El despacho del presidente de Patrimonio Nacional ha cambiado. Las paredes han perdido a Guillermo Pérez Villalta y José María Sicilia. En su lugar hay enormes tapices. Alfredo Pérez de Armiñán dice que eso no importa, que lo esencial es lo que se hace en el despacho no como se decora. Curioso que sea él quien reniegue de la representación del arte, precisamente en la institución responsable de difundir la imagen de la historia de la monarquía española.

El último Consejo de Ministros de esta legislatura le nombró para el cargo, y estará al frente al menos dos meses. El Gobierno tenía la renuncia de José Rodríguez-Spiteri sobre la mesa desde antes de verano. El desgaste en el último año pasó factura a éste, que fue la cabeza visible de la reclamación que el equipo de Patrimonio Nacional hizo, 80 años después, de cuatro cuadros en préstamo en la pinacoteca: El descendimiento de la cruz (1435), de Rogier van der Weyden; El jardín de las delicias (1500) y La mesa de los siete pecados capitales (1485), de El Bosco; y El lavatorio (1548), de Tintoretto.

Pérez de Armiñán asegura en esta entrevista que no reclamará nada, que quiere ampliar lazos de unión con el museo y que se acabaron las guerras. No en vano lleva el ADN del Prado: es uno de los padres del estatuto que dio más autonomía al museo. Lleva a gala haber sido director general de museos con la UCD, cuando todos los museos estaban a sus órdenes, con más de 2.000 empleados. Ahora tendrá a 1.200. Reconoce que la actual Ley de Mecenazgo “es insuficiente” y que saldrá al extranjero a buscar patrocinios para el Museo de las Colecciones Reales, un resumen de los Reales Sitios.

¿Y no tiene predilección por el arte contemporáneo o por el clásico?

A mí me gustan las obras de arte en general si son buenas. No voy a dar mis gustos personales, no procede en una institución como esta cambiar mi despacho.

Es de los presidentes más jóvenes, pero estuvo con Suárez. Es usted uno de esos jóvenes sobradamente preparados, ¿cuáles son sus objetivos para el tiempo que esté al frente?

Esta es una institución de continuidad. El patrimonio de la corona no está contrapuesto al Estado. Patrimonio es continuidad.

¿La gestión también?

También, se ha podido mantener porque la gestión ha sido continuista. Los fines son los mismos: ser un patrimonio público de los españoles que sirve a la corona como institución. Esto es patrimonio del Estado con una peculiaridad, cuya función justifica su existencia como entidad pública separada. Y después está el servicio a la cultura. La trayectoria de la corona ha estado al servicio del mecenazgo. Nos dedicamos al mantenimiento del legado regio.

Pérez de Armiñán quiere salir al extranjero a buscar patrocinio.

¿Usted cree que era mecenazgo y no propaganda?

Creo que era de todo.

Sorprende ese ánimo continuista en una persona reformadora que ha dotado al Prado de un estatuto nuevo, para tener más independencia. ¿No cree que se debe esperar algo más de alguien como usted?

La continuidad y la reforma no están reñidas, todo lo contrario. Lo que está reñido con la continuidad es el inmovilismo. El inmovilismo detiene el tiempo. La cultura es lo que no está en el corto alcance y las reformas son necesarias para garantizar el largo alcance.

¿Qué es lo que debe reformar?

No tengo que reformar una institución, creo que debo hacer ajustes. Entre las cosas que debo hacer es plantear la museografía definitiva del Museo de las Colecciones Reales, que requiere ciertos ajustes y una conexión con el resto del patrimonio. No puede ser una pieza suelta. VA a ser un centro de interpretación, difusión e investigación de todo el patrimonio. A su vez debe tener una proyección internacional.

¿Eso no se ha hecho antes?

No es que no se haya hecho, pero puede ser reforzado y mejorado de cara al exterior.

¿En qué alterará su propuesta museográfica respecto al anterior plan?

La propuesta ya está establecida y no voy a dar un vuelco radical, salvo en un punto: más que una propuesta museográfica, lo que el museo va a contener, se trata de la función que va a tener. No vamos a crear un museo por crearlo, sino para que tenga una función. La necesidad de esa función existía porque hay una parte de las colecciones que no se conocen o no se pueden visitar. Es mucho más que un centro de depósito de piezas y de visitas.

¿Y cuál es?

Convertirse en un centro de difusión del conjunto del patrimonio. Un centro de interpretación es necesario, porque Patrimonio Nacional no es sólo el Palacio Real.

¿Es una centralización de Patrimonio?

No, no.

¿Los Reales Sitios se van a esquilmar?

No, centralización no. Una cosa es ser un centro de interpretación y de interconexión y otra cosa es centralizar las colecciones en un lugar. Mi intención es la contraria: que las colecciones sean conocidas a partir de ese centro, pero en conexión con los lugares en las que están depositadas. Una colección de 125.000 piezas debe ser puesta en valor.

¿Cómo es posible eso en una colección permanente?

Porque será estable, pero no permanente. Un museo convencional tiene una colección y hace exposiciones temporales. Pero un museo como éste es un foco de conexión con muchas instituciones. Esto es el lugar de presentación de las colecciones, también de los Sitios. Deben ser presentados en su conjunto. El único lugar donde el conjunto se puede percibir es aquí. Será el lugar de entrada al Palacio Real.

La entrada es el propio Palacio Real, ¿no se contraprogramarán el Museo y palacio?

La visita al Palacio Real podría empezar por el nuevo museo. Es el lugar donde se puede aparcar mejor y donde podemos recibir grupos grandes. La entrada a Palacio es muy complicada. Ahí es donde son importantes las reformas, en el tránsito de las visitas.

El nuevo presidente se negó a la desprotección de Canalejas.

Entonces, ¿mantendrá el relato dinástico? 

Más importante que el relato dinástico es el relato histórico. El relato dinástico es una parte del relato histórico. Lo importante de este museo es explicar por qué el patrimonio refleja una parte de la continuidad histórica de la monarquía y la importancia que tiene en la creación de España. La monarquía española es indisociable de los reinos medievales, que no son la casa de Austria o Borbón. Eso hay que explicarlo. Patrimonio necesita ser situado en su contexto más amplio.

¿Cuál va a ser la excepcionalidad de este museo, por qué va a venir el público a este museo?

Porque la gente viene al Palacio Real. El museo estará conectado con Palacio.

¿Su excepcionalidad es que es un complemento a Palacio?

No, el museo completa a Palacio porque proyecta el resto de patrimonio.

Insisto, ¿cuál es el atractivo del museo?

Que completa la visita al Palacio con la interpretación de los Reales Sitios.

¿Con qué completa, cuáles serán las piezas que llamen la atención?

Las piezas son asuntos secundarios.

Eso no es verdad.

Sí lo es y la prueba es que, en los museos, las exposiciones temporales tienen la misma importancia que la colección permanente. Se expondrán piezas importantes de los Reales Sitios en régimen rotatorio. Por supuesto, el discurso museográfico está basado en la historia de la monarquía. Lo que no vamos a hacer es despojar a nadie de sus piezas capitales. De vez en cuando esas piezas serán expuestas en Madrid. Esa colección estable no competirá con los Reales Sitios, ni con el Palacio.

Insisto, ¿no estarán las “obras maestras” que aparecen en su web destacadas?

Tendrá un atractivo grandísimo. Lo importante son las colecciones, no las piezas protagonistas. La pieza más importante de Palacio Real de Madrid es el Palacio Real de Madrid. ¿Es más importante la fachada que el salón de tronos?

En ese sentido, ¿pedirá obra a otras instituciones como el Museo del Prado?

Patrimonio tiene depositadas más de 1.000 obras fuera, que pueden ser objeto de intercambio de depósitos. No voy a entrar en un cambio radical de la política de Patrimonio. Pueden ser piezas de terceros. Haremos exposiciones con instituciones que sean hermanas, como el Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, Museo de Ciencias Naturales.

Sobre ese hermanamiento al que se refiere, que en el último año ha sido como Caín y Abel, cuando dice que no habrá cambios radicales en su gestión, entiendo que seguirá pidiendo los cuatro cuadros prestados al Prado.

No. Los cuadros se van a quedar en el Museo del Prado.

Eso ya es una gestión radicalmente diferente al anterior presidente.

El Museo de las Colecciones Reales no es el museo de esos cuatro cuadros, es el Museo de todas las Colecciones Reales.

Entonces, ¿cuál es el museo de esos cuatro cuadros?

El Museo del Prado es el museo natural de esos cuatro cuadros.

¿Natural?

Bueno, natural era El Escorial. Desde luego, no este museo.

Objetivo: que la visita al nuevo museo complete a Palacio. Dani Pozo

¿Y no pueden volver al Escorial?

En este momento no tiene sentido tratar de recuperarlos. Los cuadros están bien en el Museo del Prado y deben continuar ahí.

Podría usted recuperarlos para El Escorial y luego cederlos temporalmente para ese museo que imagina.

No lo voy a hacer.

¿Por qué?

Porque considero que están bien en El Prado. Tiene sentido que estén rodeados de las colecciones de pintura flamenca e italiana. Aquí no tendría el mismo contexto.

Tendría el contexto monárquico.

Eso es una perspectiva de contexto histórico frente a una perspectiva de contexto cultural. El contexto cultural es prioritario.

¿La cultura no es historia, no son la misma categoría?

No. La historia condiciona la cultura, pero la cultura es un problema de apreciaciones contemporáneas. En este momento se entiende mejor la pintura flamenca en El Prado. No va a haber discusión sobre ese punto ¿o cree que se puede discutir ese punto?

Otro día quedamos y me hace la entrevista aunque no sea presidente de Patrimonio Nacional.

Usted me está haciendo muchas preguntas.

Tengo esa deformación.

Me interesa su opinión: ¿qué opina usted de las colecciones de pintura flamenca e italiana en El Prado?

Están completas, pero debería resolverse el hecho administrativo (el préstamo anual).

Los hechos administrativos están al servicio de los hechos culturales.

Habrá que respetar los trámites legales.

La ley no impide los depósitos. Nosotros vamos a confirmar el acuerdo y vamos a hacer un acuerdo con El Prado bastante más amplio que el que había. El Prado y Patrimonio Nacional deben hermanarse.

¿Quiere decir que cederá los cuadros definitivamente?

No, cederlos no. La titularidad es clarísima, son de Patrimonio Nacional. Se trata de depositar, continuemos con el depósito.

Acaba de decir que ampliará el acuerdo del préstamo.

Lo que quiero decir es que las relaciones con el Prado se tienen que ampliar y reforzar. Son instituciones complementarias que deben hacer política común a favor de los intereses de ambas y de los de España.

¿Eso quiere decir que le pedirá obra al Prado?

Le pediré lo que necesite en cada momento y viceversa. Debemos situarnos en una permanente situación de cooperación.

¿Podría pedirle alguna de estas cuatro obras?

Si fuera necesario, sí. No de forma que quedaran fuera del contexto del Prado. De todas maneras, tiene poco sentido pedir prestadas obras de ese calibre entre dos instituciones tan cercanas. Cuanto menos se muevan las tablas de Van der Weyden y El Bosco, mejor. Aunque sólo sea por razones de conservación.

¿Vio legítimo la reclamación de estas obras?

Formalmente no se ha pedido nada, que se haya podido plantear que volvieran a los Reales Sitios es otra cosa. Pero no ha habido petición formal. Se ha especulado todo lo que se ha querido. El propio Patrimonio Nacional ha contado con ellas para el planteamiento del Museo de las Colecciones Reales, pero no ha habido formalmente ninguna reclamación.

Insisto, ¿cree que es legítima la petición?

Sí, en eso no hay discusión ninguna.

¿El Prado ha conseguido acabar con la disputa gracias a un gestor de Patrimonio Nacional con El Prado en su ADN?

Con la disputa acabé yo nada más llegar. A mí no me ha llamado nadie para decirme lo que tengo que hacer.

¿No le parece limitado que alguien como usted, entregado a la sostenibilidad del patrimonio cultural, se centre en un plan museográfico?

Le he hablado de la proyección internacional de la institución. Hay muchas posibilidades de colaboración con empresas sin merma, y esto quiero dejarlo bien claro, de la imagen de la institución. Se puede y se debe establecer una política de patrocinios. Abrir Patrimonio a iniciativas de la sociedad siempre y cuando sean compatibles y sostenibles.

¿Para esa sostenibilidad a usted le habría venido bien una nueva Ley de Mecenazgo?

Sí, claro. La cultura necesita una Ley a la altura de las circunstancias.

Y la que tenemos le parece…

Es insuficiente. Eso lo sabe todo el mundo. Ahora, en una situación de restricción presupuestaria las leyes de mecenazgo son muy difíciles, porque son siempre excepciones tributarias. Por eso saldremos al extranjero a buscar patrocinadores.

Sería un rescate.

Ésa es una visión muy reduccionista: el patrimonio mundial es una responsabilidad colectiva.

¿Y el presupuesto que tiene le llegará?

Por definición, un gestor nunca cree que su presupuesto es suficiente, pero en términos generales cubre los mínimos. Estamos en un 35% de ingresos propios.

¿Hasta dónde le gustaría ampliarlos?

Eso es muy difícil de saber. Creo que es difícil superar el 40%, lo demás sería sobrexplotación. Pero con la ayuda de terceros, patrocinios, sí se puede mejorar considerablemente. La explotación de recursos propios tiene un límite físico, el Palacio tiene un límite de visitantes para no poner en riesgo el patrimonio.

¿Es usted en estos planes conformista o ambicioso?

Siempre he sido muy ambicioso.

¿Cuánto tiempo necesita para llevar a cabo estos proyectos?

Eso depende del Gobierno.

Bueno, este Gobierno le ha concedido dos meses.

No pienso en términos de tiempo. Lo que me conceda el Gobierno. No pienso nunca en mis gestiones por tiempo limitado. Lo hago como si tuviera que hacerlo indefinidamente.

Debe crear cierta inseguridad que le haya nombrado el último Consejo de Ministros de una legislatura.

No voy a entrar ahí, no me compete. Quien nombra y destituye es el Consejo de Ministros.

Se lo pregunto por la continuidad que reclama.

No me compete a mí decidirlo.

De acuerdo. Ha habido en Madrid una pelea terrible contra el patrimonio en los últimos años, centrado en el conjunto de Canaleja, el edificio de España y una ley considerada anticonstitucional en 8 artículos. Usted ha sido un referente en la lucha jurídica del patrimonio. ¿Usted habría desprotegido Canalejas?

Yo voté en contra de la desprotección como miembro de la comisión de monumentos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Soy solidario con el informe de la Academia, que fue contrario a la desprotección. Para llevar a cabo el proyecto había que desproteger y se hizo, no se adaptó el proyecto a la protección.

¿La protección ha ido perdiendo importancia desde 1985 a esta parte?

Depende, en Madrid la protección ha estado muy por debajo de lo que el patrimonio necesitaba.

De la ciudad y de la Comunidad, porque la reforma de la Ley de Patrimonio ha quedado retratada como anticonstitucional por el Tribunal Constitucional.

Yo voté en contra también de esa reforma en la Academia.

Desde 2011 hasta 2016, la conservación del patrimonio histórico ha sufrido un recorte de casi el 50%, la partida que más ha sufrido. ¿Qué lectura tenemos de un país que actúa de esta manera?

Es evidente que España ha sufrido una crisis tremenda y que se ha centrado en el gasto social. Pero es cierto que las reducciones presupuestarias tienen consecuencias muy serias sobre el patrimonio. La protección y la inversión son las dos caras de la misma manera: por mucha protección que se haga, si no hay inversión a la larga será negativo. Pero España siempre ha tenido inversiones muy bajas en patrimonio y la crisis ha afectado una situación que no podemos mantener más tiempo, porque además la inversión en patrimonio va ligada al desarrollo del turismo.

Usted que ha defendido la prioridad del Estado sobre las Comunidades en cuestión de protección, ¿no ha echado en falta la presencia del Ministerio de Cultura en este expolio?

Que ha tenido ahora y que mantiene desde 1986.

Pero hay un caso como el del Cabanyal en el que sí tomó partido en contra del expolio.

Entonces me pareció perfecto que se interviniera.

Pero en este se ha inhibido.

Yo ya he hecho bastante con publicar lo que he publicado y decir lo que he dicho… y ahora mismo me dedico a la gestión de Patrimonio Nacional.

Ya que lo dice, ¿qué inversión hay dedicada a la restauración del Valle de los caídos?

El Valle de los caídos es un asunto que compete al Parlamento. Nosotros mantenemos una dotación a la Fundación que gestiona el monumento. Ha tenido obras de deterioro y se han hecho obras de conservación, que es la obligación de Patrimonio. No hay una partida específica, pero sí se tiene en cuenta en el presupuesto.

¿Es un monumento o un mausoleo?

Es un monumento y un mausoleo. La vieja definición de monumento dice que es un recuerdo histórico. Monumento sigue siendo y mauseolo también. Otra cosa es la interpretación que se haga de él.

¿Desde Presidencia se favorecerá a la exhumación de los cuerpos que hay enterrados en contra de su voluntad?

Eso habrá que preguntárselo al Gobierno. El Parlamento es el que decide.

¿Y usted como presidente de Patrimonio Nacional qué opinión tiene del desenterramiento?

Prefiero abstenerme de este tema. No forma parte de mis responsabilidades. No voy a entrar en esa discusión. Mi opinión es irrelevante, porque no es mi competencia decidir sobre el estatuto.

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