El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, firmó el pasado viernes 20 de mayo un proyecto de ley para que las palabras "oriental" -usada para referirse a estadounidenses de origen asiático- y "negro" desaparezcan de la legislación federal del país. Y lo ha hecho durante el Mes de la Herencia Asiática del Pacífico y justo antes de comenzar una travesía por Vietnam y Japón. "Por fin este término insultante y anticuado se ha ido para siempre", ha declarado Grace Meng, la representante de EEUU. Fue ella -también de origen asiático- quien promulgó esta reforma.

Las referencias a "orientales" -que aún aparecen en el Título 42 del Código de los EEUU- serán reemplazadas por el término "asiático-americano". "Ya no habrá ninguna ley de los Estados Unidos que se refiera a los asiático-americanos de manera tan ofensiva, y aplaudo y agradezco que el Presidente Obama haya avalado mi propuesta. Muchos estadounidenses pueden no ser conscientes de que la palabra "oriental" es despectiva, pero, sin duda, es un término insultante que necesita ser eliminado de los libros", señaló. "Estoy contenta de que mi legislación haga de esto una ley de la tierra".

Este proyecto afecta a dos leyes de finales de los años 1970, que cercaban "minoría" como "negros, puertorriqueños, indios americanos, esquimales, orientales, aleutas [miembros de un poblado aborigen que habitan las islas Aleutianas, las islas Pribilof y las Shumagin al extremo occidental de la península de Alaska] o personas de habla española y de ascendencia española". La nueva definición de un grupo étnico minoritario se reescribirá así: "asiático-americanos, nativos de Hawai, afroamericanos, hispanos, puertorriqueños, nativos americanos o nativos de Alaska".

Orígenes y tópicos

La palabra "oriental", que proviene del latín orĭens, alude a la denominación que se le da a la dirección por donde se levanta -o "aumenta"- el Sol, es decir, el Este. El término -que ya pecaba de usarse, en Occidente, para resaltar aspectos tópicos y estereotipados de la cultura asiática- adquirió vigor en el ámbito del arte durante el siglo XIX, especialmente por parte de los franceses, que se esforzaron por destacarse en motivos e inspiraciones "orientales" a raíz de sus viajes a Asia -aunque en la mayoría de los casos, claro, emulaban cosas que ni siquiera habían visto-. Los artistas llamados "orientalistas" limitaron el concepto a "extranjero", a "exótico", e hicieron de él una mera decoración, un entretenimiento -desde grabados japoneses afrancesados a deslumbrantes harenes-.

Los artistas llamados "orientalistas" limitaron el concepto a "extranjero", a "exótico", e hicieron de él una mera decoración, un entretenimiento, desde grabados japoneses afrancesados a deslumbrantes harenes

En Estados Unidos, el crítico y activista palestino-estadounidense Edward Said terminó de rizar el rizo en 1978 con la publicación de su estudio Orientalismo, uno de los más influyentes del siglo XX. En esta obra, Said se refiere a Oriente como una creación de británicos y franceses para referirse a "un lugar de romance y seres exóticos que recurre a recuerdos y paisajes y hace de ellos experiencias notables". Esto es, claro, un páramo potencialmente colonizable. El autor denuncia los "persistentes y sutiles prejuicios eurocéntricos contra los pueblos árabes-islámicos y su cultura" y persigue la idea de que la espesa tradición de imágenes falsas e idealizadas de Asia y el Medio Oriente en la cultura occidental han servido de justificacion implícita a las ambiciones coloniales e imperiales de Europa y Estados Unidos".

Lo colonizable

Said se agarra a las bases de Michel Focault y describe las relaciones entre el poder y el conocimiento en la universidad y la opinión pública, en particular, en las visiones europeas del mundo islámico; y, a la postre, analiza también las relaciones de poder entre colonizados y colonizadores. La conclusión es que, en el imaginario colectivo -según Said-, "Oriente" y "Occidente" trabajan como términos opuestos, construyéndose el primero como una inversión negativa de la cultura occidental.

A partir de todo ello, la palabra se ha convertido en una suerte de insulto -en el mejor de los casos, una burla, una coña- hija del uso americano-inglés. En 2002, la legislación de Washington vetó que se emplease para definir a personas en documentos estatales; y en 2009, el entonces gobernador de Nueva York, David A. Paterson, firmó un proyecto de ley similar.

En el imaginario colectivo -según Said-, "Oriente" y "Occidente" trabajan como términos opuestos, construyéndose el primero como una inversión negativa de la cultura occidental

En 1989, la Universidad de la Escuela de Periodismo de Missouri elaboró un "diccionario de advertencia" acerca de determinadas palabras y frases e hizo saber a los jóvenes estudiantes que "asiático-americano" era preferible a "oriental". La iniciativa fue secundada, veinte años más tarde, por el libro de estilo de AP, recordando que lo correcto es referirse a las nacionalidades específicas de las personas asiáticas. Sin embargo, llega un momento en el que la guía se encoge de hombros cuando sostiene que "alfombra oriental" es un concepto "estándar". Regresando, obvio, al comienzo y deshaciendo gran parte de lo caminado.

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