González Sinde. Foto: Antonio Heredia

Se ha dicho de la SGAE que ha actuado como el Ministerio de Cultura en la sombra. Una entidad poderosa y rica, dedicada a la promoción de sus artistas, con delegaciones en siete países, que mantiene acuerdos de reciprocidad con 142 sociedades de autor extranjeras y que tiene a uno de los equipos de abogados especializados en propiedad intelectual mejor preparados. Es, sin embargo, en el intercambio de técnicos y profesionales del Ministerio de Cultura y de la SGAE donde se da esta empatía política. Varios han sido los hombres de la SGAE que han trabajado en la Plaza del Rey de Madrid, donde está la sede de Cultura, y viceversa, especialmente, durante los gobiernos socialistas.



Esta relación se inicia con el que fue ministro de Presidencia y Fiscal General del Estado con Felipe González, Javier Moscoso, que aterrizó en la SGAE en 1990 como secretario general del Consejo de Administración y permaneció durante cinco años en el cargo. "Su llegada estrecha las relaciones de la institución con el PSOE y, sobre todo, impulsa la reforma de los estatutos de la Sociedad para dar plenos poderes al presidente del Consejo de Dirección, ya por entonces Teddy Bautista", recuerda el dramaturgo y socio Fermín Cabal. Hoy Javier Moscoso, Fiscal cuando explotó el caso Gal, es un fiel aliado de Alfredo Pérez Rubalcaba, pues lidera el grupo de interlocutores del Gobierno en la negociación con ETA.



A Javier Moscoso se le nombra en la SGAE Secretario General del Consejo de Administración, que presidía entonces el dramaturgo Juan José Alonso Millán. "Buscábamos a un director general y creo que él vino con Teddy, entonces mi vicepresidente". Él lo recuerda como "una persona estupenda, aunque yo coincidí con él apenas un año o dos, pues luego me marché".



Moscoso se hace cargo del gabinete jurídico de la institución y prepara la reforma de los estatutos que se aprueban en 1995. Esta reforma no sólo refuerza el poder del presidente del Consejo de Dirección, sino que también da poder a los editores musicales y la Sociedad General de Autores Españoles pasa a llamarse Sociedad General de Autores y Editores, para contentar al sector catalán. "La SGAE pasa a cobijar a los músicos y también a sus editores, al estilo de los sindicatos verticales", comenta un miembro de aquel Consejo. Como consecuencia de ello, los autores dramáticos pierden cuota de poder en el Consejo de Administración y los dramaturgos Fermín Cabal y José Luis Alonso de Santos dimiten.



En aquella misma época, entre 1991 y 1993, siendo Solé Tura ministro y Juan Francisco Marco director del INAEM, el subdirector general de teatro es Alfredo Carrión, recientemente jubilado pero que ha sido hasta hace poco Director del Departamento de Artes Escénicas y Musicales de la SGAE. De él ha dependido la recaudación de dramáticos en la SGAE. Carrión sustituyó con anterioridad, en 1985, a Tomás Marco como gerente de la Orquesta y Coros Nacionales (ONE).



Poco después, en 1995, Carmen Alborch nombra a Pedro Sánchez director gerente del INAEM, pero por poco tiempo, pues el PP gana las elecciones y Sánchez encuentra trabajo como presidente de la recién creada Fundación Autor, una de las instituciones de la SGAE dedicada a "tareas asistenciales, formativas y en buena medida promocionales y eje de una red de organizaciones, institutos y asociaciones", reza su página web. Sánchez es el padre del diputado socialista Pedro Sánchez Pérez-Castejón.



Con la llegada del PP al poder, la SGAE toma posiciones de la mano de uno de sus vocales más veteranos, el compositor y músico Tomás Marco. Sin duda, es un superviviente nato de la política, pues ha convivido con gobiernos de distinto signo. Ha sido director-gerente de la Orquesta y Coro Nacionales de España (1981-85) siendo Javier Solana responsable de la cartera de Cultura. Más tarde es nombrado director del Centro de Difusión de la Música Contemporánea (1985-90), cargo en el que Semprun lo confirma. Y vuelve a la Orquesta y Coro Nacionales como director técnico entre 1991 y 1995, con Solé Tura, primero, y luego con Carmen Alborch. Cuando en 1996 llega Esperanza Aguirre al Ministerio de Cultura, sorprendentemente le nombra Director General del INAEM, precisamente el organismo encargado de velar por las artes escénicas y musicales.



Los últimos directores generales nombrados por González Sinde también tienen excelentes relaciones con la SGAE. El actual Director de Cine, Carlos Cuadros, trabajó en la Fundación Autor antes de desembarcar como gerente de la Fundación AISGE, primero, y como director general en la Academia de Cine. Y Santos Castro Fernández, actual Director General de Política e Industrias Culturales del Ministerio de Cultura, también ha sido un cargo en la SGAE, ex director de Relaciones Institucionales de la entidad. Curiosamente, de Santos Castro depende en el Ministerio de Cultura el Registro de la Propiedad Intelectual, que ha dejado de ser operativo desde que ya no es obligatorio estar registrado para poder ejercer los derechos de propiedad intelectual.



Por último, es significativa la apuesta de la Comisión Rectora actual de la SGAE por nombrar al abogado Miguel Satrústegui presidente de la citada Comisión, nombramiento que finalmente no se ha producido. Satrústegui, que ha sido Secretario del Consejo de Administración del Grupo Prisa hasta 2009, fue nombrado director general de Bellas Artes en 1985 y subsecretario del Ministerio de Cultura en 1987. Recientemente, el cineasta Achero Mañas, recordaba su etapa, ya que él fue el artífice del llamado decreto que lleva su nombre y "que tuvo la virtud de sacar a la calle unidos a productores, actores, guionistas, técnicos y directores del cine español. Hasta el propio Director General de Cine, Fernando Méndez Leite, se le puso en contra y fue obligado a dimitir".