Marisa Paredes es sinónimo de elegancia. Si uno busca la palabra en el diccionario es posible que se encuentre con una foto suya. La actriz, de 72 años, se mueve y hasta da la mano con una clase que parece de una estrella de Hollywood. Ella nació para ser actriz, y al final se convirtió en una de las mejores y más carismáticas intérpretes del cine español.

Paredes ha crecido y madurado delante de la cámara, y su filmografía es un repaso a la historia del cine español de las últimas décadas, especialmente en aquel vinculado a autores fundamentales como Pedro Almodóvar, con quien protagonizó Entre Tinieblas y Tacones lejanos, entre otras; o su participación en Tras el espejo, de Agustí Villaronga, una de las obras más radicales de nuestro cine.

Ahora estrena Petra, la nueva película de Jaime Rosales, una de las miradas más personales de nuestro cine que, con esta tragedia griega ambientada en Cataluña, consigue su filme más accesible sin renunciar a un estilo único que le hace uno de los pocos nombres de nuestra industria capaz de entrar en el Festival de Cannes. En ella interpreta a la mujer de un artista tan brillante como egocéntrico y déspota, un papel por el que charla con EL ESPAÑOL.

Marisa Paredes junto a Jaime Rosales y Bárbara Lennie. EFE

Han pasado tres años desde su última película, ¿ha sido una decisión personal o forzada?

Es verdad… Pues ha sido, de alguna forma, una decisión personal. No quiero que suene a vanidad, pero yo elijo, porque afortunadamente ofertas me llegan, pero soy muy exigente a la hora de elegir. Pero, como tengo posibilidades, las historias que me han ido llegando no me interesaban lo suficiente y no las he elegido. También es verdad que hay un momento en el que te cansas un poco y dices: vamos a calmarnos, a tomarnos un tiempo. El año pasado estuve sin trabajar, también, por recomendación medica. Hice una película dura en Italia, y el médico que me vio me dijo: tienes un estrés tremendo, tienes que descansar un tiempo largo, un año. Y la verdad es que me sentó bien, he estado descansando. Ya he trabajado mucho, he hecho muchas cosas, y bueno pues me merezco un descanso.

¿Ha sabido descansar? Porque cuando a uno le apasiona lo que hace...

Bueno pero es que ya lo he hecho mucho tiempo. Llevo muchos años en esto, y llega un momento en que estas vacía, te sientes vacía, y para entregarte a esto tienes que estar muy muy a tope. La energía a veces está, y a veces, no.

Llevo muchos años en esto, y llega un momento en que estas vacía, te sientes vacía, y para entregarte a esto tienes que estar muy muy a tope

¿Qué tenía Petra para volver, para tener esa energía?

Trabajar con Jaime Rosales me parecía, y me parece, muy interesante. Y la historia, que me lo parece por excesiva, por brutal, por todo eso que está ahí y que vamos descubriendo poco a poco. Son personajes shakespearieanos, que van hasta el fondo de lo que les pasa. A veces de forma clara, otras de forma misteriosa, pero tienen mucho dentro, no se ve pero está. Eso y trabajar con Bárbara Lennie, que me apetecía mucho porque la admiro de verdad. Y con Álex, que es un tipo estupendo, un actorazo. Y todas esa cosas: la historia, el director, el riesgo, meterme ahí... que es una manera distinta de lo que he hecho hasta ahora, era apasionante.

Hay un momento que me encanta en la película, que es la conversación que tiene su personaje con el de Bárbara Lennie, en el que le dices que si ha ido a buscar la verdad en el arte está en el sitio equivocado. ¿Hay mucho farsante en el arte?

Claro, es que es verdad. Yo creo que hay bastantes artistas que son ‘artistas’, entre comillas, que venden más su nombre que su obra, y eso es terrible, pero de eso tiene la culpa el propio mercado que le dan valor a esos artistas. Artistas que, a veces son un fraude clarísimo pero que lo valora el mercado. Y a veces es lo más excéntrico, lo más fuera del sentido real y verdadero del arte, pero la verdad tiene muchos lugares y caminos.

¿Y en el cine español ha vencido el mercado, ha desaparecido ese cine de autor mediano?

Bueno, yo creo que ha predominado el autor sobre todas las cosas, pero lo que pasa es que no es un autor lejano. Mira, antes me decían que Petra es como un ‘culebrón autoral’, porque es alguien que crea una historia con esos componentes de tragedia griega, shakespeariana ,y Jaime Rosales lo convierte en algo de hoy, de ahora, y ahí hay representadas muchas cosas.

Es que Petra tiene muchas capas, habla del poder, del ego, y hasta de la Memoria Histórica.

Sin duda eso me parecía muy interesante, y el tema de la Memoria Histórica es muy importante, porque lo tenemos ahí, sin resolver. Y está todo lo demás: el poder, el arte, la economía, los sueños… mi personaje es una mujer que ha renunciado a sus sueños. Y ella es liberal, pero se acomoda a una situación que en teoría no le corresponde, porque es liberal, pero se enconrseraen el mundo del dinero y hasta vive con un artista al que tampoco respeta. Luego vemos por qué, pero me parecía muy curioso.

Hay bastantes artistas que son ‘artistas’, entre comillas, que venden más su nombre que su obra, y eso es terrible, pero de eso tiene la culpa el propio mercado

Pensé esto cuando salió la noticia del cambio de puesto de la mujer de Pedro Sánchez, que da igual lo preparada que estuviera, siempre se referían a ella como ‘la mujer de’.

Lamentablemente eso existe, pero afortunadamente eso está desapareciendo también. Las mujeres hemos llegado a un momento en el que no hay vuelta atrás. Habrá mujeres más acomodaticias, pero hay una generación que llega y que quiere otras cosas. Las mujeres estamos en un momento y creo que es para siempre, porque queda un largo camino, pero ya estamos en el camino.

¿Usted ha tenido que renunciar a muchos sueños?

No, sinceramente, porque mi sueño primero era hacer esto. Interpretar, subirme a un escenario, estar delante de una cámara, y eso lo he conseguido. A muchos sueños no he tenido que renunciar.

Hace poco la vi defendiendo públicamente a Willy Toledo, fue un acto valiente, de solidaridad. ¿Le da miedo que esté en riesgo la libertad de expresión en España?

Claro que me da miedo, es un riesgo evidente. Me da miedo hacer de la libertad de expresión algo que hay que castigar, que hay que penar, es tremendo. No es posible que pase esto en una sociedad ya civilizada y con unos años de democracia, pero siempre quedan reductos que hay que derrumbar, que hay que tratar de destruir, pero ponlo entre comillas, que no piensen que es poner bombas, es simplemente ir con la verdad.

¿El cine debe luchar contra ese riesgo? Porque usted salió en una película como Tras el cristal, de Agustí Villaronga, que yo no sé si hoy podría rodarse.

Pues deberíamos rodarla otra vez, porque si hubo un momento y una película en la que la pederastia fue denunciada fue aquí. Y ese mundo de Tras el cristal, que habla de unos sentimientos turbios, y de un poder sobre la infancia que es lo que el adulto ejerce en esa historia, si no se hace ahora debería de hacerse. Para mí es una película definitiva en mi carrera, en mi forma de entender el cine, y mi forma de vivir el cine y de vivir una historia. Cuando Agustí me lo presento dije: ¿cómo lo vamos a hacer, cómo pretendes que esto se vea, se haga? Y me enseñó un storyboard en el que vi la película plano a plano y lo entendí todo y dije que lo íbamos a hacer contra viento y marea. Tuvimos muchos problemas de producción, se paró la película un tiempo y se tuvieron que buscar recursos, pero se llegó al final, y de ahí salió Agustí Villartonga, que es un autor.

Y ahora después de Petra, ¿qué toca?

Hay un par de historias en la mano, pero no sé cuál, ni cómo, ni cuándo, pero están ahí.

¿Ya hay energía?

Sí, me he repuesto.

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