Imagen de una manifestación por la salud mental durante la pandemia en Madrid.

Imagen de una manifestación por la salud mental durante la pandemia en Madrid. Europa Press

Salud

El aviso de Australia tras 15 años de 'salud mental para todos': no bajan suicidios ni trastornos

La generalización del acceso a la terapia psicológica tiene dos caras: en problemas graves funciona bien; en los moderados podría ser perjudicial.

13 septiembre, 2023 03:22

En 2006, el Gobierno australiano puso en marcha una iniciativa para mejorar el acceso a recursos para la salud mental de la población. Después de 15 años, sin embargo, no ha bajado la prevalencia de malestar psicológico ni se ha reducido el número de suicidios y, lo que es peor, en parte de la población ha tenido un inesperado resultado negativo.

El programa se llama Better Access y ha costado 1.200 millones de dólares australianos desde su inicio. Toda persona con un trastorno diagnosticado puede recibir hasta 10 sesiones individuales o grupales al año. Así, entre 2009 y 2020 la asistencia de la población a terapia pasó del 5,7% al 10,7%.

La prevalencia de trastornos mentales en el país se situaba, en 2021, en el 21%. Veinte años antes, era del 18%. En cuanto a la tasa de suicidios, si en 2006 era de 10,6 por cada 100.000 habitantes, en 2019 llegó a 12,5.

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Una evaluación del proyecto publicada a finales del año pasado concluía que estaba funcionando mejor en unos grupos de población que en otros. Por ejemplo, a pesar de ser un programa dirigido a problemas leves y moderados de salud mental, "las mayores ganancias fueron para aquellos de mayor gravedad".

Por ello, los autores sugerían redirigir el objetivo del programa hacia los problemas complejos, mientras que "las personas con necesidades menores pueden ser dirigidas a alternativas que no tienen que involucrar, necesariamente, psicoterapia".

Ahora, un análisis de los estudios en que se basaba la evaluación ha revelado deterioro de la salud mental en hasta un 40% de los participantes, principalmente casos moderados o leves.

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Se trata de cinco estudios (en total fueron nueve, pero hay cuatro que no midieron los niveles de deterioro) con diferentes metodologías y resultados. En dos de ellos, basados en encuestas a pacientes o entrevistas en profundidad, la tasa de mejora es bastante alta. El problema es que las muestras son pequeñas.

Los otros tres se basan en muestras más amplias y en otras metodologías. Y tienen una doble cara. Por un lado, la tasa de mejoras significativas se sitúa entre el 45% y el 60%, mientras que el porcentaje de personas que no experimentaron un cambio significativo es de entre el 20% y el 30%.

Más variación hay en las tasas de personas que experimentaron un deterioro de la salud mental. Estas variaban entre el 10%-20% y el 20-40%, dependiendo del método de evaluación seleccionado.

Revivir malos recuerdos

Los autores del artículo, de las universidades australianas de Flinders y Monash, explican que "el despliegue masivo de psicoterapias breves [la media fue de 5,4 sesiones por persona] para los trastornos leves no parece reducir el malestar de la población ni las tasas de suicidio, y una proporción considerable experimenta deterioro".

Entre las razonas que citan para explicar este empeoramiento tras acudir a terapia está el resurgimiento de recuerdos desagradables, la aparición de nuevos síntomas, la estigmatización, el culparse a uno mismo, incluso cambios generados en la red social del paciente a raíz de la consulta.

No es la primera vez que se ha analizado el efecto de programas para mejorar el acceso a la salud mental en diversos países. En Nueva Zelanda, el número de profesionales (psiquiatras y psicólogos) se duplicó entre 2005 y 2015, la inversión se cuadruplicó pero la prevalencia de estrés en la población pasó del 4,5% en 2011 al 6,8% en 2016.

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En un artículo publicado en 2017, investigadores de las universidades neozelandesas de Otago y Canterbury apuntaban que factores como la desigualdad económica y el desempleo juegan un papel fundamental en el aumento de los trastornos de tipo leve: la pérdida del puesto de trabajo sin duda impacta en la salud mental.

No solo eso, sino que los valores competitivos y materialistas de la sociedad actual también pueden tener un efecto nada desdeñable. Como señalaba el psiquiatra Pablo Malo en una entrada de su blog en que analizaba estos datos, igual que el estilo de vida actual favorece enfermedades como la diabetes, también facilita la aparición de ansiedad y depresión.

David Sánchez Teruel, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, se muestra de acuerdo. "Todos los trastornos mentales son multifactoriales, y eso significa que vienen modulados por factores de riesgo biológico, psicológico y, por supuesto, social, pero también por aspectos culturales o contextuales".

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Un ejemplo de ello es cómo, tras la pandemia, las muertes por suicidio en España han aumentado, superando las 4.000 por primera vez en la historia en 2021. "Otro repunte importante se produjo en la crisis del 2008. Esto informa que los aspectos socio-económicos de un territorio modulan la mayor o menor prevalencia de trastornos mentales".

Por eso, la relación entre recursos sanitarios y prevalencia de trastornos mentales no es directa sino que se trata de algo mucho más complejo. La clave, explica, es la posibilidad de recursos especializados en contextos no sanitarios que permitan una mejor detección y prevención de los problemas.

Por ejemplo, acostumbrándose "a tener psicólogos y psiquiatras infanto-juveniles en institutos y colegios como un profesional más, como existen en estos contextos otros profesionales como maestros o profesores".

Escaso número de psicólogos

Con todo, Sánchez Teruel advierte de que no se puede extrapolar fácilmente las experiencias del mundo anglosajón a nuestro contexto. "Olvidamos la variabilidad sociocultural de España, y también olvidamos que en nuestro caso tenemos un sistema público de salud gratuita y universal que no existe de la misma forma en otros países como Australia o EEUU. Estos condicionantes socioeconómicos pueden modular las respuestas ofrecidas por parte de la población vulnerable".

A pesar de tener un sistema de salud universal, la presencia de expertos en salud mental es escasa. Solo nueve de 17 comunidades en España cuentan con psicólogos en atención primaria. En general, hay 5 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes en España, lejos de las recomendaciones de la Organización Europea de Salud Mental, que aconsejan 20.

Antonio Cano Vindel es catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y autor principal del ensayo PsicAP, que evalúa la efectividad de la presencia de un psicólogo en atención primaria.

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"De las personas que, cuando empezaron, daban positivo en pruebas de cribado de trastorno de ansiedad, depresión, etc., el 70% remitía", explica a EL ESPAÑOL. "¿Podemos hablar de curación? Sí: antes tenían más síntomas, lo pasaban peor". El 50%, además, consigue una recuperación confiable, es decir, una disminución importante de los síntomas.

El modelo en el que se basa PsicAP es el programa Terapias de Conversación del servicio de salud de Inglaterra, más conocido por su anterior nombre de Mejora del Acceso a Terapias Psicológicas (IAPT, por sus siglas en inglés).

En la década larga que lleva en funcionamiento, ha multiplicado la presencia de psicólogos en la sanidad pública, así como de formación para médicos generalistas, y actualmente atiende a 1,2 millones de personas al año.

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El análisis de los datos públicos señalan que el 50% de los pacientes tratados ha mejorado de sus problemas, si bien otros estudios reducen esa eficacia al 9,2%. 

"¿Por qué Reino Unido invierte tanto en este programa?", se pregunta Cano. "Se han hecho análisis económicos [y se ve] que el tratamiento habitual en primaria -generalmente, un fármaco- es un despilfarro porque no es tan eficaz y no mejora la calidad de vida como la atención psicológica. Y en Australia han hecho algo parecido".

El catedrático de la Complutense se muestra muy crítico con el análisis del programa Better Access de recalca el deterioro de la salud. "Es un mal estudio que ha aparecido en una mala revista". 

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La revista en cuestión es Australasian Psychiatry, órgano oficial del Real Colegio Australiano y Neozelandés de Psiquiatras , que tiene un factor de impacto de 1,8, es decir, que los artículos que aparecen allí son citados una media de 1,8 veces en otras investigaciones.

Por lo general, el número de veces que los artículos de una revista son citados es un indicador de la calidad de la revista. Por contextualizar, la revista de la todopoderosa Asociación Americana de Psiquiatría, tiene un factor de impacto de 17,1. 

Con todo, Cano puntualiza que los problemas de índole psicológica no pueden tratarse con una única herramienta. "Es igual de absurdo pensar que solo con psicología se resuelven los problemas del mundo y pensar que solo con dinero lo hacen".

Y le da la vuelta a la tortilla. "Tenemos una renta per capita más alta que nuestros padres y abuelos, pero los estudios de estrés percibido indican que este no para de aumentar. No es que cuanto más dinero tengamos, estamos más estresados, pero no hay que utilizar una única herramienta para resolver todos los problemas".