Los trabajadores de la cultura no tenían categoría propia en Hacienda. No existían. Viven en la precariedad laboral, fruto de una ley que no los ampara ni reconoce sus derechos. Problemas como la intermitencia, la prestación por desempleo, la jubilación, una fiscalidad apropiada y la representatividad sindical no han estado garantizados hasta el momento. Puntos básicos que han pedido los trabajadores culturales a los diputados tras dos legislaturas de reuniones y duro trabajo. El deseado Estatuto del Artista ya está redactado y será presentado este jueves, manchado por el fraude a Hacienda del ministro del ramo.

La Comisión de Cultura del Congreso ha trabajado sin discrepancias en el texto y lo darán a conocer ante los medios, un día después de ser destapado el fiasco con el fisco de Màxim Huerta. Los diputados involucrados en la creación del Estatuto con los que ha podido hablar este periódico se muestran dolidos por la fatal coincidencia: van a salir a hablar públicamente de fiscalidad del trabajo cultural con la sombra del fraude del ministro. Una vez presentado el informe y la agenda legislativa de la subcomisión, se elevará a la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados para aprobarse (el próximo 21 de junio). Al ser una propuesta que llega consensuada no será tramitada como PNL. 

Mala imagen

El Estatuto ya no tiene por delante la piedra de Montoro, la más dura, y seguirá rodando sin problemas en el Ministerio de las cuentas, donde se define este proyecto transversal que compromete, al menos, a tres ministerios. El punto de inicio es el área cultural, pero debe ser aprobado por Hacienda. Este periódico ha podido saber que los técnicos ya han dado su visto bueno al amplio documento que será presentado. Ha habido acuerdo entre todos los ministerios, entre todos los partidos políticos... pero que el Ministro "aparezca con su SL de turno no ayuda a la imagen" de los creadores, explican los diputados que han trabajado en la elaboración del Estatuto consultados por este periódico.

Entre los avances que se plantean se tiene en cuenta la jubilación de los trabajadores culturales y mantener su creación a pleno rendimiento. “Escribir es una amenaza, si publicas te quitan la pensión”, explicaba a este diario el autor Javier Reverte, que pedía no ser considerado como un estafador para recoger su cotización y hacerla compatible con una actividad creativa irremediable.

Jubilación y creación

La jubilación era considerada hasta el momento tabú en un sistema como éste. Los creadores más veteranos han sido perseguidos por los anteriores ministros de Hacienda (Cristóbal Montoro) y de Empleo y Seguridad Social (Fátima Báñez), para que devolvieran las pensiones cobradas en el momento, por ejemplo, de escribir y publicar un nuevo libro. Fue una ley que entró en vigor en enero de 2013: no se puede superar el salario mínimo interprofesional, que entonces era de 9.000 euros. Los autores y autoras mayores de 65 años se enfrentaban a la presión, la amenaza y el miedo.

Al poco de entrar en vigor esta ley empezaron a aflorar situaciones extremas, como el de la viuda que a los pocos meses de enterrar a su marido escritor recibió la comunicación de la Seguridad Social: debía devolver cuatro años de pensión de su marido. Ella, sin ingresos, sin pensiones, y con su vida colgada de un hilo que se rompía, decidió tomar la vía más rápida y brutal. Y se suicidó. Condenados a dejar de crear, los escritores, músicos y artistas entienden esta nueva medida del Gobierno de Mariano Rajoy como una nueva línea de acoso y derribo contra la cultura.

Luz para el creador

No parece el mejor de los escenarios que el defensor de los derechos de estos trabajadores que quieren no pasar por defraudadores haya sido multado por Hacienda por eludir impuestos declarando gastos de su casa de la playa (en los años 2006, 2007 y 2008). La Agencia Tributaria descubrió (y dejó engordar) que la mercantil utilizada por el periodista para facturar sus trabajos en televisión declaró como gastos de la “actividad artística” que realizaba en Madrid la compra y mantenimiento de su apartamento en Alicante.

Este jueves, por primera vez en la historia democrática española, el Congreso de los Diputados se abrirá a las necesidades de las más de 500.000 personas empleadas en el sector. Por primera vez, el Congreso de los Diputados se toma en serio los derechos de “una profesión que había permanecido ocultas a los ojos del legislador”, como dijo en su día Eduardo Maura, portavoz de cultura de Podemos y origen de la propuesta del Estatuto. Hasta el momento se habían hecho borradores, que exponían los motivos y las dolencias del sistema, pero nunca se había planteado hacer comparecer a un alto cargo del Ministerio de Hacienda ante los responsables de los grupos parlamentarios para explicar los problemas propios del trabajador cultural.