En el 93, Roberto Baggio ganó el Balón de Oro, Bill Clinton sucedió a Bush como presidente de los Estados Unidos, Mandela y Klerk (presidente de Sudáfrica) recibieron el Nobel de la Paz… Y el Olympique de Marsella levantó la ‘Orejona’. Fue el primer equipo francés en hacerlo y, hasta el momento, el único. Su leyenda, lejos de caducar, ha ido reavivándose con el tiempo. Sin embargo, el recuerdo de los protagonistas no permite rememorar aquellos días. Este diario intentó ponerse en contacto con Jocelyn Angloma para tender un puente entre el pasado y el presente, pero no encontró respuesta ni de él ni del club. Las sombras, benditas en este caso, son tan intensas como fugaces cuando se celebra el 60 aniversario desde la creación de la Copa de Europa. Por tanto, toca recordar.

El Olympique de Marsella fue el primer equipo que se proclamó campeón de la actual Champions League (1993). En aquella edición, y tras la desintegración de Yugoslavia y la Unión Soviética, compitieron por primera vez equipos de Eslovenia, Estonia, Letonia y Ucrania. Y también participaron Israel y las Islas Feroe. Pero todo eso dio igual. La Champions League fue para los franceses, que tumbaron al Milan de Capello, herencia directa del de Arrigo Sacchi, con un gol en solitario de Basile Boli en el minuto 44. Ahora bien, sobre aquella generación, germen de la Francia campeona del Mundo en el 98, hay tantas sombras como certezas. Aunque para eso es necesario retroceder aún más en el tiempo…

 En 1986, el actor, presentador televisivo y empresario de éxito Bernard Tapie compró el Olympique de Marsella. Y lo hizo a lo grande. Invirtió dinero, fichó a los mejores (Papin, Francescoli, Völler…) y ganó títulos: cuatro Ligue 1 (1989, 1990, 1991 y 1992), una Copa de Francia (1989) y la Champions League (1993). Su historia y la de su equipo fue durante mucho tiempo perfecta. Eso sí, después de levantar la ‘Orejona’ todo se torció.

En la final, el Olympique de Marsella pasó por encima del Milan de Capello, donde todavía militaban Van Basten –jugó infiltrado y se retiró posteriormente–, Baresi, Rijkaard o Costacurta. Boli marcó un gol de cabeza al borde del descanso y el equipo dirigido por Raymond Goethals levantó la Copa en el Olímpico de Múnich. Aquella generación (Barthez, Desailly, Angloma, Deschamps, Völler…) esculpió su nombre en la historia con letras de oro.

Sin embargo, ese éxito fue el preludio de la fatalidad. Pocos meses después, los jugadores del Valenciennes denunciaron un intento de comprar por parte del Olympique de Marsella en el partido inmediatamente anterior a la final. El objetivo: que el equipo se asegurase el campeonato de Ligue 1 antes de jugar contra el Milan en la Champions y que no lesionase a nadie.

Tras aquel suceso, el Olympique fue desposeído de su quinto título de Ligue 1 y descendió a Segunda. Además, la UEFA le privó de disputar la Supercopa de Europa, la Intercontinental y no le dejó defender su título de Champions la siguiente temporada. Y por si fuera poco, el ex jugador del Marsella, Jean-Jacques Eydelie, en una entrevista a L’Equipe, confesó que los jugadores de aquel equipo iban dopados. Sin embargo, el máximo organismo europeo no quiso investigar aquellas acusaciones. ¿Por qué? “No había ningún motivo jurídico y los controles tras la final fueron todos negativos”, declaró tiempo después el director general Lars-Christer Olsson. ¿Verdad? Quién sabe.

En definitiva, hay sospechas. O las pudo haber. Pero para la historia, cuando se cumple el 60 aniversario de la creación de la Copa de Europa, quedará tan solo la foto de un equipo de leyenda. El primero que no pudo ni defender título ni disputar la Supercopa ni la Intercontinental.

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