En España los perros y los gatos son las principales mascotas... ¿Estás pensando en integrar un nuevo miembro a la familia, en este caso un perro o un gato? Este es un acontecimiento especialmente emocionante, pero cuando ya contamos con una mascota en casa, sobre todo esa primera etapa de integración puede volverse especialmente complicada. ¿La razón? Ese dicho de llevarse como el perro y el gato puede tener gran parte de razón, sobre todo cuando ni el perro ni el gato han experimentado una buena socialización desde su etapa de cachorros y todo ello sumado al rechazo y la angustia que puede provocar un cambio tan drástico en el caso de los gatos, los cuales suelen ser bastante miedosos y asustadizos con todo.

Pero esto no quiere decir que vaya a ser una misión imposible. De hecho, existe la posibilidad de que tu gato logre aceptar a tu perro y viceversa, consiguiendo una convivencia armoniosa y por supuesto teniendo en cuenta una serie de pautas y consejos.

¿Realmente puede haber una buena relación entre un gato y un perro?

Aunque siempre suele hablarse de la relación entre los perros y los gatos como una relación bastante complicada, lo cierto es que no siempre es así y de hecho puede llegar a ser una relación bastante armoniosa, segura o incluso en ocasiones pueden llegar a convertirse en grandes amigos. Todo depende de cómo iniciemos esa socialización entre gato y perro y de que establezcamos una serie de pautas y espacios en el hogar independientes para cada uno de ellos. Si esto no ocurre o no se garantiza de la forma adecuada, la convivencia entre ambas mascotas puede llegar a ser mucho más complicada e incluso implicar conflicto constante entre ambos animales.

¿Cómo hay que adecuar el espacio?

Un refugio alto y seguro: Antes de que ambas mascotas convivan juntas en un mismo hogar, es muy importante que creemos un entorno seguro para nuestro gato y que le reservemos algún lugar de la casa o habitación para él. En este caso, deberás asegurarle un refugio en algún lugar alto desde el que tu felino pueda vigilar el entorno y donde tu perro no pueda alcanzarlo.

Arenero en un lugar íntimo y seguro: Por otro lado, la caja de arena también tendrá que estar ubicada en un lugar seguro e íntimo, al que no pueda acceder el perro.

Comedero y bebedero individual: Al igual que el arenero y su refugio tendrán que estar en un área separada y segura, lo mismo tendremos que hacer con su bebedero y comedero. Cada mascota tendrá que tener su propia área individual para comer y beber y ambas deberán estar bien delimitadas y alejadas una de la otra. Esto ayudará a evitar posibles conflictos entre ellos.

Las feromonas, las grandes aliadas: Un simple difusor de feromonas podrá ser un gran aliado para hacer de esta socialización entre gato y perro algo mucho más sencillo, ya que estas ayudarán a que nuestro gato se sienta mucho más tranquilo facilitando el cambio.

Adecúa un espacio para tu perro: Sobre todo para facilitar esos primeros días de adaptación, es importante que prepares algún espacio concreto de la casa para tu perro y ese espacio no deberá ser ninguno de los espacios favoritos o frecuentados por tu gato. De esta forma, tu felino no tendrá por qué percibir esa nueva integración en la familia como algo negativo.

Intercambio de olores

Mientras los humanos solemos dar más importancia a lo que vemos, los animales prefieren aprovechar su gran capacidad olfativa para evaluar todo lo que les rodea y eso incluye a cualquier nuevo inquilino o miembro en la familia. Por esta razón, es importante que antes de hacer la presentación oficial entre ellos, comencemos intercambiando objetos, juguetes o incluso su ropa de cama entre ellos, para que consigan normalizar poco a poco sus respectivos aromas.

Intercambio visual

Una vez se hayan acostumbrado a sus respectivos olores, llega una de las partes más delicadas y la que posiblemente más puede llegar a asustar a tu gato y alterar a tu perro: el intercambio visual. Lo más recomendable es que comiencen viéndose desde lejos y para que tu gato pueda sentirse seguro es importante que lo hagamos con la ayuda de una segunda persona. De esta forma uno podrá mantenerse al lado del gato y otro sujetará con una correa al perro para evitar percances.

Cada vez que durante ese cruce de miradas ambos animales se mantengan tranquilos y sin alterarse, no dudes en premiar tanto a tu perro como a tu gato, para que poco a poco vayan relacionando esa forma de comportarse y de aceptarse como algo positivo.

Según vayan estando más tranquilos podrás ir probando a acortar las distancias entre ellos, siempre facilitándoles algún delicioso premio para reforzar ese comportamiento como algo positivo. Es importante que ese acercamiento sea progresivo y sin precipitarse, ya que si esto sucede podríamos acabar provocando una experiencia negativa para nuestro felino e incluso dificultando enormemente la convivencia entre ambos, haciéndola algo casi imposible. Otro aspecto importante a destacar, es que tanto en este acercamiento como en la posterior interacción, nuestro perro tendrá que estar sujeto con correa y llevar bozal, con el fin de prevenir cualquier posible ataque o movimiento inesperado.

Déjalos interactuar

Una vez se hayan acostumbrado a sus respectivos olores y cuando ya estén tranquilos uno cerca del otro, podremos pasar al último paso: la interacción. En esta fase tendremos que dejar que se presenten, se huelan y que interactúen el uno con el otro, reforzando el buen comportamiento con premios y manteniendo el bozal y la correa en el caso del perro para evitar sustos.

Si durante la presentación ambos han estado en todo momento tranquilos y ha quedado muy claro que se llevan bien, es el momento de que empieces a dejarlos sueltos en el mismo espacio, pero siempre bajo supervisión y con sus espacios de comida separados para evitar posibles conflictos o persecuciones.

También te puede interesar sobre perros...