El Cultural

Pedro Juan Gutiérrez

"En Cuba vivimos una especie de "Sálvese quien pueda" general. Pero yo me quedo"

7 febrero, 2001 01:00

Poeta, escritor y pintor, Pedro Juan Gutiérrez (La Habana, 1950) ha sido periodista, vendedor de helados, soldado y cortador de caña de azúcar. Sus novelas desbordan seducción y vida, sexo, Caribe y ron. Especialmente la última, Animal Tropical, galardonada con el premio Alfonso García Ramos y también conocida como Semental Tropical.

Pregunta: Pedro Juan, el protagonista de la novela, ya lo fue de la Trilogía sucía de La Habana ¿En qué ha cambiado?
Respuesta: Ahora tiene cincuenta años. Ha sobrevivido todo este tiempo, tiene nuevos amores, y no le faltan ni tabaco ni sexo ni ron.
P: ¿Y la ciudad?
R: Está aún más degradada, más sucia, más pobre.
P: ¿Por qué es preciso "tirarlo todo sobre el papel", manchándolo de "sangre y de saliva, y de mierda y orina, y mocos y lágrimas"?
R: Porque la vida es así, tiene sangre y mierda y semen. Cuando sólo queda sobrevivir, el sexo y la bebida ayudan a seguir viviendo.
P: ¿Tiene la novela tanta base real como parece? ¿Es autobiográfica?
R: Sí. Narro cosas reales que me han sucedido a mí o a mis vecinos. La materia prima brota sólo con asomarme a la azotea de mi apartamento y mirar lo que me rodea. Pero sin pretensiones: no quiero hacer sociología, sólo literatura.
P: Pedro Juan tiene dos amores, una jinetera cubana de 30 y una sueca de 40. ¿Trata de descubrir los contrastes entre el mundo subdesarrollado y la opulencia?
R: Sí, esa es una de las tramas. También la miseria, que aplasta y envilece al ser humano.
P: Precisamente en su novela ironiza sobre los turistas que retratan la pobreza...
R: Sí, es muy jodido ver a toda esa gente entrometida que hace la misma foto de la misma casa en ruinas para luego enseñársela a sus amigos, como si la miseria fuese un decorado o un chiste.
P: Le suelen comparar con Bukowski.
R: Tiene razón, me lo dicen mucho en España, pero no estoy de acuerdo. Sus personajes son desolados, tristes, perdedores sin esperanza.
P: Y los suyos, especialmente Pedro Juan, tiran más bien a pícaros y disfrutan de lo poco que hay.
R: Claro. Pedro Juan, por ejemplo, es un ser diabólico, perverso, un seductor que apura la vida a tragos. Para mí el realismo no es sólo describir la suciedad de La Habana, sino descubrir el límite de cada personaje. Escribo sobre el caos.
P: ¿Se imagina lejos de Cuba?
R: No. Soy cubano, tengo allí a mis hijos, a mi amor, a mis amigos, mi vida entera. Estoy decidido a quedarme a pesar de todo.
P: ¿A qué se refiere con "a pesar de todo"?
R: A que sigo amando a Cuba aunque está destruida. A que la vida cotidiana es muy tensa. A que hay promiscuidad, hambre, y una especie de sálvese quien pueda general. A que la crisis lo abarca todo, y quizá por eso vivimos tan intensamente.
P: ¿Eso lo explica todo?
R: Bueno, quizá sentimos que hay que hacer cosas para no caer en un estado depresivo sin salidas.
P: Con todo eso, ¿no preferiría vivir lejos de La Habana?
R: No, imposible. He tenido la suerte de viajar bastante desde los 30 años como periodista y como poeta. Estuve dos veces en la URSS, en Alemania, algún tiempo en México, tres meses en Suecia, pero siempre acabo en casa porque para mí vivir y escribir en La Habana es una necesidad.
P: Hablando de literatura, parece imposible no mencionar a Guillermo Cabrera Infante. A pesar de la censura, ¿lo ha leído?
R: Sí. Tres tristes tigres fue un hito. Lo demás no me gusta.
P: ¿Y el resto de la literatura del exilio, Reinaldo Arenas, Zoé Valdés?
P: Reinaldo Arenas escribió algunos libros muy buenos, como Antes que anochezca. De Zoé he leído algo, pero en general no conozco demasiado la literatura cubana del exilio.
P: Los libros de Cabrera se cotizan en el mercado negro. ¿Y los suyos?
R: También, porque los míos tampoco se distribuyen.
P: ¿Conocen en la Isla su trabajo?
R: Mira, chica, mis libros no se distribuyen pero circulan, los traen amigos españoles e incluso gentes que yo ni siquiera conozco. Sé que al menos unos 400 ejemplares de El rey de La Habana pasaron de mano en mano en la Isla.
P: ¿Intentó editarlos en Cuba?
R: Claro, los dos primeros libros de la Trilogía estuvieron como un año y pico en la Editorial Oriente de Santiago de Cuba, pero no hubo respuesta. Los pedí y me los devolvieron sin respuesta.
P: ¿Sigue ejerciendo el periodismo?
R: No. Pero conservo la mirada de periodista.
P: Dice que escribir en primera persona es como desnudarse. ¿Es un exhibicionista?
R: Sin duda. La literatura siempre es un poco neurótica, enfermiza. Das demasiado de ti cuando quieres ser sincero, mientras que si sólo buscas dinero te conviertes en un imbécil. Si eres honesto, tienes que ser cruel, y con el primero con el que eres cruel es contigo mismo y te vas neurotizando.
P: Porque, como usted afirma, se escribe como se vive. ¿Por eso no le gusta cómo se narra en Europa?
R: No es que no me guste, es que me aterra escribir como los europeos, desde un punto de vista filosófico. Son demasiado reflexivos. En América somos más vitales, más efervescentes, más jóvenes, somos naciones que aún crecemos, que sólo tenemos 500 años de realidad.
P: La novela europea actual...
P: Que me perdonen, pero me parece que vive su peor momento. Tuvo algunos maravillosos, pero estos son los peores.
P: ¿Por qué?
R: Chica, están acostumbrados a vivir según las reglas del Estado de Bienestar, y aburren y se aburren. Apenas hay vida en sus páginas, porque sólo buscan dinero y esa mentalidad lleva inevitablemente a la decadencia de la vida espiritual.
P: ¿Y ahora qué, otra historia de animales y sementales?
R: Ahora estoy escribiendo La melancolía de los leones, una historia de realismo fantástico a lo Borges o Cortázar, con la que estoy disfrutando muchísimo.