Image: Ignacio del Valle

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El Cultural

Ignacio del Valle

"Es muy necesario hacerle preguntas a la Historia continuamente"

7 marzo, 2013 01:00

Ignacio del Valle

Acaba de publicar 'Caminando sobre las aguas' (Páginas de espuma).

Ignacio del Valle (Oviedo, 1971) ha aparcado la novela para volver a sus orígenes literarios, el cuento. Porque no es fácil mudar la piel de cuentista a novelista, y el verdadero espíritu siempre retorna. Catorce son los relatos que ha reunido en Caminando sobre las aguas (Páginas de espuma), catorce historias que no se parecen en nada pero que tienen más de un nexo en común. Todas desnudan la naturaleza humana, y como tales son intemporales. Desde una esquina asediada por un francotirador hasta un divorciado que intenta ahogar sus penas en la noche madrileña. Desde la Florencia conspiratoria de Lorenzo de Médici hasta una mujer torturada sobre una mesa de mármol en las mazmorras de una infame dictadura. Del Valle asume con conciencia histórica la búsqueda de nuestra identidad.

Pregunta.- Sus orígenes literarios se remontan al relato. ¿Por qué decide volver a este tipo de literatura, y de dónde surge el germen del libro?
Respuesta.- Soy más conocido por mi trayectoria novelística, pero antes de hacer novelas tenía una trayectoria de casi 10 años como cuentista. Al final había acumulado una gran cantidad de relatos, y llevaba tiempo con esto en la cabeza. Ser cuentista es una cosa muy orgánica, te lo pide el cuerpo, y nunca he dejado de serlo. Me apetecía distanciarme un poco de la novela, y al cabo de este tiempo tenía acumulada una gran cantidad de relatos. Tras mucho escoger y espigar, he hecho una recopilación de 14 relatos.

P.- ¿Cómo se relacionan entre sí? ¿Tienen un Leitmotif?
R.- Hay dos o tres criterios que comparten todos los relatos. Por un lado la inspiración florentina. De hecho, el cuento que da título al libro, Caminando sobre las aguas, se sitúa en la época de Lorenzo de Médici. Todos los cuentos aspiran a la belleza, y hablan de cómo el amor nos transforma. Quería volver a los cuentos de amor, porque al final te das cuenta de que dependemos del amor como de las horas de luz. Es algo muy primitivo, todos esperamos que cambie nuestra vida.

P.- Busca la medida del universo, de la identidad humana en estos relatos. ¿La ha encontrado, o se ha acercado a ella?
R.- En el Renacimiento, además de la búsqueda de la belleza, de la perfección, se encaminaban a una búsqueda del autoconocimiento, del hombre como la medida del mundo. En estos cuentos también se ve eso, se centran en las relaciones humanas: cómo nos humilla y humillamos, cómo deseamos y somos deseados...

P.- Sus personajes son víctimas de poderes superiores a ellos. Escribe que los días son vírgenes hasta que llega alguien y los convierte en Historia.
R.- Esto sucede en todos los cuentos. Están situados en transiciones de la vida de los personajes. Transiciones históricas y personales. La crisis individual se mezcla con una crisis histórica, el mundo real con el imaginario... Todos los personajes se mueven en este tipo de territorios, en los que hay interregnos a los que tienen que adaptarse.

P.- "La historia la escriben los vencedores, pero la narran los vencidos".
R.- Esta frase forma parte de otra de mis obsesiones, la Historia. En estos cuentos se van viendo, uno a uno, los temas obsesivos de toda mi obra, desde las novelas hasta los artículos de prensa. Enlaza con la búsqueda de la identidad, de saber quién eres. Me interesan mucho las consecuencias de la ideología y la mecánica de la historia. El ser humano es un animal histórico, tenemos conciencia de la raza a través de ella. Partiendo de ahí, es muy necesario hacerle preguntas a la Historia continuamente. Cuando escribí El tiempo de los emperadores extraños, sobre la División Azul, las preguntas que yo me planteé en 2006 son diferentes de las que haga otro escritor en 2020 o en cualquier otro momento.

P.- Son relatos que podría suceder en cualquier parte. Cualquier guerra, cualquier dictadura...
R.- Sí. Por ejemplo, en el cuento Jaques hablo de cómo una determinada imposición de una visión ideológica termina con una mujer torturada. De nuevo, aquí encontramos las entrañas y los mecanismos de la política.

P.- Uno de sus relatos se llama Círculos. La Historia también es circular. ¿Es una referencia?
R.- En cierto sentido, sí. En ese relato te das cuenta de la alimentación que se da entre mis novelas y mis cuentos. De él salió Busca mi rostro. El proceso también se repite a la inversa: cuando estoy escribiendo una novela con una historia muy potente tengo que sacarla y hacer un cuento. Lo que desarrollas en el cuento es una idea muy completa muy intensa. Como decía Miguel Ángel, es como una estatua que habita un bloque de mármol y tú sólo quitas lo que sobra. Pero hay que dejar algo personal.

P.- De la época convulsa de Lorenzo de Médici nos ha quedado la pintura, la arquitectura, Florencia... ¿Qué va a quedar de la crisis actual?
R.- Me trae a la memoria la película El tercer hombre y la famosa escena de la noria en Viena, cuando uno de los personajes dice: ""Recuerda lo que dijo no sé quién: en Italia, en treinta años de dominación de los Borgia, hubo guerras matanzas, asesinatos... Pero también Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? ¡El reloj de cuco!". Es una época fascinante sobre la que leer, pero no para vivir en ella. Lorenzo de Médici se planteaba: "ya que yo soy Florencia, hagamos que sea el centro del mundo". El problema es que ahora no tenemos esa visión. Desde el punto de vista clásico, platónico, la política es una transformación de la realidad que debería hacer más fácil la vida. Desde el momento en que no es así, se convierte en un veneno que todo lo pudre. La política se basa en la honestidad.

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