Image: Sergi Pàmies

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El Cultural

Sergi Pàmies

"La novela es monógama y el cuento promiscuo"

29 marzo, 2011 02:00

Sergi Pamiès

Hoy presenta en el Círculo de Bellas Artes su libro La bicicleta estática

El humor es quizá el elemento fundamental del escritor Sergi Pàmies (París, 1960). Está presente en sus libros, en sus conferencias, entrevistas o presentaciones de otros escritores. Colaborador en periódicos, en radio, escritor de relatos, novelista, traductor de Apollinaire, Agota Kristof, Jean-Philippe Toussaint, Fréderick Beigbeder, Amélie Nothomb o Daniel Pennac, Sergi Pàmies divide su tiempo en temas todos ellos relacionados con el mundo de la Cultura, aunque cada día se dedica más a su labor de escritor. Su género a la hora de escribir, es el relato corto, tan rápido como su lucidez mental que cuando escribe le permite dar la vuelta a las situaciones más absurdas de la vida diaria. Su inteligencia y su forma divertida de narrar, le han hecho ganarse un amplio público de lectores y seguidores. Acaba de publicar La bicicleta estática, una recopilación de cuentos que presenta esta tarde en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Pregunta.- ¿Por qué relato corto y no novela?
Respuesta.- Las ideas tienen el tamaño que tienen. Es más fácil de integrar el cuento en la vida diaria que la novela. La novela es muy posesiva, monógama, se apodera de ti durante años. En cambio el cuento es más llevadero, más promiscuo. Puedes trabajar en tres o cuatro cuentos a la vez, no tienen celos el uno del otro. Es más soportable, el tratar de negociar con cuentos que con novelas.

P.- La Bicicleta estática, cuyo narrador tienen ciertas características en común con usted, ¿es un libro autobiográfico?
R.- No, es el libro en el que hay más referencias explícitas autobiográficas y esto se debe, supongo, también al paso del tiempo y a que utilizo material autobiográfico para hacer ficción. Quizá antes utilizaba la ficción de manera enmascarada. Ahora he invertido los términos. A partir de situaciones reales de mi vida, algunas referidas a la memoria, otras a cosas que me han ocurrido en los últimos años, construyo artefactos de ficción.

P.- El narrador de los cuentos tiene unos 40 años, a veces está mal casado, otras divorciado, háblenos de ese narrador en primera persona.
R.- Casi todos son en primera persona, casi todos corresponden a ese periodo de los 40 a los 50 y más que nada es como un compendio de no solo lo que me ha ocurrido a mí sino a la gente de mi entorno. Yo vivo en un universo privilegiado de clase media sin demasiados problemas y en una gran ciudad, por lo tanto las neuras que tenemos son bastante mezquinas y retratan un poco ese mundo de ilusiones desengañadas, de cosas que no han funcionado, de responsabilidades, de miedos, de pánicos, de frustraciones, pero siempre con un cierto escepticismo irónico, con una distancia para que mis cuentos tampoco sean un dramón.

P.- En los cuentos, habla mucho de las dificultades de un padre, de los problemas que atraviesa el matrimonio después de años de convivencia. A pesar de su humor, su visión es un tanto negativa.
R.- Más que negativa es pesimista. Una visión que tiende a considerar que a pesar de todos los esfuerzos que haces, sea en la materia que sea, en el trabajo, en tu vida sentimental o familiar, acabas teniendo la sensación de que pedaleas sin moverte, de ahí el título. El esfuerzo invertido no corresponde a la distancia recorrida. En esa idea sí que hay un cierto pesimismo y no solo en este libro.

P.- ¿Por qué las historias de amor de sus personajes acaban siempre en fracasos? ¿El amor es para usted una ilusión que debe alejarse de la literatura?
R.- No, precisamente uno de los pocos aciertos del amor es que literariamente funciona muy bien. Es un éxito. El amor literario es siempre fantástico aunque sea desamor. Lo que constato a través de mi experiencia y de la colectiva es que el amor es un elemento defectuoso. Si fuera un electrodoméstico, lo devolveríamos a la tienda. No funciona. Deja mucho que desear entre las expectativas y los resultados que genera hay un abismo. Es una constatación, tampoco hago una apología del desamor.

P.- En alguno de sus relatos, como Mïster Trujillo, la problemática es las vueltas de cabeza que el personaje da a su vida y a su situación familia. ¿Piensa que nadie está satisfecho con lo que ha cosechado a los 40 años?
R.- Hay gente que no está satisfecha ni a los 20. Quería retratar esos laberintos mentales, un poco mezquinos, de quien debería estar satisfecho con su vida pero no lo está. Es un retrato de la insatisfacción, que también retrata ese lado mezquino de frustración, de que las cosas no han sido exactamente como se esperaba.

P.- Traductor de Amélie Nothomb, de Frederick Beigbeder, de Danniel Pennac, entre otros, ¿es para usted la escritura creativa y la traducción dos caras de una misma moneda?
R.- Si, quizá sería una moneda con más caras. El traducir, aunque ahora solo traduzca el libro anual de Amelie Nothomb, me sirve para acceder a un nivel de lectura que sólo te da la traducción. Ni el lector convencional, ni el profesional, ni el escritor, pueden acceder a las tripas del texto como un traductor. El privilegio de poder hacer casi una autopsia del texto es un gran ejercicio de conocimiento, de humildad, y sobre todo de oficio. Aprendes mecanismos, accedes a cosas que si no es a través de los mecanismos de la traducción, no verías.

P.- ¿En su forma de escribir, se siente próximo a los escritores franceses?
R.- Depende del escritor francés. Hay algunos con los que si me gustaría sintonizar pero no diría que mi estilo bebe más de los franceses que de otros. No creo que la influencia francesa sea estilística, es más bien de entorno cultural, de paisaje sentimental. El hecho de que yo haya nacido en Francia y haya estudiado allí la escuela primaría hasta los 11 años es como otro territorio propio. Tampoco creo que los escritores franceses, en general, escriban de una determinada manera.

P.- ¿Hoy en día, cual es su relación con Francia?
R.- Es uno de mis países. Yo tengo una sobrexposición de identidades nacionales que son Francia, España y Cataluña, y vivo en un universo en que estas tres realidades culturales, ya que las políticas me interesan poco, conviven. A veces, soy francés cuando mi entorno se mete con Francia, soy español cuando mi entorno se mete con España y soy catalán cuando mi entorno se mete con Cataluña. Es un poco reactivo pero a mí me resulta muy cómodo. El hecho de tener tres identidades culturales es mejor que el tener solo una.

P.- Sus títulos siempre tienen humor, háblenos del de La bicicleta estática. Y por supuesto de la portada de la gallina ponedora.
R.- La bicicleta estática es un objeto absurdo, por tanto cómico, y luego es simbólico de esa generación del esfuerzo no recompensado. El tener la sensación de estar pedaleando sin moverte del sitio en el que estás. Reunía ese valor simbólico, ese punto irónico, cómico y absurdo que son tres cosas que siempre me han interesado mucho. La gallina es la respuesta a todas las preguntas. Cuando no sabemos cómo culminar un debate, decimos la gallina. Pero más que nada es una apuesta estética. En un libro de cuentos es muy difícil ilustrar. Aquí hay 19 cuentos distintos y se buscó una ilustración que que no tuviera un mensaje anímico. La gente simpatiza con una gallina. Nos pareció que tenía gracia.

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