Luis Gordillo junto a uno de sus cuadros en el CAC de Málaga.

El artista inaugura una exposición sobre sus series de acumulaciones en el CAC de Málaga

A pesar de exponer regularmente, pocas veces hemos tenido la oportunidad de contemplar juntas las series de polípticos de Luis Gordillo (Sevilla, 1934), uno de nuestros artistas vivos más valorados. El CAC de Málaga muestra ahora una veintena de ellos, algunos de más de 100 piezas, bajo el título Horizontalia. Muy meticuloso, Gordillo decide él mismo el orden y el recorrido. A pesar de todo, los momentos previos a la inauguración son siempre complicados: “Cuando llegas a un sitio nuevo y ves los cuadros allí todo te extraña. Yo sufro mucho. Para mí el montaje es una cosa muy personal, que, por otro lado, normalmente me sale bien. Una exposición que se cuelga sin mi consentimiento es como si fuera de otro, no hay nada tan desagradable como exponer en contra de mi voluntad”, comenta. Después de mínimos cambios y una vez revisado todo otra vez, ya está listo para el público. Luis Gordillo levanta de nuevo, a los 78 años, el telón.



Pregunta.- ¿Qué es Horizontalia?

Respuesta.- A lo largo de mi vida, he hecho muchas obras que son en realidad amontonamientos de unidades, polípticos enormes, algunos de 60 y hasta de 100 unidades, cuadros en los que empiezo por una unidad que se va uniendo a otra y que termina con muchas, y que normalmente crecen en horizontal, de ahí el nombre de la exposición, Horizontalia.



P.- Hay obras de los setenta, noventa y trabajos recientes, ¿cómo han encajado las piezas nuevas con las de hace cuarenta años?

R.- Hay alguna obra fotográfica de mediados de los setenta, sí, pero no he pretendido hacer una retrospectiva ni una exposición histórica. He reunido las piezas que más me interesan dentro de este tipo de obras y aunque alguna es más antigua, no está aquí por eso sino porque me gustaba. Hay una muy grande del IVAM y otra importante de ”la Caixa”, el resto son de mi colección.



P.- ¿Cómo empezó a “acumular” este tipo de piezas?

R.- Fue en París donde empecé a hacer dibujos informalistas con tinta china en un bloc. Cuando llegó el momento de exponerlos vi que no tenía sentido separarlos porque un dibujo daba lugar al siguiente; de manera casi cinematográfica, el ritual y el ritmo tenían una importancia básica, el dibujo se quedaba cojo si no se sabía de dónde venía ni a dónde iba. Así que los metí en bolsas de plástico y los mostré en líneas siguiendo la narración del cuaderno. Entonces fue casual, partía de una obra ya hecha, pero luego estas narraciones se hicieron voluntarias y empecé a plantear la pieza con este formato. Haría más obras de este tipo pero no confío en los coleccionistas en este sentido: una vez vendí una que se componía de cinco unidades seguidas pero me dijeron que el comprador las había separado por toda la casa y perdió el sentido. A veces me encuentro en una subasta una unidad suelta y tengo que ir y protestar, es muy incomodo. Habría que ir al notario con el comprador para asegurar que no va a destruirla... pero eso es complicado.



P.- ¿Es muy celoso de su obra, de su legado?

R.- Sí, cada vez me preocupa más lo que sea de mi trabajo. En mi vida he tenido poco aprecio a mi obra porque siempre pensé que era inferior a mis deseos, pero ahora soy menos exigente y le voy tomando cariño y me molesta cuando no se coloca bien y no se respeta. Es muy molesto que el comprador no entienda la obra. A medida que voy cumpliendo años le voy viendo sentido de conjunto a mi trabajo y me gusta que se respete y se conserve bien.



P.- Por otro lado y volviendo a estas series, implican en parte un trabajo inacabado, sin final, ¿cuál es el límite?

R.- A veces el final de la serie lo marca el espacio en el que se trabaja. Algunas de estas obras son del tamaño de la pared más grande de mi estudio, pero realizadas en otro espacio podrían ocupar el doble, pero entonces no sería abarcable. Cuando las unidades son algo grandes hay un límite, pero si son en papel o unidades pequeñas el final llega cuando la energía de ese proyecto se termina, algo que antes o después ocurre.



P.- En la exposición, como en su obra general, hay fotografías y hay pinturas, ¿qué tiene más posibilidades un lienzo o una cámara fotográfica?

R.- Yo no separo los dos campos, hay cuadros que vienen de lo fotográfico y al revés, hay mucha relación entre los dos campos, los estudios de estampación, las litografías, las serigrafías... A veces he llevado una fotografía al taller y la he transformado, o he hecho de una foto una serie grande. Puedo hacer un collage con unas fotos, luego pasarlo al ordenador, pintarlo, fotografiar las pinturas y sacar otra cosa, es un círculo vicioso en el que todo está relacionado. Pero lo que más me interesa es la pintura, como creador y como espectador.



P.- ¿Cómo ve la pintura actual?

R.- En general se ve poca pintura. He estado visitando la exposición de los jóvenes seleccionados en el certamen Málaga Crea en este mismo centro y prácticamente no hay pintura. Es raro ver pintura y ver un buen cuadro es aún más difícil. Los pintores cada vez somos menos.



P.- De lo que ve, ¿qué es lo que más le interesa?

R.- Con la pintura me pasa que descubro un nuevo pintor y al principio me interesa mucho, lo devoro, lo asimilo y, cuando me doy cuenta, ha desaparecido. No sé si es problema mío o de la pintura actual. Quizá la pintura no es el medio adecuado para expresar este momento pero, a pesar de estas limitaciones, disfruto mucho con ella. Me gustan sobre todo los alemanes que siempre han sabido pintar muy bien, en concreto los de la Escuela de Leipzig, allí la enseñanza del arte era más realista y pictórica y han salido importantes pintores. También en Estados Unidos hay una generación que ahora tendrá unos 40 años muy interesante.



P.- ¿Y lo siguiente de Gordillo?

R.- Mi exposición, en septiembre, en la galería Rafael Ortiz de Sevilla.

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