Lorenzo Caprile, María Blasco, Tomás Marco

Ya son cuatro los veranos en los que he acudido a Piles a hacer una visita a mi amigo Rafael Reig, que suele teclear allí el comienzo de sus novelas. Nadie en su sano juicio debe de conocer Piles, población y playa tan anodinas e insustanciales que, nada más ir por primera vez, uno las hace suyas. Frente al evidente encanto, modernidad, sexualidad o lujo de otros hitos costeros del Mediterráneo español, descubrir -por azar- un sitio sin renombre, como apocado, reivindica esa forma de hacer turismo que consiste en no hacerlo o, al menos, no sentirse haciéndolo.



Piles no parece mucho más que una larga calle que lleva a la playa, una hilera de casas con terraza y huertos de naranjas, un par de bares y una panadería. También hay bloques de apartamentos y, cada año, uno echa la cuenta de los carteles de Se alquila o Se vende, asumiendo que esa estadística privada también es gran economía.



Como hay muchos franceses, resulta inevitable hablar de literatura. Como es con Rafael Reig, resulta inevitable discutir de literatura. Francisco Brines vive en el pueblo de al lado, por lo que a menudo alguien recita versos que aprendió de memoria cuando aún era joven y la playa parecía en sí misma endecasílaba, ritmada y con encabalgamientos.



Luego todo se ha vuelto prosa.



Alberto Olmos (Segovia, 1975) es escritor. Entre sus novelas encontramos 'Tatami, 'Ejército enemigo' y 'El estatus', que obtuvo el premio Ojo Crítico de narrativa.

Lorenzo Caprile: Los Ángeles (Estados Unidos)

María Blasco: Dorset (Reino Unido)

Tomás Marco: Espacio Torner (Cuenca)

Fernando Colomo: El 'Bateau-Lavoir' (París)

César Antonio Molina: La Puerta Edirnekapi (Estambul)

Joan Matabosch: Wahnfried, Bayreuth (Alemania)