Carlos Zanón. Foto: Juan Ferreras

El escritor se consolida como una de las voces más personales de la novela negra con Yo fui Johnny Thunders (RBA).

Francis regresa a casa en su momento más bajo. Poco queda del Mr. Frankie que arrasaba con todas las chicas y con todas las drogas cuando tenía una cierta fama en la escena punk barcelonesa de finales de los 80. En aquel momento parecía que se iba a comer el mundo. Ahora es un perdedor sin apenas dentadura, con dos hijos a los que no les puede pagar la pensión y sin un futuro a la vista, aunque al menos haya logrado desintoxicarse. A pesar de sus buenas intenciones, pocas opciones le quedarán a Francis para sobrevivir con dignidad y poco a poco irá metiendose en problemas. El escritor y poeta Carlos Zanón, aunque huya de etiquetas, vuelve a demostrar su maestría a la hora de enfocar con nuevos aires la novela negra en Yo fui Johnny Thunders (RBA). Un retrato sin concesiones de la Barcelona de los bajos fondos a ritmo de rock'n'roll.



Pregunta.- Mr. Frankie podría haber seguido los pasos de Johnny Thunders hasta la sobredosis que acabó con su vida pero en un momento dado digamos que se "rajó". ¿No parece que le merezca la pena regresar al mundo civilizado?

Respuesta.- En las novelas no busco respuestas porque tampoco las tengo. La paradoja es que Mr. Frankie toma un desvío en su adolescencia. Es su opción, la realización de su sueño, su manera intensa de vivir la vida. Sin embargo, en su vuelta a la carretera principal descubre que la gente no está mucho mejor que él. La novela es ambigua en ese sentido ya que resulta que no se ha perdido nada especial por seguir sus impulsos. Como le dicen otros personajes, él al menos lo pasó bien. No hay una conclusión clara.



P.- ¿Qué hay de Johnny Thunders en esta novela además de la escena inicial y el título?

R.- Es una imagen icónica muy fuerte. No deja de ser un producto del romanticismo: el artista que se quema en su propio fuego, el tipo que tiene que vivir intensamente hasta el final. En parte es también una imagen demoníaca. Uno no puede dejar de pensar en sus miserias. Si te dan a elegir igual te gustaría que tus artistas preferidos se drogaran menos y compusieran más. Por otro lado es una caricatura producto de esa incapacidad de madurar. Johnny Thunders es al mismo tiempo el sueño y la pesadilla de la infancia, la imagen del inadaptado.



P.- ¿Cuál cree que es el motivo para que casen tan bien el rock'n'roll y el género negro en su novela?

R.- Para mi formación sentimental la música ha sido muy importante y de hecho empecé a escribir poemas escuchando canciones en inglés. En esta novela quería capturar esa cosa física del sentimiento de las canciones y trasladarlo al libro sin perder la sensación para que fuera intenso, nocturno. Mi intención era escribir como si estuviera dentro de una canción. Lo especial de la música es que algo compuesto hace 20 años te puede impactar de la misma manera que un tema actual.



P.- ¿El libro surgió como un homenaje al rock'n'roll?

R.- No, en realidad quería escribir sobre cosas que para mí son importantes y utilizar ese lenguaje propio del rock'n'roll. Hay una parte de la critica y de los periodistas que me encuadran dentro del género negro. Sin embargo no hay misterio, no hay nada que resolver, no hay policía...



P.- Lo que está claro es que en su novela tienen más relevancia los personajes que la propia trama.

R.- Siempre son lo esencial. Hay pocos autores que a nivel de argumento sean muy originales. Desde la Biblia llevamos siglos dándole vueltas a los mismo temas. Por eso a mí me gusta que los personajes estén más vivos que nuestros propios vecinos.



P.- La Barcelona que refleja en su libro parece herida de muerte. ¿Dónde está la esperanza de las clases más bajas?

R.- No lo sé. La verdad es que tengo la sensación de que a determinadas personas les ha ido muy bien lo que ha pasado para cargarse a la clase media. Pero aunque te tumben siempre te levantas y sigues andando. Por muy mal que esté el panorama, si le preguntas a un moribundo siempre optará por seguir vivo. Lo que está claro es que a día de hoy todo es mucho más feo que hace 10 años.



P.- ¿Le ayuda escribir poesía a la hora de enfrentarse a la prosa?

R.- Yo no hago distinción. Lo que me gusta de la poesía me gusta de la narrativa: ese chispazo, la pasión, crear imágenes... En la prosa me gusta enfocar aspectos intrascendentes. La mirada poética para mí es lo mas sencillo porque la tengo muy interiorizada y me sale de manera natural.



P.- ¿Cómo sienta que lo traduzcan a otros idiomas sobre todo al ingles con lo difícil que es entrar en el mercado anglosajón?

R.- Tengo la sensación de que esto le está ocurriendo a otra persona. Es una satisfacción impresionante. Me vienen a la cabeza los autores extranjeros que me gustaban cuando era joven... Que un chaval de otro país pueda acceder a tus libros es un privilegio. Al fin y al cabo estamos muy aislados unos de otros y mis libros no dejan de ser un mensaje en una botella buscando que alguien la encuentre.



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