El verano se ha convertido en una sucesión de actividades de riesgo. La nevera azul y el tinto de verano han sido desterrados por peligrosas actividades: puenting, parapente, balconing o pesca con arpón a las seis de la mañana en el bar del pueblo.

Si pasas de estar medias vacaciones en el ambulatorio esta es tu lista. Disfruta del dolce far niente y siéntate a disfrutar de un buen libro. O mejor todavía: siéntate con un buen libro y una buena copa. Te proponemos un maridaje literario, es decir, cinco libros con cinco bebidas para paladear el verano.

Un pacharán con Hemingway

Fiesta fue la primera novela importante de Hemingway en 1926. El libro narra la historia de unos jóvenes pertenecientes a la llamada Generación Perdida, en el periodo de entreguerras, que llegan a Pamplona en plenos Sanfermines. Quedarán fascinados, al igual que el escritor que era un incondicional de la fiesta. Los jóvenes descubrirán la ciudad y el amor, en un periodo histórico donde muchos se encontraban perdidos.

En Fiesta los jóvenes, al igual que el autor de la novela, se enamorarán de los Sanfermines

Sin embargo, el punto central de la novela reside no en la perdición de los chicos, si no en que la tierra siempre permanece. Por ello, no hay mejor bebida para leer Fiesta que un buen pacharán, una combinación que te transportará a la calle Estafeta. Aunque hay una opción más castiza: un kalimotxo bien frío con el vino más barato del supermercado.

Una copa de Prosseco con Montalbano

El Prosseco es un vino blanco italiano, espumoso y seco. Es el acompañante perfecto para leer a Andrea Camilleri, el autor de las novelas del comisario Montalbano. Tienes donde elegir ya que desde 1994, Camilleri no ha parado de publicar. Abre un libro y una botella: te desplazarás a Vigata, la isla ficticia donde transcurren las novelas, y tendrás vistas al Mediterráneo. La historias a fuego lento de Camilleri transcurren en un universo derruido donde el humor y la ironía son un personaje más. Acompaña al Comisario en sus largos paseos por el muelle buscando soluciones a crímenes que no parece tener sentido. Y, como él, desentraña los crímenes con un buen plato de pasa y unos cannoli de postre.

El comisario Montalbano en un fotograma de la serie basada en las novelas de Camilleri.

Un Destornillador a la salud de Capote

Truman Capote es, además de un escritor icónico, un personaje en sí mismo. Publicó su primera novela con solo 23 años, titulada Otras voces, otros ámbitos. Se trata de una novela iniciática donde un jovenzuelo, a medias autobiográfico a medias imaginario, conocerá a todo tipo de personajes en la búsqueda de su padre bohemio y perdido, en un ambiente sureño que no diferencia la realidad y el sueño. El joven Capote comenzaba a crear su figura, rompiendo moldes, ya que en esta novela se habla abiertamente de la homosexualidad. Posteriormente se convertirá en un ciudadano estrella de la Gran Manzana al ritmo de Studio 54.

Esta novela es ideal para leerla con un Destornillador, una de las bebidas favoritas de su escritor. Él lo llamaba “mi bebida naranja”, es un cóctel que consiste en vodka y zumo de naranja, acompañado de unas rodajas de naranja. La versión cinematográfica de la novela es un clásico, pero el libro es una muestra inequívoca de la prosa segura y contundente del americano.

Gin tonic sin tonterías para el gran Gatsby

Si estas cansado de tomar macedonia de frutas en lugar de un buen gin tonic siéntate a tomártelo con el gran Gatsby (1925). La novela de Fitzgerald sitúa a sus lectores en los locos años 20, cuando imperaba la Ley Seca. Sin embargo, a los personajes de esta novela poco parece importarles. El estadounidense explora temas como el idealismo, la decadencia o la resistencia al cambio. Todo regado con fiestas donde frente a la aridez de Ley Seca reinan las pasiones y el misterio. La novela transcurre en el verano de 1922 donde a nadie se le ocurriría poner kiwi, pimienta o chocolate con la ginebra.

El escritor estadounidense F. Scott Fitzgerald.

Ron con hielo para Alejo Carpentier

La renovación de la literatura latinoamericana llegó, entre otros, de la mano de suizo Alejo Carpentier. El escritor y periodista pese a su nacimiento europeo (también su muerte), siempre se consideró cubano. Creó un estilo que lleva su firma: “lo real maravilloso”, una mezcla de elementos reales e imaginarios que según él conformaban el día a día del pueblo latinoamericano. En 1949 publicó El reino de este mundo tras un viaje a Haití donde le fascinó la mezcla de culturas y la visión sobrenatural y mágica del pueblo haitiano. Un ron caribeño bien frío y una buena edición de este libro son el maridaje literario perfecto para este verano.

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