Dicen que el peligro ya pasó, que los libros han esquivado la ventolera del TTIP. La Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión -como se le conoce en español-, que busca imponer las normas comerciales de Estados Unidos en la Unión Europea, por el libro no pasa -por ahora-. Al libro no se le toca. La UE bloqueó la intención norteamericana de que la Ley del precio fijo -clave de la resistencia de las pequeñas librerías frente a las grandes superficies- se convirtiese en Ley del precio libre. El mérito se debe al hermanamiento de nuestro país con Francia, a la lucha conjunta para que Estados Unidos no colonice la pequeña librería y la editorial independiente. Y, en última instancia, el esfuerzo por preservar la calidad del producto literario. Por salvaguardar su autonomía, su mirada cultural.

La Feria del Libro, en palabras de Teodoro Sacristán, su director, es la demostración palpable de la importancia del precio fijo: "Es un poco el fin de acto del trabajo, del esfuerzo de todo el año, del empuje de todo el sector -libreros, editores, distribuidores...- por conservar las políticas actuales del libro". Pueden ver en los carteles quién es el país invitado: Francia. Este guiño no es circunstancial. Sacristán explica que "España ha ido copiando lo que se hacía en Francia y en Alemania", y recuerda que hace dos años hubo un presupuesto extraordinario de 5 millones de euros por parte de Francia para la liquidez de las librerías, "y en plena crisis". Tiene claro que "conservar el precio fijo en España es un triunfo".

Pacto educativo

No considera que el libro sea un "producto especial" por sí mismo, ni que tenga que dotársele de privilegios por pertenecer al ámbito cultural. "Hay que cuidarlo porque va engarzado en la educación, simplemente". Así es como cree que debe regularse su protección con vistas a la próxima legislatura: "Pienso que debería encuadrarse en el gran pacto educativo que se lleva pidiendo toda la vida. No es un caso accidental que en Francia lo protejan los políticos, sino que está en el ADN, y aquí aún cuesta trabajo entenderlo".

Pienso que la protección del libro debería encuadrarse en el gran pacto educativo que se lleva pidiendo toda la vida. No es un caso accidental que en Francia lo protejan los políticos, sino que está en el ADN

Ophélie Ramonatxo, responsable del Departamento del Libro en la Embajada de Francia en España, admite que Francia es "una excepción cultural": "Yo antes estaba en un puesto diplomático en Londres y he podido medir las diferencias. Por ejemplo, las librerías en Inglaterra son sólo cadenas comerciales... y los títulos igual. Tienen un modelo más norteamericano. También hacen muchas promociones libreras, como 3x2 o 2x1... eso en Francia sería un crimen, un sacrilegio", asegura.

No le sorprende que Francia haya defendido con uñas y dientes el precio fijo de sus libros: "Las librerías, aunque tengan problemas para sobrevivir, están muy apoyadas por el Estado y también por las colectividades territoriales. Por ejemplo, allí tienen condiciones preferenciales para el alquiler de un local si montan una librería". Cree que "es muy fácil abrir una librería, y, aunque es más complicado hacerla sobrevivir, se tienen muchas oportunidades en este sentido".

Aprender de la biblioteca francesa

En cualquier caso, el rechazo al TTIP parte de una conciencia vertebral de respeto a la cultura. Un respeto político y social que se manifiesta en el trato a la industria editorial, en el valor de las librerías y en el resto de elementos del engranaje literario. Ramonatxo coincide con Sacristán en que España -con una "espectacular industria editorial que no tiene nada que envidiar a la francesa"- aún tiene que aprender de su país en la esfera bibliotecaria: "En Francia casi no existe ninguna ciudad sin bibliotecas y casi cada mes abre una nueva en el territorio nacional con muchas ayudas para comprar colecciones, por lo menos al principio. Aquí en Madrid noto que hay infraestructuras hermosas, bibliotecas bonitas... pero con problemas de presupuesto para comprar libros. La red de Barcelona, sin embargo, es muy ejemplar: el 50% de la población tiene su carnet de biblioteca, que además tiene muchas ventajas en otros servicios públicos".

Sonríe y se encoge de hombros: "Es normal que en Francia seamos tan vigilantes. Tenemos políticas muy buenas y queremos preservarlas".

En Francia existen reacciones muy fuertes ante cualquier intrusión que afecte a la calidad literaria, son herméticos... no se acepta nada que venga de una oferta comercial

Antonio María Ávila, presidente de la Federación del Gremio de Editores de España (FGEE), no está de acuerdo en que haya que "agradecer" nada a Francia ni en que España haya avanzado en la cuestión del TTIP a su sombra. "Aquí cada uno barre para su casa", sostiene, rotundo. "¡Además nuestra Ley del precio fijo es anterior a la suya! La española es del 75, y la francesa -la Ley Lang- es de 1981". Sin embargo, sí reconoce que "nuestra Federación, y nuestro equivalente en Francia, que se llama Sindicato Nacional de la Edición Francesa, casi siempre compartimos postura en cuanto a defensa y protecciones: la comunicación es constante entre nosotros", explica. "Mira, por ejemplo, estos días hemos batallado conjuntamente para que el libro se excluya del geoblocking y ya hemos conseguido que la Comisión Europea recoja nuestro argumento".

Políticos que respetan el libro

Cuenta que el geoblocking, en principio, no tendría por qué afectar al libro: "Consiste en unificar los estrenos, las novedades. Influiría más en el cine, por ejemplo, pero nosotros entendíamos que podía ser un agujero para burlar el precio fijo y hemos preferido alejarlo de nuestro producto". También han tratado de insonorizar al libro de otras medidas polémicas, como podría ser la minería de texto: "Esto permitiría, por ejemplo, que un investigador pudiera saber cuántas veces y en cuántas obras emplea Kant la expresión 'razón pura'. Para Google está muy bien, pero los titulares de los derechos no ven un duro y no hay soluciones por ahora. Así que hay que discutir. Pero, personalmente, te puedo decir que a la representación del tema de Propiedad Intelectual a nivel europeo la he oído decir que tranquilos, que el TTIP no tocará nada en esta materia y que Europa va a mantener su legislación". "Pues a ver si lo cumplen", resopla.

La protección de Francia respecto al libro no es partidista: en esto están todos de acuerdo. ¡Y leen! ¡Sus políticos leen!

Ávila resalta que hay algo que los españoles deben envidiar de Francia: "Un respeto al libro que unifica a cualquier poder político. Su protección no es partidista: en esto están todos de acuerdo. ¡Y leen! ¡Sus políticos leen! Que luego podrán ser más o menos inteligentes, pero...", evoca. "Estamos tranquilos, porque en la propuesta europea del Tratado Trasatlántico va un reconocimiento explícito sobre la legislación del libro respecto al precio fijo" Eso sí: cree el gobierno francés suele ser "más valiente": "Ellos sacaron una ley diciendo que el libro electrónico era libro y tributaba como libro, con el mismo IVA que el papel. Claro, la Comisión le abrió expediente. Y yo creo que ellos sabían que vulneraban el derecho comunitario -tanto fue así que el Tribunal de Justicia los ha condenado-, pero era un gesto importante, un desafío para que lo modifiquen, un puñetazo sobre la mesa".

El experto aplaude esta política de gestos. "Aunque nosotros, a nivel de asociaciones y grupos, luchemos contra el TTIP, el gobierno flaquea. Y lo demuestra en los presupuestos generales del Estado, cuando lo primero en lo que recortan es en bibliotecas". Se detiene. "Podrían recortar lo mismo en coches, ¿no?".

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