Hollywood la bautizó como el animal más bello del mundo, y Madrid lo comprobó en sus propias carnes. Ava Gardner dejó su huella en la capital española y 60 años después todavía la tierra no crece por donde ella pisó, taconeó y bailó durante su exilio en nuestro país. Gardner era la libertad personificada. Hacía lo que quería. Follaba con quien quería, bebía hasta que le apetecía y no daba explicaciones a nadie. Pocos hombres se atrevían a toserla.

Gardner llegó en 1950 a una España gris, plomiza, sin gracia, en la que todos agachaban la cabeza y se resignaban a vivir en plena dictadura. A la actriz no la afectó. La burbuja de estrella en la que vivía fueron más que suficientes para que ni Franco se atreviera a cuestionar sus actividades y la gente con la que se juntaba. Y eso que no le gustarían ni un poco. Estrellas de cine, modernos, toreros, bon vivants y hasta mendigos entraban en las míticas fiestas en las que todos deseaban estar, pero sólo los elegidos por ella podían entrar.

La leyenda en torno a sus juergas se ha mantenido viva. El Chicote como centro neurálgico y su apartamento como cueva secreta… o no tanto, porque hasta el General Perón, que vivía debajo de ella, se quejó varias veces de que el ruido era insoportable. Ella no decía nunca cuando acababa la fiesta, cuando se cansaba se iba a dormir y dejaba que el resto se fueran yendo a su ritmo. Sus conquistas fueron incontables, también sus borracheras, inicio de un alcoholismo que le costó la vida.

La actriz Ava Gardner.

Todas estas historias se han recogido en numerosos libros y artículos, pero ahora será una serie la que lo haga. Se trata de Arde Madrid, la producción de Movistar+ creada por Paco León y Anna R. Costa que se presentará en el Festival de Cine de San Sebastián. La ficción ha revolucionado a todo el mundo con un tráiler que está lleno de música, flamenco, toreros, sexo y Ava Gardner, la presencia que lo inunda todo y a la que dará vida la actriz Debi Mazar, a la que eligieron más por su espíritu que por su parecido físico.

Costa aclara que en su serie el centro no será Gardner, sino los criados a los que dan vida Anna Castillo, Paco León y una Inma Cuesta que interpretará a una joven de la sección femenina enviada por el franquismo para investigar qué ocurría dentro de las fiestas de la actriz, lugar donde confluirán todas las tramas de Arde Madrid y que su creadora describe como “un ligar de libertad total”.

Ava y Dominguín se retaron a ver quién aguantaba más bebiendo de un trago de una botella. Él se bebió un cuarto. Ella se la bebió entera. Imagínate el nivel de las fiestas

La investigación de la dictadura no ocurrió, al menos que se sepa, pero en la investigación para la creación de la serie, Paco León y Anna R. Costa vieron que “Franco investigó a muchísima gente, con espías infiltrados en los sitios, y pensamos que Ava podía haber sido perfectamente uno de ellos”. Para recrear la esencia de esas juergas han acudido a los que estuvieron dentro, como Lucía Bosé, que les contó que allí había “desde gente que recogía por la calle, hasta militares de la base americana, bandas de música… y cuando a ella le apetecía se retiraba, se iba a hablar por teléfono o se iba directamente. En su casa podía entrar desde Orson Welles hasta un indigente”, cuenta a EL ESPAÑOL.

La investigación les ha llevado seis años en los que han leído muchas biografías, han entrevistado a mucha gente, pero lo más directo ha sido hablar con aquellas personas que fueron a las fiestas que, como les decía Bosé “eran salvajes, pero no eran las únicas”. Las de Dominguín no se quedaban atrás, “la conclusión a la que he llegado es que todas las fiestas de esa época eran salvajes”, dice la creadora de la serie.

Tráiler de Arde Madrid

Lo que había en las fiestas de Ava Gardner eran toreros, a ella le fascinaba la figura del matador, y Dominguín se convirtió en uno de sus cómplices en esas tardes en las que Ava se mostraba como “una señora ávida de comida, bebida y sexo”, como la definieron en la presentación de Arde Madrid. Una de las anécdotas que más marcó a Anna R. Costa fue el concurso de beber bourbon que enfrentó al diestro y a la estrella: “se retaron a ver quién aguantaba más bebiendo de un trago de una botella. Él se bebió un cuarto. Ella se la bebió entera. Imagínate el nivel de las fiestas”.

Lo que Ava Gardner no consumía eran drogas, “no era amante de ellas”, cuentan los responsables de la serie. “Era alcohólica, y de hecho murió alcohólica, pero las drogas no le gustaban, y eso lo hemos encontrado en todas las biografías, que no le gustaba drogarse ni que se drogasen delante de ella, pero era muy salvaje en cuanto al consumo de alcohol”, explican.

Era alcohólica, y de hecho murió alcohólica, pero las drogas no le gustaban, y eso lo hemos encontrado en todas las biografías, que no le gustaba drogarse ni que se drogasen delante de ella

Unas fiestas que muchos creían que eran sólo leyendas urbanas, pero que eran realidad, “sólo que era una realidad de muy poquitos y para el resto era un mito, porque quien lo disfrutaba era una élite de ricos y artistas, y para el resto es un mito del que se habla, del que se comenta quiénes van, quiénes se juntan, porque nadie los veía”. Un paréntesis de libertad que “era todo lo contrario a lo que pasa ahora, que en teoría tenemos libertad todos, allí la tenían cinco, pero la vivían hasta el final, hasta sus últimas consecuencias, porque esa libertad no existía en otro sitio porque había que pedir permiso de reunión”. Por eso, la casa del animal más bello del mundo, fue la casa de Ava fue un oasis en el que escapar de lo que ocurría fuera.

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