Mara Torres

'La vida imaginaria', novela con la que quedo finalista del Planeta, acaba ser publicada

Durante la rueda de prensa que se ofrece tras la recogida del Premio Planeta, Mara Torres (Madrid, 1974), la finalista del galardón, recitó de memoria (y con sentimiento) el famoso poema de Oliverio Girondo "No sé me importa un pito...". El poeta no perdonaba a las mujeres que no supieran volar. Y eso es lo que dice que ha hecho está periodista (presenta las Noticias de La 2) que empieza a llamar a la puerta de la literatura. Volar escribiendo. Muy probablemente para alejarse de un dolor (muy probablemente del corazón). Así creó a Fortunata Fortuna, protagonista de La vida imaginaria, que tiene que volver a rehacer su vida tras ser dejada por su pareja. Algo que nunca ha sido fácil precisamente.



Pregunta.- Recitó de memoria el famoso poema de Oliverio Girondo en la rueda de prensa posterior a la recogida del premio. ¿Qué tiene su protagonista de María Luisa, la mujer que la que habla Girondo en el poema, con Fortunata Fortuna?

Respuesta.- Fortunata tiene más que ver con el propio Oliverio, el protagonista de la película (interpretado por Dario Grandinetti), que se plantea constantemente el amor, que tiene miedo al compromiso y a que la cotidianidad acabe con la pasión.



P.- Después de que te dejen, con más de 30 años, ¿en qué puede ayudarte la imaginación, desarrollar 'una vida imaginaria', para salir del paso?

R.- La vida real no es siempre como a nosotros nos gustaría y la novela plantea esas dos dimensiones: la realidad y el deseo, ambas tienen tanta fuerza que pueden llegar a confundirse. La protagonista se debate entre lo que quiere que pase y lo que pasa realmente.



P.- ¿Usted siempre tuvo claro que quería escribir novela o fue una experiencia concreta la que le empujó a embarcarse en un empeño tan absorbente?

R.- Fue una experiencia concreta, necesitaba sentirme acompañada y me inventé a Fortunata Fortuna. Después la guardé en un cajón y fue el propio personaje el que consiguió salir de él y lo hizo sola, sin que yo la llamara. A partir de ahí comienza el proceso de invención que ha durado dos años.



P.- Cuando andaba escribiendo, ¿a qué autores invocaba? ¿De quiénes cree que ha aprendido más?

R.- De quienes más he aprendido ha sido de los poetas, de hecho, se cuelan en el texto algunos versos de Benedetti, de Hierro, de González... Las dos dimensiones que citaba anteriormente son las mismas que plantea Cernuda en su obra y que se ha planteado la literatura desde siempre. Aunque he de decir que no han sido invocados a conciencia, sino que se cuelan en el texto casi sin querer porque Fortunata no es lectora de poesía (no aparece como tal), sino que la mayoría de las expresiones forman parte de un imaginario colectivo, como algunas canciones o películas.



P.- ¿Escribir es huir? En esta novela al menos parece que tenía esa pretensión.

R.- Escribir me hace sentir libre. Disfruto mucho con la construcción de los personajes y de la trama y, en este caso, me he divertido con la propia Fortunata, que me ha hecho partirme de risa algunas veces y emocionarme otras. Terminaba un capítulo y pensaba: "¡Pobre Fortunata!", como si lo que acabara de pasarle no lo hubiera escrito yo.



P.- ¿Se ve algún día desconectada del periodismo (de su ejercicio profesional) y dedicada en exclusiva a la literatura?

R.- Si algo sé, es que nunca sabes lo que puede pasar en la vida. Es su cara y su cruz. Sólo he escrito una novela y lo he hecho porque, aunque hubiera intentado evitarlo, creo que no hubiera podido.



P.-Quedar finalista del Planeta significa para usted...

R.- ...mucho más de lo que nunca imaginé.



P.-¿Ya revolotean por su cabeza nuevas historias para próximas novelas?

R.- En este momento, sólo revolotea en mi cabeza la posibilidad de encontrarme con los lectores. Comprobar si empatizan con la historia, si se sienten identificados con algunas cosas, si se ríen o sonríen leyendo, si se emocionan. Es la otra parte de la historia.



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