Comencé a ir a Estados Unidos a comienzos de los setenta. Inicialmente a la Ópera de San Francisco, donde hice mi debut operístico con Lucia di Lammermoor (Luciano Pavarotti y Bewerly Sills encabezaban el reparto), y después a Los Ángeles, para mi debut sinfónico en 1975. A partir de ahí he pasado temporadas largas en América. Sobre todo en Cincinnati, de cuya Sinfónica fui titular 16 años. No sé por qué razón desde que fui la primera vez a Estados Unidos deseé fervientemente visitar el Gran Cañón del Colorado. Y no fue hasta el verano pasado cuando por fin pudo hacerse realidad. Aproveché un viaje para dirigir a la Sinfónica de Colorado para quitarme la espinita. Y tengo que decir que valió la pena la espera. Nunca he experimentado una sensación tan abrumadora ante la contemplación de un paisaje natural. Tienes delante de tus ojos seis millones de años de una tacada y te sientes como un gusano en su presencia. Y das gracias a Dios por haberte hecho habitante de este maravilloso planeta que los humanos cuidamos tan poco.




Premio Príncipe de Asturias de las Artes y miembro de Honor del Teatro de la Ópera de Berlín, Jesús López Cobos (Toro, Zamora, 1940) ha sido director artístico de la Orquesta de Cámara de Lausanne, de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati, de la Orquesta Francesa de Jóvenes y director titular de la Orquesta Nacional de España (1984-1988). Fue el primer director español en conocer el foso de la Scala de Milán, del Covent Garden de Londres, de la Ópera de París y del Metropolitan de Nueva York. Desde 2003 y hasta 2010 ha sido el director musical del Teatro Real de Madrid.



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