El Cultural

"Los otros muy raros me parecen a mí"

Pere Gimferrer

28 febrero, 1999 01:00

Su inteligencia le pone siempre a salvo de la vida a este ejemplar único de la literatura española de ahora. Pere Gimferrer (Barcelona,1945) es, entre otros muchas cosas (algunas rarísimas), poeta sabio, cinéfilo apasionado y conversador incesante y cultísimo. Del novísimo al agente provocador distan veinte años y, a estas alturas, ya tiene Gimferrer la gloria al lado.

Pregunta: ¿Es usted el raro por excelencia, o son los otros?
Respuesta: El raro por excelencia fue Borges. Los otros muy raros me parecen a mí.
P: ¿Se ve bien el panorama literario desde su atalaya de director literario de Seix Barral?
R: Tengo más información de la deseable y menos de la necesaria. Más de la deseable porque el material llega sin haber sido cribado por el tiempo; y menos de la necesaria porque nunca alcanza a llegarle a uno todo lo objetivamente valioso.
P: ¿Y el mundo de la edición, cómo se encuentra?
R: En lo literario ha variado menos de lo que aparenta. En 1965 nadie conocía o leía aquí a Borges o a Lezama Lima, la situación varió en unos pocos años. La diferencia más notable es que hoy estas variaciones se producen a un ritmo más rápido. No de años, de meses.
P: No creerá que hoy se lee mucho a Lezama Lima, ¿verdad?
R: Me consta que se leyó a Lezama cuando apareció "Paradiso".
P: ¿Los agentes literarios distorsionan el panorama tanto como se dice? ¿Puede un escritor vivir sin ellos?
R: Yo nunca he tenido agente literario y nunca ha sido a mí a quien ha correspondido negociar a fondo por parte de la editorial con un agente.
P: ¿Me está diciendo usted que se ha librado de una buena?
R: No necesariamente. Depende de qué agente, de qué autor y de qué editor estemos hablando. Y de qué obra, claro.
P: ¿Cómo consigue siempre nadar y guardar la ropa?
R: No tengo la impresión de que ocurra así. Mis principales enemigos tienen relación casi siempre con mi actividad editorial. También algunos de mis principales amigos.
P: Le invito a dar nombres.
R: De los primeros, cierto maltrapillo; de los segundos, Eduardo Mendoza, Octavio Paz o Juan Goytisolo. Con esos tres últimos tenía muy buena amistad mucho antes de dedicarme a la edición.
P: ¿A todos ellos les ha escrito poemas?
R: He escrito en mi vida muchos poemas de homenaje y de antihomenaje y también he escrito en prosa semblanzas personales y ensayos críticos.
P: Poeta, novelista, editor, agente o provocador. ¿Qué hay más en usted de todo esto?
R: Lo que más soy es cinéfilo.
P: ¿Qué cine le gusta más, qué director, qué película?
R: Me gusta sobre todo el cine producido entre 1930 y 1960. Me gusta también cualquier película dirigida e interpretada por Chaplin sin el personaje de Charlot, o cualquier película de Mizoguchi. En el cine actual sólo esta en activo un director verdaderamente de primer orden y es Ma-noel de Oliveira. ¿Qué me ha dicho de agente y provocador?
P: No, si era usted algo de eso.
R: El título de mi obra no se refiere a mí. El agente provocador es otra persona, en un sentido, y es, en otro sentido, la literatura y el arte. A lo mejor también lo es el propio libro así titulado.
P: ¿Qué me cuenta de esta novela de altísimo contenido erótico que tiene usted escrita y no publicada?
R: Que es verdad que la tengo. Que la escribí en 1969 y no se pudo publicar entonces. En situación idéntica tengo un libro de poemas en catalán, escrito en 1970, y, ya sin que mediara obstáculo de censura, más de treinta o cuarenta poemas en español de la segunda mitad de los años sesenta.
P: ¿Qué medió entonces?
R: En aquella época escribía mucho más que ahora y no publicaba todo lo que escribía. Ahora escribo muy poco y lo publico todo. A partir de los cuarenta, o los cincuenta años, el principal problema de un poeta es no repetirse, no escribir cosas superfluas y no convertirse en la caricatura del poeta joven que fue.
P: ¿Qué le queda del adolescente apasionado por Rimbaud?
R: Absolutamente todo. Si no fuera así, no seguiría escribiendo poesía.
P: ¿Qué consejo da al escritor que empieza?
R: Que viva para escribir, pero no escriba para vivir.
P: ¿Se reconoce en algún poeta joven de hoy?
R: Sí. En José Luis Rey. Tiene unos 24 años, es de Puente Genil y ha publicado "Un evangelio español", que fue accésit del premio Adonais.
P: Por cierto, su novela erótica inédita se llama La calle de la guardia prusiana. ¿Qué pasa en esa calle?
R: Pasan muchas cosas. Hay una cantidad enorme de personajes y de voces porque se trata de una novela polifónica con muchos narradores y en la que intervienen al menos tres generaciones. Transcurre en una época imprecisa, entre comienzos de siglo y los años sesenta, en un país que es a la vez una región del antiguo imperio austro- húngaro y una zona del profundo sur de los Estados Unidos. Como es natural, ni cuando escribí la novela ni después he estado en tales lugares.
P: Su famosa serie dedicada a "los raros" fue pionera en esto de rescatar prestigios. ¿De quién hablaría hoy?
R: Pues de Justo Navarro, cuyo reconocimiento como prosista ha oscurecido el que tuvo como poeta. De Angélica Becker, cuya recuperación pudo y debió ser paralela a la igualmente merecida que ha tenido Juan Luis Panero. Del inmerecido prestigio literario de Azaña, de la desmedida sobrevaloración de Ortega respecto a Unamuno...