Francisco del Amo, a punto de realizar su donación número 500.

Francisco del Amo, a punto de realizar su donación número 500. Patricia Carro Efe

Salud

Paco, el burgalés de las 500 donaciones de sangre, récord de Europa: "Tengo un callo en la vena"

A sus 67 años, es la persona en Europa que más veces ha donado sangre o componentes sanguíneos. "Que te pagaran por donar sería un error".

14 enero, 2024 01:56

Francisco del Amo tiene más sangre corriendo fuera de sus venas que dentro. Aproximadamente, unas ocho veces más: este martes realizó su donación número 500, convirtiéndose la persona en Europa que más veces ha donado. Y la aguja le sigue dando el mismo miedo que el primer día.

"En una vena tengo callo", cuenta socarrón a EL ESPAÑOL. "A la persona que me pincha le cuesta más, y a mí también me duele un poco más. Pero sé que las otras, a veces, les dan problemas, así que les digo que sigan pinchando en la misma".

Al contrario que las 499 veces anteriores, esta última no pasó desapercibida: había un buen puñado de periodistas y cámaras de vídeo inmortalizando el momento. Fue el único cambio: Francisco, Paco para los amigos, lleva acudiendo desde hace décadas al punto de donación del Hospital Divino Vallés de Burgos, casi religiosamente. A veces, más de la cuenta.

[El fin del sueño de la inyección de sangre joven para rejuvenecer: inútil y dañina para el donante]

"Un año, fui el día después de Navidad y me detectaron anemia. Se asustaron bastante porque, al ritmo que iba, hubiese hecho 26 donaciones ese año. Me mandaron al médico y me pidieron una colonoscopia: estuve cuatro meses sin donar. Lo he hecho un par de veces cuando me baja la hemoglobina; por lo demás, es la rutina de siempre".

Un hombre adulto puede donar sangre hasta cuatro veces en un año (una mujer, tres). Pero el plasma y las plaquetas, por un procedimiento que se conoce como aféresis –se extraen de la sangre los componentes que se buscan y se reintroducen el resto–, pueden donarse cada dos semanas.

En 2022 donaron sangre o componentes sanguíneos 1,14 millones de españoles y el 15,6% de ellos lo hicieron por primera vez. Gracias a ellos se pudieron realizar 1,85 millones de transfusiones y atender a casi medio millón de pacientes.

[Suicidio por intercambio de sangre: la extraña muerte del pionero de las transfusiones]

"Hace unos años escribí una carta a Beatriz Domínguez-Gil, la directora de la Organización Nacional de Trasplantes, para decirle que sí, es verdad que España es el país con más donantes de órganos del mundo, pero que esos trasplantes no hubieran sido posible sin los donantes de sangre, y esos no salen en ningún periódico", recuerda. "Yo creo que quien me contestó era la señora de la limpieza".

Esta afición altruista le viene de familia. Era su madre al que acudía cada vez que llegaba el autobús de las donaciones a Socuéllamos (Ciudad Real), donde nació Francisco. Y ella insistía al resto para que también lo hicieran. "Nos salía más barato decirle que sí, así que consiguió que sus tres hijos se hicieran donantes".

A los 20 años donó sangre por primera vez. El pinchazo le dolió un poco pero, como repite todas las veces que haga falta, "no es para tanto". Y eso que le sigue dando respeto a día de hoy. "Me da el mismo miedo que el primer día. Nunca me he mareado por ver la sangre, pero reconozco que el pinchazo me sigue dando yuyu, miro para otro lado: si me grabasen cuando me están pinchando, parecería un catador de vinagre".

Una donación y a trabajar

Paco empezó a trabajar muy joven, primero en una gestoría, más tarde de botones en un hotel de Mallorca, para finalmente establecerse como albañil en Burgos. Antes de jubilarse, salía de casa a todos los días a las 7 de la mañana, se desplazaba hasta la capital para trabajar –vive en una casa a 15 kilómetros– y regresaba en la noche.

Una vez cada 15 días, eso sí, cambiaba su rutina, presentándose en el hospital a las 8 de la mañana, justo cuando abre el centro de donación. Ya habría desayunado (es importante no acudir en ayunas) y llevaría bajo el brazo un ejemplar de la revista satírica El Jueves aunque en la actualidad prefiere libros de pintores. Si es de sangre, la donación no tardaría más de 10 minutos. Si se trata de plasma o plaquetas, entre media hora y 50 minutos.

Tras ello, se tomaría una botella de agua o un zumo y se marcharía a seguir su jornada. "He visto personas caerse desplomadas, pero es por salir corriendo al terminar. Yo he salido y me he puesto a colocar un andamio sin problemas".

[Innovación contra el alzhéimer: logran 'limpiar' de placas el cerebro con una transfusión de sangre]

De las 500 donaciones, un centenar habrán sido de sangre. En cada una de ellas se extraen 450 centímetros cúbicos del preciado líquido, por lo que en total le habrán sacado unos 45 litros en toda su vida. Si una persona suele contener algo más de 5 litros de sangre en su cuerpo, tiene unas ocho veces más sangre fuera de su cuerpo que dentro.

Ya era un donante asiduo de sangre –"0 positivo, un tipo de sangre muy vulgar", bromea– cuando vio en el hospital a un tipo sentado junto a una máquina. Mientras el resto de donantes llegaba, se le extraía la sangre y se iba, él permaneció un largo rato. Preguntó y le explicaron que le estaban realizando una aféresis para extraer plaquetas y plasma.

"Una de las enfermeras, María José, me preguntó si yo quería donar. Yo le dije, 'el próximo día'. Entonces me contó que había una mujer muy joven en la última planta, que era drogadicta y estaba muriéndose. Necesitaba una transfusión inmediata, así que le dije: 'puedes pinchar donde quieras'. El orgullo del donante es saber que ayudas incondicionalmente a alguien a quien no conoces de nada".

[J.K. Rowling no tiene razón: así influye el sexo del donante de sangre en la mortalidad del receptor]

La idea de poder ayudar a cualquier persona, sin importar raza, ideología o condición, es la que mueve a Francisco. "Puedes estar ayudando a alguien que a lo mejor es tu mayor enemigo. Si supiéramos a quien se dirige la sangre, podríamos ser tan sinvergüenzas de decir 'estás vivo gracias a mí'".

Por eso opina que el altruismo es la base de la donación y rechaza que, como ocurre en otros países, se pague a la gente por cada donación. "Quien terminaría pagando el pato es la sanidad pública, pues aquellos que extraen las plaquetas podían poner el precio que quisieran".

Solo una vez sintió cierto miedo. Eran los años álgidos del sida, había empezado a donar plaquetas y se preguntaba quién podría haber pasado antes por la máquina de aféresis. "Pero la máquina lo único que hace es mover el equipo [de donación], tu sangre nunca sale de él: el equipo se estrena contigo y se tira contigo. Después de saberlo, estaba muy tranquilo".

[Guía definitiva para entender un análisis de sangre: de los hematíes al colesterol]

A sus 67 años y tras 46 como donante asiduo, no se plantea dejarlo. En eso se parece a su madre. "Su mayor desilusión fue cuando, al cumplir los 65 años, no le dejaban donar más. Ella se hacía la tontita, se presentaba en el bus y cuando se lo recordaban, decía 'pues dono hoy, ya que estoy aquí, y no lo hago más'. Pero ya la conocían y no le dejaban".

Su labor por la donación no acaba en su brazo. Como presidente de la Hermandad de Donantes de Sangre de Burgos da charlas en colegios e institutos. "Antes les decía a los jóvenes 'regálame una donación, prueba una vez'. Muchos después me agradecían que les animara a dar el primer paso. Pero ahora les digo: 'Regálate una donación, disfruta de la satisfacción de haberle salvado la vida a una persona'. Y puedes hacerlo con una molestia similar a un picotazo de mosquito. Cualquier golpe duele más que una aguja". Aunque, tras 46 años, sigan dándole yuyu.