La guerra ya no la ganan los números. La estrategia, el espionaje y el avance de la tecnología son vitales para el desarrollo de los conflictos actuales. Esto no es nuevo, puesto que hace 80 años los diferentes estados de todo el mundo se enfrentaron a una guerra moderna en la que conocer las comunicaciones que mantenían los oficiales y altos cargos enemigos podía significar una victoria en el campo de batalla.

La National Museum of Computing de Reino Unido, ubicado en los alrededores de Londres, ha hecho públicos datos sobre las comunicaciones cifradas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. El dispositivo en cuestión se denominaba Colossus y servía para interceptar los mensajes nazis, quienes utilizaban la máquina Lorenz SZ 40 para, precisamente, evitar que los Aliados conocieran sus movimientos.

Una de las transmisiones descodificadas prueba la agonía de Hitler para impedir la incursión de los Aliados en la Europa ocupada. Alemania había comenzado a tomar posturas defensivas a raíz de la ofensiva de los soviéticos y la liberación de Italia por parte de los británicos y americanos desde el sur de la península. Los nazis conocían las intenciones de sus enemigos pero no sabían dónde iban a desembarcar exactamente. De hecho, los Aliados consiguieron convencer a los nazis de que el ataque se realizaría desde Calais, a más de 350 kilómetros de la playa de Omaha.

Emisiones de radio, despliegues de centenares de aviones, tanques y barcos falsos daban a entender a los alemanes mensajes contradictorios sobre la posible invasión. Conocido como la Operación Fortitude (Fortaleza), se programaron hasta una decena de ataques engañosos.

Tanque inflable M4 Sherman utilizado para engañar a los nazis.

El propio Winston Churchill, quien no se sentía del todo esperanzador sobre las consecuencias de la invasión, llegó a declarar información falsa en la Cámara de los Comunes como parte de la estratagema:"Es el primero de una serie de desembarcos".

El caos en las filas alemanas era evidente. Tal y como figura en los archivos, ni siquiera tenían clara la información que manejaban entre manos: "el punto concreto de la invasión enemiga es todavía desconocido".

"El funcionamiento del Colossus sirvió para acortar la duración de la guerra y salvar incontables vidas", ha afirmado el museo. Sin embargo, es destacable que muy pocos operarios que desarrollaban labores en relación al dispositivo eran conscientes de la magnitud de su trabajo. Además, se les prohibió hablar sobre ello ya que eran secretos de estado.

El 'Colossus' operado por Dorothy Du Boisson (izquierda) y Elsie Booker (derecha), 1943.

No ha sido hasta 2019 cuando aquellos trabajadores, muchas de ellas mujeres y cerca de los 90 años de edad actualmente, han podido averiguar la importancia de sus actos durante la Segunda Guerra Mundial. Entre ellas destacan nombres como Irene Dixon y Margaret Bullen, quienes a su avanzada edad han podido conocer los entresijos de su labor.

Espionaje submarino en Estados Unidos

Dichas mujeres también fueron, entre otros, quienes descifraron las misiones que querían ejecutar los nazis al final de la guerra. Un mensaje enviado por parte del führer a sus generales confirma su propósito de enviar a un espía en submarino a los Estados Unidos. Así, los alemanes buscaban a un hombre "robusto" que pudiese efectuar todas las misiones que requerían las cúpulas nazis. De todos modos, se desconoce si finalmente se llevó a cabo dicha misión. 

Estos datos que ahora pueden ser comprobados en la National Museum of Computing son algunas de las más de 1.000 comunicaciones descifradas entre 1944 y 1945. Desde el museo han declarado que los informes han salido a la luz este año aunque ya eran públicos en los Archivos Nacionales. "Nadie les prestó atención", han comentado.