Hace casi un año que Íñigo Errejón criticaba, en una entrevista radiofónica, la implantanción en la sociedad del pensamiento Mr. Wonderful, que, tomando prestado el nombre de la famosa marca de productos con eslongas de lo más positivo, hace referencia a esa casi imposición de ser feliz

Ahora, un estudio publicado por Nature, arroja un dato interesante a las palabras que pronunció el políco: en los países más felices del mundo, hay personas más infelices que en aquellos con menor índice de felicidad. ¿Por qué? Por la presión social de tener que sentirse bien

Para la realización del estudio se entrevistó a casi 7.500 personas, de 40 países diferentes. Entre las preguntas que se les formulaba, se solicitaba que midieran varios factores, como su bienestar emocional, su grado de satisfacción con la su vida y sus distintos estados de ánimo. También, se les pedía que puntuaran la presión que sentían en tu entorno social para sentirse bien consigo mismos.

El resultado fue que, en los países con mayor Índice Mundial de Felicidad, el grado de bienestar era mucho menor que en los países con menor puntuación en el ranking. Además, los encuestados declaraban sentirse el doble de presionados socialmente para estar felices, lo que se relaciona directamente con el grado de bienestar emocional. 

Entre los países con mayor ranking de felicidad está Finlandia, con la primera posición, seguido de Islandia, Dinamarca, Suiza, Países Bajos, Suecia, Alemania, Noruega, Nueva Zelanda y Austria. España ostenta el número 24.

Llama la atención que casi todos ellos estén bastante próximos en localización geográfica y, de hecho, en 2018 se publicó el libro 'Lykke. En busca de la gente más feliz del mundo' (Planeta), que analizaba el secreto de la 'felicidad' de estas áreas geográficas. Según la obra, sus ciudadanos destacaban el apoyo social entre ellos, el dinero, la salud, la libertad, la confianza y la bondad. Ahora, el nuevo factor en la ecuación pone en entredicho sus índices. 

"El nivel de felicidad que los individuos sienten presionados a tener puede ser inalcanzable", explica Egon Dejonckheere, autor principal del estudio. "Esta discrepancia entre un individuo y la sociedad puede crear una percepción de fracaso que puede desencadenar emociones negativas", prosigue. 

El problema de ser la excepción

Es decir, en un ambiente en el que todo el mundo parece estar feliz, la manifestación de sentimientos 'negativos', como tristeza, rabia o frustración, puede hacer sentir a quien los padece que es la excepción, exacerbando todavía más las emociones que le afligen. "En los países donde todos los ciudadanos parecen ser felices, las desviaciones de la norma esperada son más evidentes, lo que las hace más angustiosas", sentencia Dejonckheere.

Este no es el único estudio que clama lo negativo de lo Mr. Wonderful. El psicólgo Jesús Jiménez Cascallana y la psicoterapeuta María Ibáñez Goicoechea detallan en su obra 'Aprende a resolver lo que hace sufrir' (La esfera de los libros) los peligros de seguir la doctrina de la imposición de la felicidad. "El pensamiento positivo ha triunfado porque la gente tiene muchos conflictos psicológicos que no nos enseñan a resolver y utilizan esta técnica para sentirse bien. Esto va relacionado con que cada vez hay una exigencia social mayor y el pensamiento positivo ha generado una esperanza rápida y fácil", detallaban en esta entrevista de EL ESPAÑOL.

De hecho, los expertos ponían este ejemplo para ser más claros: "Supón que tienes una pierna rota y te dicen 'tu puedes', 'camina bien' o 'se fuerte'. Esto no tiene sentido y te puede perjudicar". 

Además, está el problema de que muchas terapias necesitan de la aceptación del problema para poder llevar a cabo un proceso de recuperación. Esa es, por ejemplo, la base de la teoría de Marsha M. Linehan, psicóloga estadounidense especializada en el trabajo con conductas suicidas. Poner el parche, como mencionaban Cascallana e Ibáñez, vivir con la frase de 'si soy positiva todo puede cambiar' impide que se vislumbren problemas de fondo. De hecho, según narró en base a sus propias vivencias con problemas de conductas autolesivas, hasta que no aceptó que tenía un problema no pudo sanar.

Relación con la depresión

Por otro lado, está el problema de la poca tolerancia que se puede desarrollar hacia la tristeza, como dilucida la profesora de psicología Barbara Held, autora del término 'la tiranía del pensamiento positivo'. "Me preocupa que no estemos dadno espacio para que las personas se sientan mal", explicaba en una entrevista para The New York Times. "La vida es muy dura y, si está pasando por un momento difícil, puede ser más difícil sobrellevarlo si siente la presión de actuar bien cuando no es así". 

Las consecuencias de la presión de sentirse siempre feliz pueden llegar, incluso, a la depresión, como confirma un estudio publicado en 2017 por la Asociación Americana de Ansiedad y Depresión. "Los hallazgos indican que la norma social a no sentirse negativo puede contribuir a la depresión, evidenciando por parte de la sociedad el aspecto peyorativo que se otorga a la denuncia de emociones negativas".

Noticias relacionadas