El dibujante y pintor Andrés Rábago, El Roto.

Presenta hoy su libro 'Viñetas para una crisis' (Mondadori), una selección de 80 dibujos que retratan las causas y consecuencias del hundimiento de la economía

Cuando el runrún del 15-M se convirtió en clamor y la Puerta del Sol amaneció convertida en un pueblo de jaimas, un dibujo empezó a asomar entre las tiendas de campaña, colgado en las farolas, en el techo acristalado de la boca del metro, sobre los carteles publicitarios sepultados por la cartelería indignada. En él una masa multicolor blandía una bandera blanca. Una sola frase: "Los jóvenes salieron a la calle y súbitamente todos los partidos envejecieron". No hay ejemplo más diáfano para explicar la fuerza de la ilustración en prensa, un arte capaz de trascender su medio para convertirse en símbolo. Pero quien firmaba aquella obra, Andrés Rábago, El Roto, solo pretendía una cosa el día que se sentó a dibujarla, lo mismo que siempre busca, "ayudar a comprender las cosas". Es un papel que ha cumplido siempre y que ha adquirido fuerza con los males de la crisis económica, por eso Reservoir Books edita ahora sus dibujos relacionados con este tema. Con la viñeta de mañana ya preparada, Rábago explica: "Me lo propuso la editorial y me pareció acertado porque había material y el momento era bueno. Mi idea es que quede como un souvenir de una época oscura que no debemos olvidar".



Pregunta.- ¿Recuerda cuál fue la primera viñeta en la que aludió a la crisis? ¿Cree que su historia y sus fases pueden repasarse a través de sus ilustraciones?

Respuesta.- Tengo un recuerdo vago de cómo empezó todo, pero es imposible saber cuál fue el primer dibujo. No sé si repasar la historia pero sí veo que se han ido aclarando los asuntos, que ahora tenemos una información más clara. Cada vez da más la sensación de que todo esto no es casual sino que había un guión.



P.- En ese sentido, el libro arranca con una viñeta que reza: "Crisis. Casa fundada en 1530". ¿Esta es la historia de nunca acabar?

R.- Claro, son cíclicas. No sé si llamarlo una recogida de fondos en la mesa de los tahúres que dominan todo y que, cada cierto tiempo, recogen sus fichas. Lo que hay que hacer es salirse de esa mesa de juego.



P.- ¿La crisis es ya una etapa, un tema dentro de la trayectoria de El Roto?

R.- No me gustan los temas, prefiero que las cosas estén abiertas y no tener que estar demasiado tiempo sobre un mismo asunto. Pero, inevitablemente, tienes que estar en el territorio mental en el que está el lector, que está asediado por estas circunstancias. No es cuestión de distraer sino de eficacia. De vez en cuando me salgo del guión y toco otros asuntos pero es una manera de desengrasar.



P.- Una de las viñetas más famosas del libro es la que alude al 15M. Todo un símbolo en la acampada en Sol. ¿Es esta la máxima aspiración de un dibujo?

R.- No, yo aspiro simplemente a ayudar a comprender las cosas, no hay una voluntad de protagonismo ni de que el trabajo sea un símbolo de nada, sólo de ayudar a entender. Lo le que pase a un dibujo después de publicado no me compete, está dentro del dominio público. A veces se le da un uso bueno y otras incorrecto, pero no es cosa mía.



P.- La personificación de la crisis en sus viñetas se da en señores con traje oscuro, calvos, fríos... ¿ese es el aspecto del cataclismo económico en su imaginario?

R.- De traje, calvos y también de espaldas, porque no se les ve mucho la cara normalmente. Esa es una de las cosas más llamativas, que los actores de este tinglado son invisibles o, al menos, tienen tendencia a ocultarse. El caso Madoff es un ejemplo extremo pero hay muchos ignotos.



P.- En otra de las páginas del libro se lee: "No salgáis del túnel, fuera todo es todavía peor". ¿Lo cree así?

P.- No, quiero decir que las cosas todavía pueden estar peor... hay otras viñetas más optimistas. Parece que los dedicamos a la sátira somos gente pesimista, pero es que tenemos que enfrentarnos a los asuntos más oscuros. Evidentemente hay vida más allá de la crisis, de hecho ahí es donde está la vida.



P.- El mensaje del libro es, desde luego, atroz ¿Cree que el sistema capitalista, en pleno hundimiento hoy, resurgirá, como reza otro de sus dibujos, de nuestras cenizas?

R.- No, ahí está la clave del asunto, que todo es un problema mental, de sistema, de pensamiento. Estamos en un sistema cuantificado, que está enfermo, y tendremos que ir hacia otra forma de pensamiento que en algún momento emergerá, que será cualitativa, transparente, no como este sistema opaco en el que estamos.



P.- Fuera de su mesa de trabajo, más allá de las lecturas de los periódicos, ¿Qué imagen le devuelve pasear por la calle?

R.- Veo que la gente sigue viviendo, aunque hay quien lo pasa muy mal y quien tiene muchas dificultades. La cuestión es corregir las deficiencias y ayudar a que se comprenda mejor cómo podemos vivir de otra manera, cómo organizarnos.



P.- La llegada de un nuevo Gobierno no ha movido mucho a su lápiz todavía.

R.- Aún no es un asunto que pueda ser tratado. Todavía no sabemos nada, ¿qué se puede decir?



P.- ¿Y su pintura? ¿También pinta la crisis al óleo?

R.- El terreno en la pintura está más complicado. Mi dos trabajos son simultáneos, lo que aprendes de uno lo pones en el otro, es muy útil para no mecanizarse, para no convertir tu profesión en industria, lo que sería una desgracia. Eso pasa mucho en mi gremio, así que trato de que mi trabajo sea siempre vocacional y con voluntad de aprendizaje continuo. El mío es un oficio enriquecedor y que te mantiene alerta.



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