Marisa González

La Tabacalera de Madrid acoge Registros domesticados, una retrospectiva de la artista que ayuda a entender sus motivaciones

Marisa González (Bilbao, 1945) ha dedicado su vida al mundo del arte. Pero, en concreto, a la investigación y las nuevas tecnologías, que le han abierto nuevos caminos. Estudió en Chicago y, desde entonces, sus piezas han ido combinando el low tech y el high tech, el vídeo, las instalaciones y el mundo multimedia. Tras 45 años de carrera profesional, la Tabacalera acoge Registros domesticados, una retrospectiva a una trayectoria que permite entender las motivaciones técnicas, temáticas y formales de la artista.



Pregunta.- Expone Registros domesticados. ¿Qué encontramos en esta exposición?

Respuesta.- Es una exposición retrospectiva, articulada en 3 ejes fundamentales. Una primera etapa realizada en Estados Unidos, donde se pueden ver mis primeros trabajos de investigación con nuevas tecnologías en los años 70; la segunda etapa de arqueología industrial y el último periodo postcolonial donde podemos ver dos proyectos: las emigrantes Filipinas en Hong Kong y sobre la futura presidenta de Birmania.



P.- Siempre ha utilizado la tecnología y se le considera una de las pioneras. ¿En qué medida ayuda la tecnología a la creación artística?

R.- En mi caso es una herramienta fundamental. Cuando terminé Bellas Artes en la Complutense de Madrid me fui a Chicago a hacer un máster en el Art Institute y allí descubrí el departamento de Sistemas Generativos, uno de los primeros del mundo en incorporar herramientas de la comunicación al servicio de arte con las que creé las series Anónimos y Violencia Mujer.



Detalle de La descarga, de la serie Violencia mujer.

P.- ¿Dónde encuentra su fuente de inspiración?

R.- Mi fuente de inspiración la encuentro en la mayoría de los casos en mi propio entorno. Aunque hay otras series que las he desarrollado en países asiáticos, buscando la diferencia, siempre bajo una mirada feminista. Como es el caso del proyecto de las mujeres filipinas que trabajan en el servicio doméstico en Hong Kong.



P.- Uno de los ejes de la exposición trata sobre la deslocalización de las fábricas. ¿Cuánto tiempo le ha llevado este proyecto?

R.- Casi toda la década de finales del siglo XX y principios del siglo XXI he explorado acerca del desmantelamiento y la destrucción de las fábricas. Trata sobre cómo el desarrollo industrial y urbanístico ha abocado a grandes industrias a su desubicación y desaparición. Me interesa no solo su arquitectura, su estética como contenedor, sino también el contenido, las cadenas de producción, la situación laboral de los trabajadores y los objetos y documentos que pude rescatar.



P.- Hay una sección dirigida a los trabajos inéditos del tiempo pasado en Estados Unidos. ¿Qué destaca de su paso por allí? ¿Le ayudó a entender el arte de otra manera?

R.- Mis primeros trabajos de los Sistemas Generativos en el Art Institute de Chicago que consisten en la utilización de instrumentos de la comunicación como herramientas de creación. Fue un cambio radical que marcó mi trayectoria totalmente. Me abrió nuevos caminos, experiencias y recursos.



Luminarias.

P.- Hay otro eje que habla del sureste asiático. ¿Qué nos puede contar de ello?

R.- En esta década he llevado a cabo múltiples proyectos relacionados con Asia, uno de ellos es acerca de la vida en Birmania, uno de los países más pobres del mundo, cuyo líder, la Premio Nobel de la Paz Ann Sue Kyi, lidera la lucha para conseguir la democracia en su país y liberarlo de la junta militar. Pero el proyecto más importante, por su magnitud y repercusión, ha sido el trabajo Ellas filipinas que fue expuesto en la Bienal de Venecia de Arquitectura en 2012. Consta de múltiples fotografías, vídeos e instalaciones sobre las condiciones de vida que sufren las mujeres filipinas que emigran a Hong Kong para trabajar en el servicio doméstico. En su único día libre semanal, los domingos, se reúnen en el centro de la ciudad y la invaden, se asientan, la ocupan para descansar y socializar con sus amigas.



P.- Hay dos piezas ineractivas que hacen partícipe al espectador; Estación Fax y Anónimos. ¿Cuál es el papel del público?

R.- Me interesa que el visitante participe, se involucre y piense, por eso pido su colaboración para reconstruir mediante sus participaciones. La Estación Fax fue realizada en el año 1993 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con el tema de la crisis, y ahora es el mismo tema. Las participaciones recibidas durante el periodo de la exposición se incorporan a la Estación fax situada en el hall principal, para lo cual el visitante puede participar in situ mediante las imágenes que traiga o bien las que él mismo genere con las herramientas que ofrecemos para ello (fotocopiadora, noticias de prensa, rotuladores, papel etc..)



P.- ¿Hasta qué punto el público interviene y se convierte en parte del arte en sus creaciones?

R.- Esto es lo que pretendo, que participe. El tema principal de esta instalación es "la crisis", y creo que el visitante tiene hoy mucho que decir sobre este tema.



P.- ¿Cree que el visitante debería interactuar más con el arte de manera activa y dejar de ser un actor pasivo?

R.- Sí, no podemos ser agentes pasivos, debemos participar y que nuestras opiniones se escuchen.



P.- ¿Cómo ve el panorama artístico actual?

R.- Muy dinámico, aunque las mujeres artistas seguimos a la zaga en nuestra visibilidad, no en la creación, que son muchísimas las artistas excelentes sino en el reconocimiento. Las mujeres artistas son ignoradas en general en vida. El sistema las menosprecia.