Juan del Val, 55 años

Juan del Val, 55 años

Corazón

Juan del Val (55), sobre su infancia: "Con 16 años me apunté a las Juventudes Comunistas e iba a catequesis"

El reciente Premio Planeta 2025 habló sobre su complicada situación cuando era adolescente.

Más información: Santiago Segura, 60 años, sobre cómo mantenerse joven: "He llegado a estar hasta 36 horas sin comer después de excesos".

Publicada

Juan del Val es uno de los escritores y comunicadores más auténticos del panorama español. Su infancia y adolescencia, lejos de ser el típico relato dulce y nostálgico, se sitúan en el centro de multitud de entrevistas, libros y programas.

Su historia resulta magnética por inesperada y cercana: Del Val nunca ha temido mostrar sus vulnerabilidades, ni ocultar los fracasos que forjaron su personalidad y su obra.

Juan del Val llegó al mundo en Madrid y aunque le unen profundos vínculos emocionales al pueblo de Sorihuela del Guadalimar, en Jaén, donde pasó sus veranos, sus primeros años estuvieron marcados por una sensación de "marginalidad".

En sus propias palabras: "Siempre he tenido cierta tendencia, casi desde que era pequeñito, a la marginalidad y a lo distinto, a lo salvaje".

El sistema escolar no supo comprenderlo y sus notas lo evidenciaban. "El 'muy deficiente' era mi nota más habitual. Entonces, de 37 en clase, yo estaba el número 36. Y yo no era ni superdotado ni nada".

Ese sentimiento de ser "el raro" le acompaña incluso hoy y ha explicado que "la diferencia" es un tema que trata de reivindicar en público.

Asegura que varios años de tratamiento psiquiátrico le ayudaron a superar el dolor acumulado en esa etapa, en la que "el sistema educativo siempre me colocó en la fila de los torpes, de los vagos, en definitiva de 'los malos'".

A lo largo de su vida, el referente esencial ha sido su madre, Ángeles, quien lleva "más de 40 años trabajando con presos". Ella le enseñó que la empatía y el esfuerzo valen más que cualquier etiqueta.

"Mi madre Ángeles, con 40 años y yo con 10, decide que va a ayudar a presos", recuerda el autor. Este ejemplo marcó profundamente el carácter solidario y luchador de Juan del Val, que aprendió a no caer en el victimismo: "No debe entrar en tu vida".

Los veranos en el pueblo, rodeado de familiares y vecinos entrañables, son aún para él una fuente de felicidad imborrable: "Ya nada es igual, ellos ya no están, pero cada año que vengo aquí soy durante un par de días un niño de ocho años atento a la vida... Y el año que viene, otra vez. ¡Dios quiera!".

La adolescencia de Del Val fue una época convulsa. Entre la incomprensión y las huidas de casa, buscó asociaciones, convicciones y grupos con los que sentirse parte de algo.

El joven Del Val

Como él mismo ha relatado: "Con mis 16 años, fíjate qué desconcierto, me apunto a las Juventudes Comunistas y también me voy a catequesis de adultos. Con 17 años acabé en obras, trabajando con carretillas de hormigón".

Este doble paso -comunismo y catequesis- es reflejo claro de su necesidad de explorar caminos, ideologías y entornos diversos, tratando de hallar respuestas fuera del entorno familiar y escolar que poco le comprendían.

No esconde que su adolescencia "la recuerdo como una tortura de sufrimiento y lo que me salvó fue el psicoanálisis durante seis años, dos veces a la semana".

Juan del Val convirtió esas experiencias en literatura y en sus apariciones públicas, ayudando a otras personas que se sienten diferentes y perdidas.

Hoy, sus libros y sus confesiones en televisión generan debates y empatía porque parten de una verdad sencilla y poderosa: la vulnerabilidad no debe ocultarse.

La historia de Juan del Val es también la de miles de niños que encuentran en la diferencia su mayor fuerza.