Patrimonio Nacional ha sacado el tan ansiado concurso para la equipación del Museo de las Colecciones Reales y el presupuesto es de 21 millones de euros. El plazo de ejecución será de 18 meses, pero no se especifica el inicio de las obras, primero deben resolver el ganador del mismo. El edificio, que se levantó con una inversión de 160 millones de euros (presupuestado en 200), y que acumula un retraso de varios años, se encuentra entre el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, en Madrid. Los pronósticos más halagüeños señalan la inauguración en 2020.

Lo más importante es que al convocar la museografía se desvela, de una vez por todas, las piezas que compondrán el itinerario de un museo cuyo contenido se cuestionaba hasta hoy. La intención original es contar la historia de España a través de las dos dinastías, Austrias y Borbones, “articulada por reinados y con piezas muy emblemáticas que conserva Patrimonio Nacional”, explicaban fuentes de la institución a este periódico.

Sin embargo, el edificio de casi 41.000 metros cuadrados, que dedicará 5.000 metros a tres salas de exposiciones, no expondrá nada nuevo. Todo lo que aparece en los anexos es lo que ya se podía visitar en alguno de los Reales Sitios, sobre todo, de San Lorenzo de El Escorial y la Armería, los dos lugares más “expoliados” por el traslado de piezas al nuevo museo. En el cómputo total, la Casa Austria estará representada por unas 220 piezas, los Borbones tendrán 520 y una selección de arte contemporáneo con una breve selección de 14 obras.

Homenaje a la monarquía

Tal y como aparece en el pliego del concurso, en la planta cero se recibirá al visitante, en la menos uno estarán colocados los restos arqueológicos de los reinos medievales (siglos VII-XV, los Reyes Católicos (1469-1516) y los inicios de la Casa de Austria, con Carlos I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II. La planta menos dos está dedicada por completo a los Borbones, con Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV, Fernando VII, Isabel II, Alfonso XII, Alfonso XIII y Juan Carlos I. El actual rey se queda sin espacio en el museo dedicado a la monarquía española. La última sala se dedica a las exposiciones temporales.

Entre los objetivos que se marca Patrimonio Nacional figura “confirmar un perfil propio como museo de visita imprescindible en el panorama cultural de Madrid”. El turismo es el principal interés del desarrollo del museo, tal y como se puede leer en las argumentaciones. De hecho, al observar el número de piezas desplazadas puede comprenderse que los bienes expuestos en los distintos Reales Sitios desaparecerán de estos. Por ello sufrirán una grave merma del interés y de contenidos de la visita a los mismos. Es decir, lugares como Aranjuez, la Granja de San Ildefonso, San Jerónimo de Yuste o Riofrío perderán parte de su fuerza turística para reforzar la madrileña.

Sin embargo, desde Patrimonio Nacional aseguran en el pliego de condiciones que “el interés público de las visitas culturales y turísticas a los distintos Reales Sitios están suscitadas muy fundamentalmente por los propios edificios, su extraordinario interés arquitectónico e histórico”. De esta manera, desde Patrimonio se justifica que no importa que se vacíen.

Decoración o arte

Además, se asegura desde la dirección de Patrimonio Nacional que la cantidad de obras de primer nivel histórico-artístico que se exponen en los Reales Sitios sufren “una lectura por parte del visitante esencialmente de carácter decorativo”, pero en muy pocos casos responden realmente a una ubicación original. “El traslado de grandes obras maestras del arte no identitarias de los Reales Sitios o de objetos de primer nivel histórico al Museo de las Colecciones Reales suscitará la revisión de los abundantísimos fondos reunidos en los actuales museos y sus almacenes y en zonas no visibles de los Reales Sitios”. Es decir, los huecos se ocuparán con piezas que hasta el momento estaban consideradas de segundo orden y, por tanto, almacenadas. 

También se justifica el traslado de obra para “garantizar las óptimas condiciones de conservación” de las colecciones, que proporciona la museística moderna. “Pudiendo cumplir así por fin satisfactoriamente la fundamental responsabilidad de Patrimonio Nacional de preservar el legado”. El texto desvela que, al parecer, la conservación era una tarea pendiente.

Turismofilia

Y la última razón: “Atraer un alto porcentaje del flujo de visitantes que acuden al Palacio Real” y “conseguir un ratio de cifras de visitantes acorde con el rango del museo y del perfil de su oferta cultural”. Calculan el público potencial en 1,5 millones de visitas anuales. Ese es el objetivo estimado para lograr “un equilibrio ponderado de eficacia cultural” del nuevo museo. El Prado recibe tres millones y el Museo Reina Sofía cerca de 3,3 millones. El Palacio Real cuenta al año con un millón y medio de visitas, las que prevén para el Museo de las Colecciones Reales.

Como ya advertían los gestores de Patrimonio Nacional, no hay ninguna pieza icónica entre las expuestas. De ahí el enfrentamiento frustrado con el Museo del Prado por recuperar las cuatro pinturas icónicas propiedad de Patrimonio Nacional, El jardín de las Delicias y La mesa de los siete pecados capitales de El Bosco, El descendimiento de Van der Weyden y El lavatorio de Tintoretto. Aún así, las dos salas capitales de la visita serán las dedicadas a Felipe II y Felipe IV, a pesar de que la proteína de lo coleccionado por este monarca se encuentra en El Prado.

15 siglos de historia

Velázquez estará presente con el espectacular lienzo del Caballo blanco. Se incluye en la visita el documento con el que Felipe IV nombra a Velázquez pintor de cámara. Además, incorporan el Cristo crucificado y el Modelo para la fuente de los cuatro Ríos de Bernini. De Ribera contarán con tres lienzos en esta misma sala y de Caravaggio recuperan el inquietante y extraordinario lienzo de Salomé con la cabeza del Bautista. De esta obra se explica que es “una de las mejores entre las escasísimas seguras de su mano conservadas en colecciones españolas, que podrá permanecer de forma permanente en el Museo, convirtiéndose, sin duda, en uno de sus iconos”.

Llama la atención que no incluyan El Calvario, de Roger Van der Weyden, que quedará en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Si está el Cristo crucificado, de Tiziano, “sin duda la obra más ambiciosa y moderna de la producción final del maestro veneciano”.

El recorrido de 15 siglos de historia del arte coleccionado por la monarquía arranca con las Cantigas de Santa María de Alfonso X el sabio, “joya única de nuestra literatura medieval”. El visitante es despedido por la “modernidad profunda y matérica del espléndido lienzo” de Miquel Barceló, Saison des pluies. numero 3. Antes, el visitante habrá pasado por delante del polémico retrato de Antonio López, La familia de Juan Carlos I. 

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