'¿Soy un mono?' Esta pregunta con aromas de marketing sirve de título al último libro de Francisco J. Ayala (Madrid, 1934). Editado por Ariel, el científico, último premio Templeton, vuelve con su habitual claridad sobre los aspectos clave de la evolución tras 'Darwin y el diseño inteligente'.

PREGUNTA: Esta nueva entrega arranca con una encrucijada sobre nuestra identidad. ¿Por qué ahora esa cuestión?

RESPUESTA: Biológicamente, nuestros parientes más cercanos son los chimpancés, que están más relacionados con nosotros que con los gorilas y orangutanes. Por razones de descendencia, chimpancés y humanos somos primos carnales, por así decirlo, pero ambos somos sólo primos segundos de los gorilas. Incluso así, no somos monos.



P: ¿Ampliaría el concepto de "humano" a estos "primos carnales"?

R: No, porque somos radicalmente diferentes aun cuando seamos parientes cercanos en lo que respecta al origen evolutivo.



P: ¿Vivimos de espaldas a nuestra condición de primates?

R: Tenemos necesidades biológicas semejantes, pero podemos trascender muchas de ellas. Por ejemplo, pese a que los humanos continuamos adaptados a las temperaturas de los trópicos, hemos colonizado lugares como Alaska, Siberia y Escandinavia con ropa y vivienda.



P: Por su forma de tratar estos temas se diría que se siente cómodo en la divulgación...

R: Al menos creo que es importante hablar y escribir para el público.



P: El punto de partida es siempre la teoría de Darwin. ¿Cambió el científico el rumbo de nuestro pensamiento?

R: Darwin completó la revolución científica al extender sus explicaciones al origen, diversidad y adaptaciones de los organismos. El hecho de que la especie humana llegara a serlo por evolución biológica tiene consecuencias importantes para entender lo que somos.



P: Le dedica todo un capítulo a la aceptación de su teoría. ¿Puede cuestionarse aún?

R: Todos los conceptos y teorías científicas deben ponerse en cuestión, incluyendo la mecánica de Newton, la relatividad de Einstein y la evolución de Darwin. Eso sí, no hay otra teoría científica que esté tan confirmada como la teoría de la evolución.



P: Entonces, ¿de dónde "evoluciona" el creacionismo, de la ignorancia o del autoritarismo? R: Le diré que el creacionismo emerge de la ignorancia científica y de la ignorancia religiosa. Este grupo cree que es mejor pensar que el mundo fue creado por Dios hace menos de diez mil años. Pero no es así.



P: ¿Adapta la religión sus preceptos a la luz de los hitos científicos?

R: Creo que la religión tiene en cuenta los avances científicos y esto la enriquece.



P: Pero ciencia y religión a veces chocan...

R: No necesitan estar en contradicción. Son como dos ventanas para mirar al mundo que, aunque sea el mismo, lo que se ve es diferente. Por ejemplo, las consideraciones estéticas son también una manera diferente de mirar el mundo y no son contrarias ni a la ciencia ni a la religión.



P: ¿Es la supervivencia la "chispa" que enciende y dirige los pasos evolutivos?

R: En cierta manera, sí. Genes de los que sobreviven y se reproducen mejor son los que pasan a generaciones sucesivas.



P: ¿Somos libres o nuestro comportamiento está grabado en el ADN?

R: Libres. Ni el ADN ni los átomos que lo componen son los que determinan el comportamiento.



P: ¿Cuenta toda nuestra historia el desarrollo del embrión humano?

R: Bueno, como toda actividad humana, está influido por el ambiente, el seno de la madre. Luego estas influencias continúan con la niñez, la educación y la experiencia.



P: ¿Le ha hecho pensar el Premio Templeton?

R: Sí, que sin duda había otros muchos que lo merecían.



P: ¿Qué vibraciones le llegan de la ciencia española?

R: Que se trata de una ciencia de primera clase pero que está restringida por la inversión en I+D, que es la mitad del PIB de la de otros países industriales. Muchos científicos formados en España terminan en el extranjero. Se invierte en formación y Estados Unidos, entre otros países, se benefician de ello.



P: Precisamente, aquí muchos se preguntan cuándo volverá...

R: Mi vida ya está hecha en EEUU, familiar y profesionalmente. Eso sí, culturalmente sigo considerándome español.