gente. No existía el bombardeo televisivo ni, por supuesto, las redes sociales, que hoy en día han cambiado todo el juego político.



P.- La novela muestra los entresijos del gobierno republicano, los desajustes, la inexperiencia, el tema de la corrupción, que saltó con el estraperlo… ¿tenía que fracasar la República?

R.- Sí. Había tomado una deriva en el que los enfrentamientos personales y la inoperancia para gobernar la llevaban directamente al fracaso. El primer bienio de la República fue muy progresista, y sin embargo durante el segundo, por haber tenido que pactar Lerroux con la derecha, se empezaron a derogar las leyes más avanzadas. No había manera de gobernar. Además, detrás de esto estaba el ruido de sables, algo que entonces era mucho más pensable, y ahora afortunadamente ni lo podemos imaginar, sobre todo las nuevas generaciones. Así que terminó pasando lo que ya sabemos.



P.- ¿Se puede establecer con el caso del estraperlo un paralelismo con la actualidad? ¿la corrupción es un mal endémico de España?

R.- Yo creo que ahora es un mal endémico, pero hay diversos niveles de corrupción. Lo que había antes era un enchufismo muy extendido y temas de concesiones, pero echar mano a la caja, era lo menos frecuente. No tiene punto de comparación con la actualidad. Lo del estraperlo fue convirtiéndose en un lugar común, porque los enemigos políticos de Lerroux supieron sacar partido. El estraperlo en realidad fue una verdadera tontería en cuanto a su dimensión, algo casi privado relacionado con allegados del presidente. Pero el escándalo y la debilidad política del gobierno generaron la dimisión de Lerroux, que no tenía responsabilidad real. Ni el volumen, ni el resultado, ni la actitud del que cargó con la culpa, tiene nada que ver con la situación de ahora.



P.- Otro apunte que parece sacado de la actualidad es el tema de Cataluña, que ya entonces tenía una corriente independentista que figuras como su padre no entendían, porque consideraban que no era viable una separación. ¿Es viable ahora?

R.- No era viable entonces principalmente porque el gobierno no estaba dispuesto a admitirla, igual que ahora. Los sucesivos gobiernos siempre han sido totalmente reacios a la independencia catalana. Yo personalmente pienso que los independentistas lo tienen muy difícil, y que tampoco responde a una mayoría tan absoluta como se dice en los medios, porque ni siquiera la mitad de los catalanes han estado de acuerdo con estos planteamientos.



P.- Antes, cuando la gente estaba más politizada, había menos independentismo. Ahora que la gente está más politizada, ¿por qué hay más volumen de separatistas?

R.- Cierto. Antes no había este tremendo volumen de independentismo que hay ahora. La actitud del gobierno central ante cosas como el Estatuto, y campañas como las del PP buscando firmas por toda España en contra de Cataluña, han ido incrementando la sensación de maltrato que puede tener el catalán, lo que provoca un rechazo y una idea de escisión muy bien aprovechada por los políticos catalanes.