Fernando Colomo

El cineasta madrileño estrena Isla bonita.

Fernando Colomo (Madrid, 1946) se lanza al vacío (o casi) en su nueva película, Isla bonita, una comedia fresca y naturalista que nos cuenta el viaje a Menorca de Fer, un veterano realizador publicitario venido a menos, para rodar un documental. Allí se cruza con una escultora y su hija, con las que establece una peculiar relación que podrá darle un nuevo sentido a su vida. Colomo se pone con soltura y gracia delante de la cámara para interpretar por primera vez al protagonista, en un proyecto humilde y sencillo, rodado con poco dinero. Para ello, el cineasta madrileño se libera del guion y deja que los actores, que se interpretan a ellos mismos, dan forma a los diálogos. El resultado es un filme extrañamente personal, libre y muy divertido.



Pregunta.- ¿Cómo surgió la idea para esta película?

Respuesta.- Poc a poc, que es una expresión muy menorquina. Había estado en la isla en los años 80, que fue cuando la canción de Madonna, Isla bonita. Se me unieron las dos cosas y pensé que estaría bien hacer una película allí y llamarla precisamente Isla bonita. Incluso se me ocurrieron algunas cosas a partir de personajes que conocí pero, como en tantas otras ocasiones, no fraguó el tema. Después, hace tres o cuatro años, volví a Menorca y para mi sorpresa, salvo dos o tres burradas, lo encontré prácticamente igual (aunque los lugareños digan lo contrario). Volví a encontrar la misma isla naturista, tranquila, de calitas, en la que me encontraba fenomenal y conocí a algunos de los personajes de la película como la escultora Nuria Román. Visité su casa que me encantó, con su estudio, la cala donde efectivamente se daban baños y empecé a pensar que se podía hacer una película allí. Además, pudiendo trabajar en en Menorca porque vas a trabajar en Madrid, ¿no?



P.- Curiosamente la hija de Nuria Román es actriz, un casualidad que le venía perfecta para la película...

R.- Fue el descubrimiento definitivo para lanzarme a hacerla. Además, cuando le hago una prueba, me doy cuenta de que es muy buena. De esta manera tenía ya un personaje principal que me daba absoluta confianza.



P.- A partir de ahí, ¿cómo desarrolló el proyecto?

R.- Lo habitual hubiese sido ponerme a escribir una historia inspirada en todo esto que te comentaba, después buscar financiación y, si va todo bien, te pones con el casting y a rodar. Pero me parecía todo eterno. Como las películas son cada vez más caras, los que ponen el dinero se ponen cada vez más pesados y ya solo con el guion te vuelven loco. Entonces me puse a hacer la película directamente. Ya había hecho algo parecido en La línea del cielo, una película que rodé en Nueva York en el 83. Entonces Antonio Resines era el único actor y todos los demás personajes se interpretaban a ellos mismos. Por eso Olivia para Isla bonita era como una bendición. Después yo estaba deseando interpretar un papel largo porque Carmen Maura siempre me dice que hasta que no hiciera un protagonista no me iba a sentir actor... A partir de ahí el proyecto va evolucionando y se me ocurre meter la historia con los jóvenes, que desarrolló Olivia...



P.- Durante el rodaje, ¿qué era lo que estaba establecido de antemano?

R.- La película está como dirigida desde dentro. Los diálogos están improvisados pero las secuencias no. Había un orden de secuencias para crear tensión dramática pero no quería cerrar los diálogos porque los actores, al no ser profesionales, lo habrían hecho mal. Y además prefería darle voz a ellos. Aunque yo he aportado mucho probablemente es la película en la que más han aportado los demás.



P.- ¿La idea desde el principio era hacer una comedia?

R.- No, al principio era un drama. Terminaba de una forma súper dramática e incluso lo rodamos. Pero me di cuenta de que había introducido un cambio de estilo en torno al minuto 73 que nadie entendía porque todo lo anterior, de manera involuntaria, era comedia. Por tanto, la película tiene dos finales o más bien dos terceros actos. Es otro lujo que nunca podría haberme dado en una película más industrial porque supondría mucho dinero, los actores ya estarían en otros proyectos... Con poco dinero organicé una semana en mayo y repetí los 25 minutos finales. Sería la leche poder hacer esto siempre.



P.- ¿De qué medios y equipo disponía durante la filmación?

R.- La verdad es que, aunque había poco dinero, he tenido todo lo que quería para esta película. La cuestión era disponer de un equipo pequeño para que se adaptara a los actores y no al revés. No quería toda la parafernalia que rodea a los rodajes... Los actores llevábamos a cabo tareas técnicas también y cada uno era responsable de su vestuario, maquillaje... Rodábamos en las casas de verdad de los personajes y si la escena era durante una cena pues se hablaba de la comida. Todo esto daba una verdad muy potente y favorecía que todo el equipo estuviera muy relajado. Además tenía dos cámaras, más que en un rodaje normal. Después había dos personas de sonido y una persona de producción que no tenía experiencia que al final también hizo de actriz. Teníamos mucha libertad para cambiar de planes y movernos y no teníamos la típica presión del rodaje. A lo mejor nos tirábamos tres o cuatro horas ensayando y luego rodabas en un momento.



P.- En su anterior película, La banda Picasso, la elaboración del guion se alargó casi 7 años. ¿Liberarse del guion era una reacción a esa película?

R.- Sí. De alguna forma se le ha dado demasiada importancia al guion. Víctor Erice decía que el guion es importante pero que la película es algo más allá. Cuando todo se basa en el guion, y como el guion lo puedes rehacer pero la película no, te pueden tener entretenido durante años cambiando cosas como un tonto. Por eso sí, realmente Isla bonita es una reacción. Sabía como era la película pero no quería encerrarme meses a escribir diálogos. Por eso cada personaje lo aporta desde dentro con su forma de decirlo. Muchas veces los actores creen que el cine es decir los diálogos pero interpretar no es eso.



P.- ¿Es esta película una vuelta al espíritu de sus primeras películas?

R.- Sí, totalmente. Echaba de menos la libertad. Entonces había poco dinero y las películas salían un poco marcianas, teníamos un grado de insensatez bastante alto. Después, como hay más dinero, te van maniatando y tienes que tener en cuenta hasta a los representantes. Otra cosa buenísima es que los actores al no tener experiencia no tenían ningún vicio. Todos nos hemos tirado a la piscina con esta película y había un clima como de estar inventando algo. Es una liberación no tener script, no tener ayudante de dirección, ni si quiera se gritaba "Silencio, se rueda". A veces le daba yo a la claqueta.



P.- ¿Piensa seguir explorando esta vía?

R.- De momento no. Es una vía muy agotadora y es complicado vivir de estas películas. Ojala vaya bien, revierta y cree una necesidad en el público pero es difícil. Si me gustaría volver. Lo que me ha dado es una cierta confianza y la idea de que no es tan complicado hacer cine. A veces estamos matando a la gallina de los huevos de oro porque queremos que ponga tantos huevos como queremos y del tamaño que nos venga en gana y, claro, así la gallina se estresa.



P.- ¿Qué tiene de autobiográfico el personaje de Fer? ¿Pensó en algún momento que lo interpretara otra persona?

R.- Tiene bastante de autobiográfico pero también tiene ficción. La idea era que todos fuéramos personajes. En un primer momento tuve muchas dudas porque nunca había hecho un papel protagonista e incluso pensé en Álex Angulo pero no llegue a decirle nada. Cuando murió no es que lo viera como una señal pero tampoco se me ocurría nadie y no me quedó más remedio. Ahora me alegro muchísimo de haberme atrevido.



@JavierYusteTosi