Paco Roca

Hoy se estrena la película 'Arrugas' sobre el cómic que le valió el Premio Nacional en 2008 y que publicó Astiberri

Aquí un experimento: leer Arrugas, el tebeo en el que Paco Roca miró de frente a la vejez y a la muerte y que le valió el Premio Nacional de Cómic, y sumergirse en el metro o subirse al autobús justo después. Es increíble, en ese primer viaje verán más personas mayores que en su vida. El lector reparará enseguida en los hasta ahora invisibles bastones, en la dificultad de los ancianos para subir las escaleras, el mimo con el que caminan sostenidos el uno en el otro los dos miembros de un matrimonio que ya ha celebrado sus bodas de oro. En el jersey verde y en las perlas. El mismo efecto de llamada de atención, de concienciación si se quiere, produce la película que Ignacio Ferreras ha dirigido sobre esta historia inusual, triste, optimista y brillante de Roca. La historia de un grupo de personas que busca los rescoldos de la vida en una residencia. Hoy, aunque sin la que habría sido una merecida nominación al Oscar, se estrena en los cines españoles.



P.- Hace algo más de un año planteaba en una conferencia en Madrid el trabajazo que le había supuesto adaptar el cómic al cine. ¿Cómo ha llevado el resto del proceso?

R.- Como estaba haciendo otras cosas, me resultó un poco estresante, porque no me imaginaba el trabajo que me iba a llevar. De todas formas, me apetecía estar dentro pero tampoco del todo, porque era la película de Ignacio y era más relajante dejarla en sus manos.



P.- ¿En qué partes de la producción se aprecian más sus aportaciones al estupendo trabajo de Ferreras?

R.- Ha habido dos partes, el guión y la parte visual. El guión era una oportunidad de meter cosas que se me habían quedado fuera de Arrugas. He ido a muchas charlas con neurólogos, familiares... he vivido muchas experiencias que me parecía que eran curiosas. Y también he podido cambiar cosas de Arrugas que ahora habría hecho de forma diferente, como la conversación del médico con Emilio, cuando le comunica qué enfermedad tiene, creo que es demasiado evidente en el cómic. Ha sido una segunda oportunidad. Mi trabajo consistía en darle esa información a Ignacio, le pasaba fotos, dibujos... pero ha sido él el que le ha dado toda la estructura.



P.- Vivida la experiencia de elaboración de un guión, ¿ve muchas diferencias respecto al cómic?

R.- Sí, mi forma de ver las historias viene más de los cómics o de los libros en el sentido en que tienes una complicidad diferente con el lector, puedes ir más despacio y no pasa nada, puedes ser más rebuscado porque si él se pierde, puede parar y volver para atrás. En cine, si un espectador se te aburre, lo has perdido, tienes que llevarlo cogido de la mano hasta el final de la historia y eso requiere otra forma de narración. Ignacio se encargó de cambiar un poco el orden de las cosas e incluso de hacer otras más evidentes. También añadió tramas, como la escena de la piscina, y cosas que jamás se me habrían ocurrido a mí en el cómic, como la parte en la que está Emilio durmiendo, ve que están recogiendo las cosas en su casa y sale el cartel de "Se Vende". Esa escena aporta muchísimo. Lo importante era que mantuviese el espíritu del cómic, que no se convirtiese en algo melodramático y sensiblero y que tuviese el optimismo sin perder la realidad. Toda esa parte del guión fue curiosa porque a mí en el cómic es lo que más me gusta. He aprendido mucho. Por ejemplo, Ignacio me preguntaba: "¿Cómo era la mujer de Emilio? ¿Cómo era su familia? ¿Son de clase media?" Me ha servido para ser, si no más exigente, al menos sí más ambicioso.



P.- ¿Pero cree que cómic y cine, con todas las adaptaciones que hay, son dos artes efectivamente hermanadas, que se entienden bien y que incluso se retroalimentan?

R.- Tienen muchas cosas en común al igual que el cómic las tiene con la literatura. No es que el cómic sea un storyboard pero sí te das cuenta de que las cosas que funcionan en cómic funcionan en cine. Sucede así con la síntesis de los diálogos, en literatura puedes poner dos páginas de monólogo del personaje, pero en un tebeo no.



P.- El germen de Arrugas está en el homenaje que usted le hizo a sus padres. ¿Han visto ellos la película?

R.- Sí, y se han emocionado mucho. La verdad es que estoy muy contento con todo lo que ha surgido a partir de Arrugas porque es un proyecto muy personal, que trata sobre ellos y que hice para ellos. Me hubiese sabido fatal que todo esto hubiese pasado unos años después y que mis padres no lo hubieran visto. Estoy encantado de que puedan disfrutar con todo esto. Por un lado, porque saben que su hijo se dedica a algo que, si no serio, por lo menos no es una tapadera de nada turbio; y, por otro lado, se han visto convertidos casi en los protagonistas. Sus vecinos, la familia, todos están muy contentos y ellos se enorgullecen.



P.- Lástima lo de los Oscar. Pero, bueno, ahí está Chico y Rita.

R.- Era muy difícil lograr la nominación. Arrugas es una película de un presupuesto muy ajustado, de dos millones de euros. Estoy seguro que cualquiera de las otras películas que están nominadas tienen ese dinero solo para publicidad y bocadillos. Se valora más una animación virtuosa y en nuestro caso era la justa para poder contar esta historia. Hubiese estado muy bien pero que esté Chico y Rita me alegra, Mariscal es amigo y lo admiro. Lo importante era que estuviera entre las nominadas una película de animación para adultos. Chico y Rita es de esas películas que son necesarias porque van a un tipo de público diferente y es arriesgado siempre meterte en un proyecto de estos, porque la animación para adultos es muy poco comercial, vas a un público muy minoritario, tiene mucho mérito.



P.- En Arrugas mira de frente adonde nadie quiere mirar, incluso usted cuenta que se percató del problema cuando, trabajando para un anuncio, le sugirieron que quitase a dos ancianos que había dibujado por ser "antiestéticos". El caso es que todos vamos camino de la vejez... de una vejez probablemente más dura que la de sus personajes.

R.- Arrugas la hice antes de la crisis y pensaba que nuestra vejez iba a ser mejor que la de nuestros mayores, pero ahora ya me empieza a dar miedo. Está hecha en dos sentidos, en el de hablar de la vejez de mis padres y del lugar que ocupa en nuestra sociedad; y en el de prepararnos, prepararme, para la vejez. Los jóvenes de hoy vamos a tener que luchar mucho para entonces.



P.- ¿Usted teme a la vejez?

R.- Sí en cuanto a lo que representa del final de la vida y los achaques físicos. Por ese lado, me he quitado un poco el miedo, pero sí me asusta el qué va a ser de mí si no tengo dinero, si mi familia no me ayuda... esa fragilidad de la vejez ante la sociedad me preocupa. Hoy sé que, como decía Woody Allen, a partir de los setenta todos somos el sexo débil.

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