Recuerda Fernán Gómez en sus memorias (El tiempo amarillo) que a José Sacristán se lo puso muy difícil en el rodaje de Viaje a ninguna parte. Le pidió que estuviera dos horas delante de la cámara y que no se le viera. Y así lo hizo: clavó el personaje de hombre apocado y anodino, gris mate. Ese registro, en cambio, no es el que ha ejercido sobre las tablas, de las que nos se aparta en los últimos años. Papeles prominentes como El hombre de la Mancha le han brindado mucha proyección mediática. La temporada pasada también tuvo mucho eco su trabajo en El loco de los balcones, la obra de Vargas Llosa que estrenó en el Teatro Español. Y a partir del jueves, junto a Javier Godino y dirigido por Juan Carlos Rubio, presenta en Matadero Muñeca de porcelana, la pieza más reciente alumbrada por David Mamet, que vuelve a encararnos con la crudeza de las luchas de poder: la competencia feroz, la rapiña macrofinanciera, la arrogancia, la testosterona descontrolada, los diálogos vertiginosos y viscerales, las trampas...

Pregunta.- Muñeca de porcelana Se estrenó en 2015 en Broadway y esta es la primera producción que se hace después. ¿A dónde quiere llegar a Mamet esta vez?

Respuesta.- El tópico sería decir que hace una radiografía del poder. Pero en realidad lo que le hace es una colonoscopia, le mete por el culo la sonda y muestra su lado más miserable, grotesco y siniestro. Incluso a veces provoca la risa y la piedad. Va muy en la línea del Mamet anterior, uno de los testigos más lúcidos y corrosivos de nuestro tiempo.

P.- Es una obra que transcurre durante 24 horas, llena de golpes de efecto, giros, diálogos a un ritmo endiablado... Difícil seguirle el ritmo a Mamet, ¿no?

R.- Esta obra es un ejercicio magnífico para un actor. Al Pacino debe de tener ofertas por un tubo y decidió involucrarse en este proyecto. Está claro que por algo sería. Es un desafío muy atractivo. En el fondo lo que Mamet quiere es mostrar la responsabilidad de los votantes al poner a determinados personajes en posiciones de poder. La clase política está ahí porque hay una sociedad que los elige, eleva, aplaude y, llegado el caso, los protege. Sin cargarnos con doctrina, pone sobre el tapete una realidad que nos afecta a todos.

P.- O sea, carga la culpa en la sociedad más que en los políticos...

R.- No, simplemente le atribuye su parte de culpa en el desastre. Es algo que me resulta muy cercano: ahora veo retrospectivamente todos esos mítines del PP en Valencia con miles y miles de personas aplaudiendo a una panda de chorizos durante 20 años. Pues por ahí va la cosa.

P.- Decía que Mickey Ross es un personaje muy atractivo para un actor. ¿Qué es lo que le ha empujado a usted para darle el ‘sí quiero' a Juan Carlos Rubio?

R.- Me interesa su proceso de decadencia. Vamos viendo cómo se va despeñando del pedestal y va cayendo poco a poco en desgracia. Es un hundimiento originado por lógica interna del poder. Él, tan poderoso, también es víctima de otros focos de poder que están por encima de él. Es como el cazador cazado. Le aplican la ley del más fuerte en la jauría del poder.

P.- Es la primera obra que hace de Mamet. ¿Es un autor que le interesaba de antes?

R.- Me ofrecieron hace tiempo hacer Oleanna, pero no pude por culpa de fechas. Sí, me interesan mucho. Tiene una vocación por las piruetas, por los fuegos de artificio y por epatar, pero eso no evita que sea un testigo muy afinado de nuestra época.

José Sacristán junto a Javier Godino en 'Muñeca de porcelana'. Foto: Sergio Parra

P.- ¿Ha visto el trabajo de Al Pacino?

R.- No he querido verla. Prefería hacer mi propia composición. Creo que las críticas no han sido favorables. Pero en este mundo hay todo tipo de opiniones, ya se sabe. Nosotros estamos muy contentos con la marcha de los ensayos. Estoy muy a gusto con Javier Godino, con el que ya compartí escenario en El loco de balcones, y con Juan Carlos Rubio, con el que trabajo por primera vez.

P.-¿Es Pacino un actor al que mira con atención, del que siente que puede aprender todavía cosas?

R.- Es un fuera de serie desde que apareció en esto de la interpretación y con el tiempo ha ido a mejor. Pero yo creo que a estas alturas, fíjese, aprendo más de los jóvenes. Es en ellos en quien hay que fijarse.

P.-¿Qué destacaría de Juan Carlos Rubio, un autor y director tan en boga últimamente?

R.- Es un director muy atento a los pequeños detalles, con mucha sensibilidad, muy minucioso. Hay una cuestión fundamental para mí en este trabajo: su parte lúdica. Que vaya a ensayar y disfrute. Y con él esto es una delicia.

P.- Parece que donde disfruta especialmente es en el teatro. No se aleja de las tablas...

R.- Nunca he dejado el teatro. En los últimos años he hecho El hombre de la Mancha, My Fair Lady, Muerte de un viajante, Amadeus, Danza macabra, Un Picasso y El loco de los balcones. Ahora estoy simultaneando cine, teatro y televisión. Es una suerte estar en los tres medios. Lo que sí abandoné un tiempo fue el cine, pero porque no me llegaba nada de interés.

@albertoojeda77