Washington

El hombre que dirigió EEUU durante el mayor ataque terrorista de la historia del país, en septiembre de 2001, y se lanzó a invadir Irak con funestos resultados, ahora da un triple salto mortal y llega a las páginas de cultura de los principales diarios como sorprendente pintor de éxito. George W. Bush, el presidente que aparecía sumido en la lectura de un libro infantil poco después de conocer los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York, cita ahora entre sus influencias al británico Lucian Freud y al español Joaquín Sorolla. Bajo el expresionismo de su trazo, la presencia del modernista español sugiere su anhelo como pintor de matices impresionistas.

Su libro Retratos del Coraje. El homenaje de un comandante en jefe a los guerreros estadounidenses reúne 66 retratos pintados por Bush de otros tantos veteranos de guerra estadounidenses. Todos ellos sufrieron las brutales consecuencias del combate militar y el volumen está entre los primeros de las listas de libros de arte en el país. La mayoría son primeros planos del rostro de los soldados, aplicados con enérgicos brochazos de vivos colores, que muestran un especial foco en los ojos de los soldados.

El soldado Ramón Padilla visto por el expresidente. Grant Miller/George W. Bush Presidential Center

El libro cuesta 32 dólares y los beneficios irán destinados a organizaciones de apoyo a veteranos de guerra. Para contemplaros en vivo, los cuadros, así como cuatro murales, acaban de abrirse al público en una exposición en la Biblioteca Presidencial de George W. Bush, en Dallas, hasta el próximo octubre.

De fanfarrón a pintor

Bush encabeza la lista de libros de arte del Washington Post y está en el tercer puesto en USA Today. Ya no escriben de él los analistas en política exterior, activistas de derechos humanos y profesores de relaciones internacionales. Ahora lo hacen los críticos de arte. "Existe amplia evidencia de que el antiguo presidente es más humilde y curioso que el Fanfarrón Presidente Bush que interpretó durante su mandato. Y su curiosidad sobre el arte no solo es genuina sino relativamente sofisticada", escribe el crítico jefe de arte del Washington Post, Philip Kennicott.

A los 66 años, se enfrentó a un lienzo por primera vez tras haberse declarado "un agnóstico del arte durante toda mi vida", y siguió así la estela de otro beligerante estadista metido a pintor: Winston Churchill. En el libro escribe sobre su repentina pasión: “Seleccioné un tubo de pintura blanca y otro llamado Burnt Umber, que no sabía que era un color, pero me gustó el nombre. Me recordó a la cocina de mi madre”.

Sargento Leslie Zimmerman. Grant Miller/George W. Bush Presidential Center

En 2009 Bush dejó rápidamente Washington, una ciudad que nunca le gustó, y se volvió su querido rancho de Tejas. Su evolución ha sido curiosa. Se desmarcó rápidamente de la política, y mostró un profundo respeto por su sucesor Obama que con el tiempo derivó en una improbable amistad, particularmente con la ex primera dama Michelle Obama.

De líder a lienzo

Han pasado años desde que se filtrasen sus primeros experimentos pictóricos en los que ofrecía titubeantes autorretratos en el baño y se calificaba de "retratista de mascotas". Aquellos provocaron las risas entre sus férreos opositores, tanto dentro como fuera de EEUU, tras sus ocho años como "líder del mundo libre".

Michael Rodriguez, sargento retirado. Grant Miller/George W. Bush Presidential Center

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el primer republicano en suceder a Bush hijo tras los años del presidente Barack Obama, ha agitado los cimientos de la política estadounidense y producido sorprendentes revelaciones al establecer comparaciones. Ya ha adelantado que se acabaron las ayudas al mundo de la cultura. Bush, quien encarnó a los EEUU más belicosos de la historia reciente y llevó a Occidente a una guerra con pruebas falsas, no ha parado de elevar su estatura como gobernante desde su salida de la presidencia y su sencilla pasión por la pintura contrasta con el airado rechazo por la cultura del magnate neoyorquino.

"No estoy seguro de que el arte de este libro se sostenga ante unos ojos críticos. Después de todo, soy un novato. Lo que estoy seguro es que cada pintura fue hecha con mucho cuidado y respeto", señala el presidente, que cuenta ahora 70 años, en la introducción del volumen.

Retrato del sargente Danny Casara. Grant Miller Photography/Courtesy of George W. Bush via Crown Publishing

Los retratos van acompañados de breves notas escritas por el propio Bush de las historias personales de los soldados, relatos de superación tras el sufrimiento y las cicatrices de la guerra. El expresidente asegura que su intención a la hora enfrentarse al lienzo era "capturar algo del sentido" de lo que enfrentan los veteranos, en el proceso de recuperación de sus heridas físicas y mentales.

Habiendo cometido de manera distraída errores homicidas, Bush ahora los expía también de manera igualmente distraída. ¿Qué hacemos con alguien así?

Entre los más progresistas el asombro no es menor ante el cambio de registro del cuadragésimo tercer presidente de EEUU, del que el fallecido líder venezolano Hugo Chávez dijo que dejaba un rastro de azufre como el diablo.

"Habiendo cometido de manera distraída errores homicidas, Bush ahora los expía también de manera igualmente distraída. ¿Qué hacemos con alguien así?", se preguntan en la biblia del progresismo estadounidense, la revista New Yorker en su crítica del libro de pinturas, sin ser capaces de ofrecer respuestas.

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