Alfonso Albacete

El artista expone Del natural en la galería Juan Silió hasta el próximo 11 de junio

A principios de los años 80 Alfonso Albacete (Antequera, 1950) se autorretrataba trabajando sin mostrar los resultados de lo que pintaba. Echando la vista atrás cree que su pintura de juventud estaba llena de energía y en la de ahora, en cambio, hay más sabiduría, más complejidad, menos inocencia. "La receta no es sencilla", comenta. Y es que sus influencias están en todas partes. En Juan Bonafé, en Cézanne, en Seurat, en Bonnard, en Piero della Francesca, en el expresionismo americano, en el pop y "todo aderezado con un empacho conceptual de los años 70". Ahora expone Del natural en la galería Juan Silió para la que ha reunido piezas de sus dos últimos exposiciones en las que hay "una relación directa con algo existente, con el modelo pero no para una reproducción fiel sino para alterar la visión de las cosas", matiza.



Pregunta.- Le gusta ese juego de interior y exterior. ¿Qué es lo que le interesa de ese binomio?

Respuesta.- Hay ahí una relación con la pintura que cambia según se plantee en un lugar exterior o interior. El interior siempre lo identifico con el estudio o con el espacio expositivo y la situación exterior, el paisaje que siempre es un fragmento de algo porque es un elemento completo en el que te tienes que reducir a una parte. El interior es algo mental, algo que sale de tu cabeza. En cambio el paisaje exterior tiene algo de abstracción donde aparecen muchos elementos de azar.



P.- ¿Cómo gesta cada obra?

R.- He estudiado arquitectura y en esa disciplina hay un programa de necesidades para un edificio. Voy recopilando datos o imágenes que me interesan como puede ser el paisaje fugaz desde una ventanilla de un tren; la dejas, la fijas, la vas conectando con otras imágenes y al final elaboro un discurso alrededor de eso que procuro que quede lo más claro posible antes de meterme en el proceso. Para mí el proceso de pintar tiene su propia vida, es una especie de performance.



P.- Y, ¿qué significa para usted la pintura?

R.- La pintura tiene dos vertientes. Por un lado la física, la relación entre líquidos de colores y situaciones reales o imaginadas. Y la otra, la que a mí me interesa, es la mental, esa idea clásica de poner de manifiesto una idea o hacerla visible a los demás.



P.- En alguna de las obras incluso pinta lo que podría ser una exposición ya montada. ¿Le gusta imaginar cómo van a dialogar las piezas con el espacio?

R.- Cuando estoy pensando en una exposición pido referencias y pienso en el espacio donde van a aparecer. Algo que sería un motivo para transformar una situación mental en una pintura. Pero el tema del cuadro dentro del cuadro cada vez me interesa más porque imagen te permite trabajar con dos lenguajes muy diferentes sin caer en el collage ni el pastiche. La persona que lo ve lo percibe de una manera natural, está viendo la exposición y, al mismo tiempo, viviendo una situación y viendo su representación.



Natura diez y, a la derecha, Natura dieciséis

P.- De lo que cuenta se puede intuir que le importa cómo van a dialogar las piezas con el espacio.

R.- Para mí la exposición tiene un componente discursivo más que los cuadros individuales. Cada cuadro tiene un discurso y el conjunto tiene otro.



P.- ¿Cuál es la influencia de la arquitectura en su pintura?

R.- Yo creo, al contrario de lo que mucha gente cree, que la pintura y la arquitectura son dos procesos diferentes que van incluso en direcciones contrarias. En arquitectura se maneja mucho el rigor, partes de un conjunto de ideas que buscan su situación óptima y la tienes que convertir en algo útil. En arte pasa lo contrario, a veces partes de la visión de algo útil para convertirlo en algo simbólico.



P.- De hecho en muchas de sus obras se despoja de esa perspectiva tradicional.

R.- La manejo y la utilizo de una forma un tanto perversa. Por haber pintado y estudiado arquitectura tengo bastante práctica en el tema de la perspectiva y puedo jugar con ella, pervertir la situación y proponerle nuevos juegos visuales al espectador.



P.- ¿Qué papel tiene el espectador en todo esto?

R.- Lo que intento es dar una situación bastante abierta, acoto el tema pero sin cerrarlo totalmente. Pienso que uno de los grandes valores de las artes plásticas, sobre todo de la pintura, es que supera la narrativa que lo ha generado. Pasa también en la pintura antigua, mucha gente que ve cuadros antiguos no sabe realmente cuál es el discurso que lo generó y sin embargo puede volcar su pensamiento. La persona que mira una obra mía no tiene la misma cultura, ni los sentimientos, ni los deseos que yo así que le propongo algo. Cada vez creo más que la atracción de la pintura se da porque el espectador se sitúa en el papel del artista, se imagina el modelo o la idea y al mismo tiempo tiene el resultado final.



P.- Varias de las piezas están pintadas tal y como dice el título, del natural. ¿De dónde son los paisajes?

R.- Hay varias localizaciones aunque todos están trabajados en el estudio. Las referencias al mar son de Almería, sobre todo de la zona de Mojácar. Los cuadros grandes de los huertos son esa especie de performance que montaba en el jardín de mis padres en Murcia donde me vestía de pintor al estilo francés y pintaba a la gente desnuda. Hay otro momento clave que son los cuadros donde aparece el mismo motivo; una maceta a medio secar, aparece mi terraza en Madrid frente del mar de Mojácar y en la galería Marlborough donde se expusieron por primera vez.



@scamarzana