Image: Juan Cueto

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El Cultural

Juan Cueto

"La Movida fue un golpe de Estado de la modernidad"

28 febrero, 2011 01:00

Juan Cueto. Foto: Bernardo Díaz.

Acaba de publicar el libro 'Cuando Madrid hizo pop'

Juan Cueto (Oviedo, 1942) desapareció del mapa de la prensa diaria hace tres años. Llevaba décadas delineando sobre él un rastro de tinta con sus opiniones, su ironía y su capacidad para vislumbrar el futuro. Pero de repente se ausentó: "Estaba cansado y hay que dar paso a gente nueva", explica. Ahora la editorial Trea retoma ese rastro Cuando Madrid hizo pop, obra en la que se compilan alguno de sus libros descatalogados, sus artículos periodísticos y conferencias inéditas. Una síntesis de su extenso itinerario intelectual y profesional, en el que destacan etapas como la implantación de Canal + en España, de la que se encargó personalmente, y la fundación de la revista cultural Cuadernos del Norte. En este volumen, Cueto repasa los tempos sociológicos que han marcado el ritmo del país: la modernidad tardía que llegó en los 80, confundida por muchos con la posmodernidad, y la irreversible globalización en la que, sin excepción, todos estamos inmersos: para bien y para mal.

Pregunta.- Hace tres años que no asoma la pluma en la prensa. ¿Por qué decidió replegarse?
Respuesta.- Estaba ya cansado y, además, hay que dejar paso a gente nueva. No hay más motivos, simplemente esos.

P.- Afirma que la sociedad española no ha asimilado todavía la Transición.
R.- La Transición sirvió para que España entrara, con dos décadas de retraso, a la modernidad. Llegamos a ella tarde, y las prisas para ponernos al día provocaron que se dejaran muchos asuntos pendientes de solucionar. Por eso todavía hoy surgen muchas fricciones.

P.- El 23-F fue uno de sus momentos más críticos. Ahora hemos conmemorado su 30ª aniversario. ¿Qué efectos tuvo el golpe en los españoles?
R.- El golpe fue un punto de inflexión. La gente se precipitó hacia la modernidad, con tanta determinación que ya era imposible dar marcha atrás. Fue una especie de catarsis en la que los españoles decidieron abandonar la España chusca y cutre que representaba Tejero, con su bigotón y sus berridos.

P.- Uno de los adjetivos que primero sale a relucir cuando le presentan es el de comunicólogo. ¿Qué le parece?
R.- Lo odio. A Umberto Eco fue al primero que empezaron a llamarle así. Es una etiqueta reduccionista y que en España, en general, se emplea con una sentido peyorativo.

P.- Lo que sí es cierto es que la televisión ha sido un ámbito fundamental en su vida profesional. Por ejemplo, fue responsable de la implantación de Canal + en España. ¿Cómo recuerda aquello?
R.- La implantación de la televisión pago fue un factor determinante para modernizar el país. Es un modelo que genera productos de calidad, como viene demostrando desde hace años HBO, que ha producido series y películas magníficas. Canal + sencillamente plagió el modelo del canal norteamericano. El público que paga exige más calidad que el de las televisiones generalistas gratuitas.

P.- También dirigió Tele Piú en Italia, un país en el que el poder televisivo se concentra casi exclusivamente en las manos de Berlusconi. ¿Cómo le fue allí?
R.- El éxito de Berlusconi como empresario televisivo es casi absoluto. El único terreno donde ha salido derrotado ha sido precisamente en el de la televisión de pago. Ahí recibió un serio revés, porque nunca pensó que Tele Piú (ahora Sky) pudiera funcionar. No se dio cuenta que los procesos europeos de modernización son irreversibles.

P.- González Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, decía el otro día que habría que extrañar de España a Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco...
R.- Yo no creo que haya que echar a nadie del país, pero es verdad que Paolo Vasile se ha pasado en España: la programación de Telecinco se ha llenado de basura hasta extremos increíbles, mucho más que en la propia Italia. Vasile es el mejor agente que tiene Berlusconi en cuestiones televisivas.

P.- Usted acuñó el concepto glocal. ¿Sigue teniendo vigencia en la actualidad?
R.- Sí, porque la globalización en ningún caso es pura. Los fenómenos globalizadores siempre tienen connotaciones locales. Por ejemplo, el menú de los restaurantes de los almacenes Ikea varía según el país donde te encuentres.

P.- Dice que su único argumento sensato para no vivir definitivamente en Madrid es que le "encanta aterrizar en Barajas".
R.- Es una paradoja típica del entusiasmo provinciano hacia la metrópolis. No vivir en Madrid, además, mantiene mi capacidad de sorpresa ante la ciudad. Madrid combina a la perfección lo local y lo global, y eso me encanta.

P.- Madrid hizo pop con mucho retraso pero también con mucha energía, ¿no?
R.- La Movida fue un golpe de Estado de la modernidad. Fue un exceso de modernidad que contrarrestó un exceso de costumbrismo. En los 80 algunos pensaban que Madrid era la ciudad más moderna del mundo. La verdad es que nos pasamos un poco, pero estaba justificado porque arrastrábamos mucho retraso de casticismo chusco.

P.- Si escribiera un libro sobre está época tendría que titularlo Cuando Madrid hizo plof.
R.- (Ríe) La verdad es que la crisis ha hecho mucho daño a la ciudad, igual que en casi todas la grandes metrópolis del mundo. La crisis económica es otro fenómeno de globalización puro y duro.

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