Muguruza, acalambrada en el suelo de la pista central de Brisbane.

Muguruza, acalambrada en el suelo de la pista central de Brisbane. Dave Hunt Efe

Tenis Torneo de Brisbane

Muguruza no se despega de las lesiones

  • Ninguna otra jugadora del top-10 se retiró más veces en 2017 que la española (5), obligada a abandonar en Brisbane tras sufrir un colapso muscular en su primer partido de 2018. 
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3 enero, 2018 11:38
Brisbane (enviado especial)

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“Ha sido mala suerte, cosas raras. No me he roto el codo, han sido solo unos calambres”. Tras pronunciar esas palabras, Garbiñe Muguruza se marchó del torneo de Brisbane dolorida de arriba a abajo después de acalambrarse en tres partes distintas de su cuerpo (mano, cuádriceps y gemelos), un colapso que toleró como pudo durante casi una hora y que acabó obligándola a retirarse en la tercera manga de su primer partido de la temporada contra Aleksandra Krunic, acentuando una racha de infortunios que viene de lejos.

Muguruza jugó 21 torneos en 2017 y se retiró de cinco de ellos por distintos problemas físicos. Las semifinales de Brisbane contra la francesa Cornet (sobrecarga en el aductor derecho), el estreno en Dubái ante Kateryna Bondarenko (tendón de Aquiles izquierdo), los octavos de Miami frente a Caroline Wozniacki (golpe de calor), las semifinales de Roma con la ucraniana Svitolina (bloqueo en el cuello) y la primera ronda de Pekín contra Barbora Strycova (gripe) terminaron con la española abandonando la pista antes de tiempo, aunque siempre por razones distintas y sin tanta importancia como para romper su temporada y alejarla de la competición un tiempo.

“A principios del año pasado tuve bastantes retiradas, pero sinceramente fueron un poco de mala suerte”, explicó la española a este diario, siguiendo con el discurso de su abandono contra Krunic. “No me torcí el tobillo, me pasaron cosas que no estaban previstas”, prosiguió la número dos mundial. “Esta pretemporada he aprovechado para entrenar mucho físicamente. El tenis lo vas adaptando, ajustando cositas, pero necesitas unas cuantas semanas para ponerte más fuerte. Por eso, cuando tengo un período de tiempo en el que realmente puedo trabajar, como ahora, me concentro mucho en el lado del físico, que siempre lleva un poco más de tiempo”, insistió. “Prepararme, ser más resistente  hacerme más fuerte… esos son mis objetivos”.

Del top-10 actual, Muguruza es la jugadora que más veces abandonó el curso pasado (cinco), y a mucha distancia del resto. Simona Halep, la número uno, completó 17 de los 18 torneos de su calendario, a excepción de la retirada en los cuartos de final de Washington. Caroline Wozniacki, la tres, disputó 26 de las 27 citas que tenía previstas, marchándose solo de la primera ronda de Estrasburgo por lesión. Ni Karolina Pliskova (número cuatro) ni Venus Williams (cinco) ni Elina Svitolina (seis) tuvieron que abandonar un partido en toda la temporada. Jelena Ostapenko, la siete, se bajó únicamente de las semifinales de Auckland. Caroline Garcia (ocho) y Johanna Konta (nueve) también cerraron 2017 sin retiradas y CoCo Vandeweghe (diez) lo hizo con dos, en la segunda ronda de Pekín y en los cuartos de Birmingham.

Muguruza, que en la actualidad trabaja con Alicia Cebrián (fisioterapeuta) y Lauren Lafitte (preparador físico), inició el año pasado un ambicioso plan para fortalecer el tren superior (hombros y espalda) y también el inferior (piernas). En consecuencia, la española se decidió a ganar fuerza con la intención de adaptarse a las condiciones modernas del tenis, cada vez más físico, cada vez más exigente, cada vez más duro. 

Así, y además de machacarse en el gimnasio, la pretemporada anterior Muguruza cambió su dieta por completo y comenzó a mirar todo lo que comía al milímetro, quitando lácteos, harinas o azúcar. Su cuerpo experimentó una reducción del nivel de grasa y un ligero aumento de la musculatura, aunque la báscula registró una llamativa perdida de peso (alrededor de 70 kilos) para una tenista altísima (1,82m).

La española defendió ese nuevo armazón, con el que se sintió mejor (más ágil y rápida) y evitó que sus castigados tobillos (pasó por el quirófano en 2013 para operarse de una osteocondritis de astrágalo en el derecho y se sometió a un tratamiento para limpiar el izquierdo en 2016 después de una torcedura a final de año) sufriesen más. Los problemas, sin embargo, aparecieron en otras partes de su cuerpo, pero no le impidieron firmar el mejor año de su carrera (títulos en Wimbledon y Cincinnati, además de alcanzar el número uno por primera vez durante cuatro semanas).

Ahora, y tras retirarse de Brisbane por unos fuertes calambres, Garbiñe ya piensa de nuevo en la forma de despegarse de las lesiones para jugar con libertad.