Joaquín Pérez Azaústre. Foto: Madero Cubero

El autor dirige el festival 'Cosmopoética' de Córdoba, que encara este fin de semana su recta final.

Con 36 años, Joaquín Pérez Azaústre es un autor más que consagrado entre las nuevas generaciones de la poesía española y cuenta en su haber con los premios Adonais y Loewe. Quién mejor que él, habrán pensado en el ayuntamiento de su Córdoba natal, para organizar la novena edición de Cosmopoética, uno de los eventos culturales más importantes de la ciudad. Desafiando a la crisis y a muchos pronósticos agoreros, el festival encara este fin de semana su recta final con un programa menos internacional pero con el mérito de haber reunido, cuarenta años después, a la generación de los Novísimos.



Pregunta.- Este es el primer año que está al frente de Cosmopoética. ¿Qué tal la experiencia?

Respuesta.- Muy intensa. Es hermoso estar con compañeros poetas y escritores disfrutando de estar en Córdoba y en contacto directo con el público. Es un lujo haber reunido a la generación de los Novísimos cuarenta años después de que se acuñara el término a partir de la antología de José María Castellet.



P.- Parece que hay una reivindicación de aquella generación por parte de los nuevos autores.

R.- Todo aquél que haya tenido sus libros al alcance de la mano ha podido disfrutar de una poesía que es muy variada; cada autor ha tenido su propia evolución y muchos matices. Además, están viviendo un momento de mucha plenitud, siguen publicando libros estupendos, como Rapsodia y Tornado, de Gimferrer; Proyecto para excavar una villa romana en el páramo, de Luis Antonio de Villena; o Cuatro noches romanas, de Guillermo Carnero. He notado -hablo por mí, pero también en nombre de compañeros como José Luis Rey, Javier Vela, Luis Artigue o Antonio Lucas- en los últimos diez años una vuelta a los Novísimos como referentes, lo cual no quiere decir que no haya otros. Son clásicos vivos.



P.- Además de reunir a estos poetas como Gimferrer, Molina-Foix o Guillermo Carnero, ¿cuáles han sido y serán en esta recta final los platos fuertes del festival?

R.- Hemos tenido también a autores internacionales como el egipcio Ahmad al-Shahawi, un poeta fantástico que dice mucho con muy pocas palabras; John Burnside, que ha presentado su obra completa junto a su traductor, Jordi Doce; el argentino Jorge Fondebrider, el portugués Ruy Ventura o el brasileño Antonio Miranda. También hemos presentado el nuevo número de Turia y la fundación Carlos Edmundo de Ory... En definitiva, todas esas cosas que no siempre tienen cabida en las páginas culturales y que embellecen todo lo que rodea al ejercicio de la poesía. Pero sobre todo, nos hemos volcado con el aspecto formativo, algo que considero fundamental teniendo en cuenta que el festival se construye con dinero público. Hemos hecho talleres de poesía, de relato, de memorias, para mayores, para jóvenes, otro con el cantautor Javier Álvarez, llamado "Cuando haces pop"... Todos han sido un éxito rotundo y los alumnos se han integrado muy bien en todas las actividades del festival, entre las que tengo que destacar también los conciertos, en especial el de Carmen Linares cantando a Lorca, Juan Ramón y Miguel Hernández, del que todos los extranjeros salieron visiblemente conmovidos.



P.- Tras perder la capitalidad europea de la cultura de 2016 y el cambio de color en el ayuntamiento de Córdoba, muchos temían que Cosmopoética desapareciese. Sin embargo, se ha mantenido con un presupuesto nada desdeñable: 450.000 euros.

R.- Todo el mundo en Córdoba quería que el festival continuara. Es normal que alguien pensara que podría no seguir, después de la capitalidad surgió el interrogante porque antes participaban muchas administraciones y en esta edición el ayuntamiento se ha quedado solo. Desde el primer momento comprobé que existía una voluntad real de sacar adelante el proyecto y lo hemos conseguido entre todos multiplicando el esfuerzo.



P.- En la enseñanza obligatoria se intenta inculcar la lectura, pero la poesía se ve como una batalla perdida. ¿Se podría hacer de otra manera?

R.- Estoy absolutamente convencido. Cuando me invitan a leer poemas en institutos, lo primero que hago es convencerles de que la poesía está en sus vidas aunque no lo sepan. Hago referencia al auge del hip-hop, que responde a una necesidad de nombrar cosas y comunicarlas. Los adolescentes tienen la sensibilidad de la poesía, pero utilizan otros vehículos. Cuando se comunican en las redes sociales, comunican historias y emociones concentradas. Ahí hay poesía. Lo que hay que hacer es darles herramientas para que puedan descodificar la lectura de un poema. De nuestros talleres no pueden salir 30 poetas, pero si entienden la poesía serán más libres y, por tanto, mejores ciudadanos.



P.- Entonces, ¿preferiría que la poesía llegara a más gente o está bien que se conserve como un oasis para minorías interesadas en ella?

R.- El ser humano necesita poesía desde hace 5.000 años. Cuanto más esté en la vida de los ciudadanos, serán más individuos y menos masa. Eso no significa que haya que rebajar el nivel del discurso para buscar el entendimiento inmediato, sino elevar el nivel cultural de la gente.



P.- Después de tu última novela, Los nadadores (Anagrama, 2012), ¿el siguiente proyecto será narrativo o poético?

R.- Llevo todo el año centrado casi exclusivamente en Cosmopoética, que es un "embolao" tremendo y mi primera experiencia como gestor, así que lo primero que voy a hacer es tomarme unas vacaciones. Luego me gustaría retomar una novela que tengo pendiente. Con respecto a la poesía no sé, va y viene cuando quiere, uno puede proyectar una novela, pero los poemas van surgiendo.



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